miércoles, 17 de agosto de 2022

El Presidente y la historia

 

Ya no sorprende ni alarma que cuando aparece un esfuerzo por la retrospectiva histórica, las reacciones informativa y analítica pasen por el ninguneo. El presidente Luis Arce ejercitó, como pocas veces sucede con discursos de recordación histórica, una interesante retrospectiva acerca de nombres y hechos que perfilaron la Independencia y la fundación de la República.  Rescato cinco párrafos de su discurso pronunciado el pasado 6 de agosto desde la Casa de la Libertad de Sucre:

Entre las insurrecciones más importantes contra el abuso, la angurria y corrupción colonial, está la del joven orfebre, Alejo Calatayud, en Cochabamba, el año 1730. Pese a su triunfo inicial, la gesta terminó con el asesinato de Calatayud y de sus seguidores Tomás Gamboa, Diego Amburgo y Nicolás Flores. La sublevación de Calatayud y aquellas que se produjeron como consecuencia de su muerte, son solo una parte de la línea de rebeliones que cubren la historia durante la invasión colonial.

El año 1780, Tomás Katari y Kurusa Llawi en Chayanta, Túpac Katari y Bartolina Sisa en La Paz, en acción coordinada con Túpac Amaru y Micaela Bastidas en Cusco, lideraron la rebelión más importante del continente, que hizo temblar los cimientos del dominio colonial.

La prohibición de que los indígenas tuvieran armas de fuego, fue decisiva para que, pese a ser mayor en número, fueran derrotados. La ejecución perversa y el descuartizamiento de Túpac Katari, pervive en la memoria de nuestro pueblo, como ejemplo de la rebeldía contra la dominación, explotación, discriminación y el saqueo de nuestra Patria.

También reconocemos la lucha de Dámaso y Nicolás Katari, Tomás e Isidro Acho, Tomás Callisaya, Pascual Ramos, Bonifacio Chuquimamani, Pascual Alarapita, Isidoro Mamani, Pedro Obaya, Juan de Dios Mullupuraca, Diego Cristóbal Túpac Amaru y Miguel Bastidas, quienes, entre otros, condujeron aquella gesta.

Mujeres indígenas como Gregoria Apaza, Isidora Katari, María Lupisa, Isabel Huallpa, Tomasina Silvestre, Manuela Tito Condori y Tomasina Tito Condemayta, tuvieron un rol protagónico en aquellas luchas anticoloniales y merecen nuestro máximo respeto y gratitud.

La primera parte de la alocución presidencial pronunciada con motivo del 197 aniversario de la fundación de Bolivia es una guía introductoria para acercarnos a los orígenes de la república colonial. Por supuesto que cita a Bolívar, a Sucre, a Juana Azurduy, describe las características de la colonialidad, el sojuzgamiento y el saqueo, para luego de examinar dichos orígenes, ingresar en una recapitulación de lo producido por su gobierno inaugurado en noviembre de 2020.

Conclusión mediática: “El Presidente no habló del censo” y como no habló de la “coyuntura”, --horrible palabra--  producto del conflicto suscitado por el diferimiento de su realización,  todos los medios de comunicación, ojalá que con alguna honrosa excepción, se pasaron por el forro la pertinencia de las citas hechas por Arce relacionadas con acontecimientos y protagonistas de la lucha contra la colonia y la guerra de la Independencia.

Para decirlo pronto y claro, el discurso presidencial contiene un recorrido histórico por la construcción nacional que se ha hecho gracias a la capacidad de sublevación, de lucha, de defensa del territorio y sus riquezas a cargo de indígenas, campesinos y clase obrera, nutrida gran parte de ella, por hombres y mujeres originarios de tierras altas y tierras bajas. Explica de dónde y cómo pasamos de la República a la creación del Estado Plurinacional para finalmente exponer datos de lo que se hace hoy con la economía a partir de un modelo que tiene redimensionados los tamaños del Estado, del mercado interno y externo y de la sociedad en su variedad étnica y cultural.

Desde su gestión como Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Arce ha sido invariablemente sistemático e informativo, y como su formación académica gestada en Bolivia y en Inglaterra lo han conducido por el camino del rigor en el uso de los datos es que ha logrado caracterizar su presidencia por la sobriedad y la precisión en el uso de los datos. Será por ello que aparece primero en todas las encuestas, en las propias y en las ajenas, en las oficialistas y en las opositoras, en materia de aprobación ciudadadana con un promedio de un 40%.

El Estado Plurinacional de Bolivia tiene nada más que trece años de existencia. La República colonial ha prevalecido 184 años y es el conocimiento de la historia de esa República colonial la que puede conducirnos a encarar mejor, con los menores márgenes de error posibles, la construcción de un Estado inclusivo en que lo indígena originario puedan lograr vigor en todas las esferas del ejercicio de la ciudadanía. Para asumir conciencia de todo esto, son los discursos como el pronunciado por Arce Catacora este último 6 de agosto.




Originalmente publicado en la colúmna Contragolpe de La Razón el 13 de agosto

 

 

jueves, 11 de agosto de 2022

De loca no tiene nada

 

“Soy loca con mi tigre, cuantas más rayas mejor” canta Shakira. “Yo no quiero volverme tan loco” canta Charly García. Rita Lee va más allá, reclama que quién llama loco a alguien no es feliz : “Dizem que sou louca por pensar assim. Se eu sou muito louca .Por eu ser feliz. Mais louco é quem me diz .E não é feliz, não é feliz”. Astor Piazzola y Horacio Ferrer compusieron “Balada para un loco”, de cuya letra rescato tres fragmentos: Ya sé que estoy pianta'o (loco en lunfardo), pianta'o, pianta'o ¿No ves que va la luna rodando por Callao? Que un corso de astronautas y niños con un vals me baila alrededor. Bailá, vení, volá. Ya sé que estoy pianta'o, pianta'o, pianta'o. Yo miro Buenos Aires del nido de un gorrión. Y a vos te vi tan triste; vení, volá, sentí el loco berretín que tengo para vos. Loco, loco, loco. Cuando anochezca en tu porteña soledad. Por la ribera de tu sábana vendré. Con un poema y un trombón a desvelar tu corazón. Loco, loco, loco. Como un acróbata demente saltaré. Sobre el abismo de tu escote hasta sentir. Que enloquecí tu corazón de libertad, ya vas a ver”.

Vayamos ahora a la historia. Juana la loca era Juana I, reina de Castilla, y de Aragón y Navarra durante la primera mitad del Siglo XVI. Se casó con Felipe de Castilla a quién le llamaban Felipe el Hermoso. O sea una señora de la realeza española aquejada por una enfermedad mental que contrajo nupcias con un príncipe de fina estampa. Una esquizofrénica enamorada de un joven guapo que murió a los 28 años escupiendo sangre.

La locura fue sometida a disciplinamiento, a vigilancia y control, como lucidamente lo explicara Michel Foucault. Locos y locas deben quedar sometidos a encierro porque amenazan con desordenar las calles, las plazas y la vida cotidiana de la normalidad humana (“Hombre mirando al Sudeste”, película de Eliseo Subiela), pero la palabra es de una riqueza polisémica inacabable, así que loco o loca no es sólo demencia, sino también, como acabamos de revisar, música, poesía, creatividad, historia trágica o película develadora,  que expone talentosamente el lado b de la condición humana y que nos advierte que todos estamos hechos de rasgos de comportamiento visibles, así como por conductas, actitudes, gestos situados por fuera de lo previsible, de lo normal.

“Messi está loco pa” dice mi hijo de 19 años y con eso quiere relievar su talento, su capacidad para sacar del pie izquierdo una maniobra impensada con el balón, un disparo con destino de red que sólo él es capaz de ejecutar. Esto es, la locura asociada a la genialidad, a la habilidad inigualable, y por eso el “está loco” o “está loca” funciona con distintas intencionalidades, para realzar virtudes o para condenar atrocidades como el exterminio de judíos en Auschwitz durante la segunda guerra mundial o para reprobar manías persecutorias estalinistas.

Sirva toda esta retrospectiva que forma parte de la historia de la cultura y de las artes, para llegar a la conclusión  de que la Alcaldesa Eva Copa no tiene ni por asomo rasgos de locura, en ninguna de las ascepciones: No es cantante, no es poeta, no pertenece a familia real alguna con problemas mentales, no es personaje de ningún tango memorable, no ha inspirado hasta ahora personaje alguno digno de ser representado cinematográficamente, no presenta características de personalidad que le permitan convertirse en una criatura literaria, es decir,  de loca no tiene nada porque no exhibe comportamientos de demencia y menos rasgos de genialidad alguna.

Eva Copa es una ciudadana alteña con gran sentido de la oportunidad. Fue presidenta del Senado durante el gobierno de facto de Jeanine Áñez y dispuso del funcionamiento de la Vicepresidencia del Estado y de sus reparticiones durante ese nefasto período, sin estar avalada por atribución constitucional alguna, debido a que por renuncia, el cargo de segundo mandatario del país, había quedado acéfalo. Es también sabido que la señora Copa, junto a sus colegas Omar Aguilar y Efraín Chambi tuvo diálogo con quién fuera su colega, Arturo Murillo, cuando este ya se había convertido en el político más poderoso de Bolivia al mando de un ministerio de gobierno tenebroso y delirante.

Todo esto significa que Copa no tiene merecido el estatus de loca. No lo es en sentido alguno. Es una gran ganadora electoral que se convirtió en Alcaldesa de El Alto, una ciudad en la que hay que trabajar mucho para conseguir que algún día pueda alcanzar desarrollo urbano con todas las características que exige una ciudad del siglo XXI que pueda ofrecerles a sus ciudadanos, calles limpias, sin baches, bien iluminadas, plazas para que los niños puedan salir a entretenerse con comodidad y seguridad,  viviendas con todos los servicios básicos en todas sus zonas, y centros comerciales, desde ferias tradicionales a modernas edificaciones que satisfagan necesidades y demandas en materia de tiempo libre recreativo.

En buenas cuentas, quién diga que Eva Copa está loca, está loco.




Originalmente publicado el 30 de julio en la columna Contragolpe de La Razón

 

Yanquis golpistas

 

A confesión de parte relevo de prueba. John Bolton, Consejero de Seguridad Nacional en el gobierno de Donald Trump, ha afirmado muy suelto de cuerpo, con el cinismo que le permiten los años, que había “ayudado a planear” golpes de Estado en varios lugares del mundo, que una tarea de esa magnitud exige mucho trabajo y que para tales propósitos, los encargados de materializar dichas acciones extraterritoriales, tan características de la autocomplacencia unipolar planetaria de la que todavía se ufanan los yanquis imperiales, no habían sido lo suficientemente competentes para alcanzar el éxito. Se refería, por supuesto, a la torpeza sistemática con la que la administración norteamericana quiso convertir en presidente a Juan Guaido en un experimento de creación de algún universo paralelo, en el que se inventó una presidencia venezolana for export reconocida por una cincuentena de países, mientras Nicolás Maduro, su gobierno y las fuerzas armadas cerraban filas para combatir los intentos de derrocamiento finalmente fracasados.

A los golpistas les irrita que les llamen golpistas. Que se les recuerde a qué y cómo juegan para alcanzar el poder. Que se les refriegue por anverso y por reverso que sin posverdades y noticias falsas diseminadas por redes sociales no estarían en condiciones de erigir esas iglesias evangélicas fundamentalistas, alérgicas al progresismo y sustentadas en la ignorancia supina de lo que significa en nuestros países lo nacional popular o el nacionalismo de izquierda en que el Estado detenta el control y la administración para que el mercado se ponga al servicio de la sociedad, y no al revés, como sucedió durante la década de los 90 en que los ciudadanos tenían que bancarse gasolinazos con precios que repercutían en la canasta familiar determinados por la oferta y la demanda, y que por supuesto castigaban con severidad a los que menos tienen, a los pobres, a nuestros pobres, los explotados, los excluídos, los ninguneados desde tiempos coloniales hasta nuestros días.

La confesión de Bolton se produjo dos días antes de que Donald Trump anunciara su retorno a la arena política, para intentar una nueva aventura electoral, en tiempos en que su admirado Jair Bolsonaro --Bolton y Trump recibieron con beneplácito su elección presidencial en Brasil--, emite señales de inquietud ante el inminente regreso de Luiz Inacio Lula Da Silva al Palacio de Planalto a través, nuevamente, de la vía eleccionaria. En este contexto, en entrevista concedida a un diario argentino, Evo Morales ha afirmado que los Estados Unidos han perdido preeminencia en América Latina y deslizó entre líneas la idea de que en lugar de leer la geopolítica con el prisma de los nuevos tiempos, lo siguen haciendo con anteojeras setenteras cuando imperaban la Guerra Fría, la Doctrina de la Seguridad Nacional y el Plan Cóndor.

A mediados de 2019, tres meses previos a las elecciones presidenciales de ese año, ya se había decidido en una reunión producida en la Embajada de Estados Unidos en La Paz con presencia de políticos opositores, que en Bolivia se produciría un fraude. Es decir, el fraude estaba consumado antes de que se produjeran las votaciones en las urnas. En esa tarea, habrá que distinguir los esmerados servicios del entonces Encargado de Negocios, Bruce Williamson, diplomático de vasta experiencia que se fue de nuestro país, luego de haber cumplido tareas en la línea trazada por Bolton: Redes sociales trabajando a full, incendios en la Chiquitanía para estigmatizar a Evo como ecocida, médicos que fueron capaces de tumbar el nuevo código penal y que dieron lugar a que el país siga funcionando bajo el imperio de los códigos Banzer, policías descontentos con el tratamiento que recibían del gobierno y mandos, altos y medios de las Fuerzas Armadas, que se apoderaron del funcionamiento del país entre el 10 y el 20 de noviembre para consolidar la presidencia de facto de Jeanine Áñez. Si a esto sumamos las acciones de la OEA, de la Unión Europea, de las embajadas de Brasil y de Gran Bretaña, el golpe a la boliviana, por dentro y por fuera, estaba servido

Un rockero pitita que forma parte de la corporación opinadora de la derecha ha definido con la siguiente genialidad el golpe producido en Bolivia: “La sensatez de un grupo de líderes e instituciones de alto prestigio condujo a la sucesión constitucional”. Otro astronauta que divaga por ese universo paralelo, ese mismo que hizo a Guaido, presidente encargado de Venezuela, mientras Bolton, no le hace ascos a llamarles a las cosas por su nombre: Golpe de Estado. Caradura, pero de probada honestidad intelectual que no anda inventando explicaciones forzadas para recodarnos que en el país de la libertad y la democracia modélica, se fabrican conspiraciones cuando se trata de gobiernos respondones que no quieren saber más de agendas impuestas desde Washington.




Publicado el 16 de julio en la columna Contragolpe de La Razón

Percy

 

“En el puente de la Villa hice un juramento, defender al Movimiento en todo momento” le cantó Percy Fernández alguna vez a Evo Morales. Se trata del inicio de la canción “Siempre”, emblemática identificación musical del MNR de Victor Paz Estenssoro, partido en el que militó el gobernante boliviano que más tiempo, de manera discontínua y contínua, ejerció un cargo a través del voto, en este caso, al frente de la Alcaldía de Santa Cruz de la Sierra.

Percy cantó, bailó, recitó, increpó, insultó, gritoneó, hizo chistes en los más variados tonos, gobernó con intensidad e irreverencia, y en todo ese trayecto, comandó la construcción de la Santa Cruz moderna que conocemos hoy. En la actualidad, aquejado por enfermedades, vive retirado y es muy probable que ya no sepa que las generaciones del instagram y el tic toc no lo conozcan, que ni siquiera tengan una vaga idea de quién es este personaje al que se debe observar y evaluar con luces y sombras en toda su dimensión histórica.

Si las nuevas generaciones de cruceños ya no saben quién es Percy como hacedor de su ciudad, menos deben saber que fue ministro de Integración del gobierno de la Unidad Democrática y Popular (UDP) encabezado por Hernán Siles Zuazo entre 1982 y 1985, que fue presidente de la Corporación de Desarrollo de Santa Cruz (Cordecruz), las cooperativas Cre, Saguapac  y Cotas, también presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, Senador de la República en 1989 y candidato vicepresidencial formando binomio con Juan Carlos Durán en 1997.

Su paso por la alcaldía cruceña impresiona en tanto ejerció el cargo en tres gestiones cada una de dos años (1989, 1991, 1993) y luego en tres gestiones de cinco años, entre 2005 y 2020. No pudo concluir su último mandato aquejado por problemas de salud para dejarle la posta a Angélica Sosa que fue Alcaldesa entre 2020 y 2021. Hechas las cuentas, Fernández gobernó la capital de departamento más poblada de Bolivia durante 21 años. En el tiempo que dejó el cargo de burgomaestre, fue Concejal Municipal entre 1996 y 2004, lo que significa que estuvo formalmente vinculado al municipio cruceño durante prácticamente tres décadas.

Las escuelas públicas y los gitantescos parques construidos dentro los anillos de la ciudad, son obra de Percy Fernández.  Se trata de infraestructura para estudiantes de escuelas y colegios con un diseño-tipo caracterizados por la amplitud y la comodidad, y de parques extensos en que la vegetación y los espacios para la recreación son su marca. La Santa Cruz de antaño, un pequeño pueblo con casas y corredores techados en las aceras, resulta ahora una especie de pequeña isla frente a las grandes extensiones conformadas por círculos (anillos) urbanos que la han extendido de manera descomunal y la hacen contigua con el norte integrado conformado por Warnes y Montero. En la edificación de la nueva ciudad, está presente de manera decisiva, este cruceño de 83 años, graduado con honores como ingeniero en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

Percy Fernández, militante del MNR durante toda su existencia y en el último tramo de su carrera pública, fundador de la agrupación ciudadana Santa Cruz para Todos, con la que fue reelegido para la gestión 2015 – 2020, fue pieza fundamental para la gestación de la participación popular y la descentralización administrativa que abrió las puertas al redimensionamiento de la importancia e incidencia en la vida ciudadana de los gobiernos municipales. En otras palabras Fernández formó parte de un equipo estratégico que transformó la organización político territorial del país.

Fernández ha sido reiteradamente cuestionado por algunos incidentes, producto de su sentido del humor y un grado de machismo con situaciones grabadas en video que tiene miles de reproducciones en las redes sociales. Fue duramente criticado por las logias y el conservadurismo cruceño por una supuesta alianza política con el Movimiento al Socialismo (MAS) a partir de una relación con Evo Morales que el mismo se encargo de hacerla amigable y útil para su gestión como Alcalde.

Una charla de aproximadamente dos horas sostenida con Marco Peredo, abogado, dirigente de fútbol del club Blooming, pero en este caso, amigo cercanísimo a Percy, me ha permitido conocer como periodista una serie de aspectos nunca publicados acerca de su profunda identificación y compromiso con Santa Cruz. En esa misma charla estuvieron presentes, dos de los hijos del Alcalde, que me refirieron aspectos muy coloridos de un personaje público que había sido un gran lector y estudioso permanente de su realidad urbana.  Su personalidad, su trayecto como gestor público, algunas excentricidades que le permitían zafar siempre del traje acartonado y formalote, para reírse con la gente a mandíbula batiente, exigen el desafío de registrar su vida y obra para la memoria histórica de Santa Cruz y de Bolivia.    

 


Originalmente publicado el 02 de julio en la columna Contragolpe de La Razón

 

Toranzo, el extraviado

 

El extravío de la corporación opinadora, principalmente atrincherada en Página Miente, ha conducido a sus articulistas a redactar textos sobre la crisis de 2019 con prescindencia de los hechos objetivos. Han optado por convertir su antimasismo en un asunto de diván colectivo, en una obsesión que pone en absoluta evidencia su disonancia cognitiva.

Entre otros, Carlos Toranzo, otrora mandamás del Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS), ha contraído la obligación de demostrarles a sus lectores en qué consisitó exactamente el fraude con el que él y sus amiguetes de la que fuera “Izquierda de Sopocachi” se llenan las bocas para justificar la llegada de Jeanine Áñez a la presidencia.

A la señora Áñez  se la ha sentenciado con diez años de privación de libertad por resoluciones contrarias a la constitución y a las leyes con casi una centena de pruebas a la mano, producto de la convergencia acusatoria del Ministerio de Gobierno, el Senado y la Procuraduría General.

¿Creían Toranzó y Cía. que la retardación de justicia y  la chicanería llevarían este proceso judicial hasta las calendas griegas? Parece que se les pasó por la cabeza que en lugar de resolverse judicialmente este grave asunto del quebrantamiento del Estado de Derecho producido en Bolivia en noviembre de 2019, acabaría en nada y así, parte de los culpables intocados alcanzaban esa hipócirta y frívola reconciliación con la que buscan salir del paso, para tratar de quitarse la chapa de golpistas.

Carlos Toranzo era un académico sensato y reflexivo hasta que llegó el día en que sus ínfulas intelectuales no encajaban en las coordenadas de la renovación de lo nacional popular a partir de lo indígena y campesino, de la izquierda que venía acompañando técnicamente desde algunas oeneges a ese sujeto histórico ahora inscrito en el Estado Plurinacional. Ni Toranzo, ni sus círculos de arrogantes todologos tenían cabida en el nuevo escenario boliviano con la irrupción del Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP) y el Movimiento al Socialismo (MAS) que desde 2005 no se cansa de propinar palizas electorales a sus adversarios reciclados con otras siglas provenientes del neoliberalismo y la democracia pactada.

“Infamia consumada” le ha llamado Toranzo a la sentencia dictada contra Áñez en esa característica actitud de subestimación de la inteligencia y la claridad política de los de abajo. Infamia es haber fulminado el artículo 169 de la Constitución, vulnerando la línea de sucesión presidencial. Infamia es haber emitido el decreto 4078 que les otorgó licencia para matar a los militares, cosa que hicieron en Sacaba-Huayllani, Senkata y El Pedregal: Esa es la “pacificación” que nos regalaron Áñez y sus secuaces, con los aplausos de sus “intelectuales”, y por lo tanto, jugando al colaboracionismo con el que actuaron para socapar acciones violatorias de los derechos humanos que tenían destino de olvido e impunidad.

Toranzo, y todo el resto de la corporación opinadora de la derecha, debería pedirle cuentas a la señora Áñez por haber malversado su excluyente misión transitoria hacia nuevas elecciones. Fue ella, por su ambición como candidata, atosigada por la voracidad y el revanchismo fascistoide de Arturo Murillo, la que escribió involuntariamente un manual para el retorno triunfante del MAS al poder.  Traicionó las ilusiones de los clasemedieros conservadores que creyeron que con su acoso callejero con policías y militares como guardaespaldas, el acabose del partido azul quedaba a la vuelta de la esquina.

El juicio por la vía ordinaria conta Áñez y miembros del mando militar está plenamente sustentado por el hecho de que su procesamiento se produjo en función de los delitos perpetrados antes de que asaltara la presidencia del Estado, momento a partir del cual, efectivamente, le corresponde ser sometida a un  juicio de responsabilidades, por ejemplo, para responder por los casi cuarenta muertos que cayeron entre el 10  y el 19 de noviembre de 2019.

“Su condena llena de orgullo al poder, pero llena de vergüenza a nuestra historia” dice Toranzo en su panegírico en favor de Áñez que por supuesto no será juzgado por deshonestidad intelectual, figura inexistente en cualquier ordenamiento jurídico, pero sí quedará registrado como el defensor de lo indefendible, como el abogado de causas perdidas de una presidenta que para llegar al cargo pulverizó la Constitución Política del Estado.

Ese antimasismo ya enfermizo debería intentar sanar, convertiendosé en propuesta política alternativa. Es lo que estos asesores del antiguo establishment no quieren comprender desde el día en que se hicieron actores secundones de la historia. Hay que lamentarlo por Toranzo y Cía. que han dejado carcomer su inteligencia por el odio.




Originalmente publicado el 18 de junio en la columna Contragolpe de La Razón

¿Por qué se enjuició a Jeanine Áñez por la vía ordinaria?

 

La tarde del miércoles 15 de junio, durante cinco horas, fue leída in extenso la sentencia que ordena diez años de privación de libertad contra la ex presidenta de facto, Jeanine Áñez, por resoluciones contrarias a la Constitución y las leyes, e incumplimiento de deberes, en el marco del proceso denominado “Golpe de Estado 2” promovido por el Senado, la Procuraduría General del Estado y el Ministerio de Gobierno, y dilucidado en el Tribunal Primero de Sentencia Anticorrupción de La Paz. A partir de ese momento, las partes tienen quince días para presentar apelaciones que consistirán, desde la parte acusadora, en la solicitud de ampliación de la condena a quince años y desde la defensa se pedirá la anulación del proceso con los argumentos de injerencia política y vicios de nulidad.

El título del proceso es sugestivo debido a que la pregunta lógica tiene que ver con los contenidos del proceso “Golpe de Estado 1” iniciado por la ex diputada del Movimiento al Socialismo (MAS), Lidia Paty, por sedición (delito recientemente eliminado del ordenamiento jurídico boliviano), conspiración y terrorismo contra Luis Fernando Camacho y otros autores, por entonces Presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, protagonista central de las movilizaciones producidas entre octubre y noviembre de 2019 para derrocar a Evo Morales y su gobierno.

La diferencia entre uno y otro proceso consiste en que como era prácticamente imposible conseguir los dos tercios de votos en la Asamblea Legislativa Plurinacional, debido a que el MAS cuenta con mayorías en las dos cámaras, pero sin en el control absoluto de las mismas, tramitar un juicio de privilegio o de responsabilidades hubiera significado un automático bloqueo por parte de las fuerzas opositoras Comunidad Ciudadana (CC) de Carlos Mesa y CREEMOS de Luis Fernando Camacho, en la actualidad, gobernador del departamento de Santa Cruz. En otras palabras, si se acudía sólo a esta opción, el enjuiciaminento a Jeanine Áñez no se hubiera producido, considerando que Mesa y Camacho fueron actores decisivos para el éxito del golpe. En pocas palabras, no se habría hecho justicia y nuevamente hubiera triunfado la impunidad.

Mientras el caso Golpe de Estado 1 avanza a paso lento, con la caraterística de la retardación de justicia que prevalece en Bolivia, el caso 2 se ha resuelto en 15 meses a partir del apresamiento de Áñez, producido en marzo de 2021 en su ciudad natal, Trinidad. El sustento jurídico del proceso para haberse procedido por la vía ordinaria consiste en que se presentaron una centena de pruebas en su contra que demuestran que entre el 10 y 12 noviembre, cuando era nada más que segunda vicepresidenta del Senado, cometió los delitos por los que ha sido sentenciada, para alcanzar la presidencia de la Cámara Alta primero y a continuación la Presidencia del Estado.

En el momento culminante en que se producía la sentencia contra Áñez, reapareció Diego García Sayán, Relator de Naciones Unidas para la Independencia de Abogados y Magistrados, que en su cuenta de twitter escribió: “Un tribunal de La Paz condenó a la expresidenta Jeanine Añez a 10 años de prisión/…/ pero tienen derecho a juicio de responsabilidades quienes hayan ejercido la presidencia, al margen de cómo surgió su mandato.” Las afirmaciones de Sayán provocaron la inmediata respuesta del jefe del MAS y ex presidente Evo Morales quién lo acusó de “ponerse del lado de los golpistas”.

García Sayán visitó Bolivia en febrero y adelantó el envío de recomendaciones para el funcionamiento de la justicia boliviana para el próximo mes de julio. Entre sus constataciones, el Relator, de nacionalidad peruana, y en su momento ministro de Justicia del gobierno de Alejandro Toledo, afirma que hay una crisis estructural en el funcionamiento de la justicia boliviana que exige reformas profundas y que se deben poner en práctica las recomendaciones hechas por el Grupo Internacional de Expertos Independientes (GIEI) enviado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, precisamente organizado para investigar las graves violaciones a los derechos humanos y las muertes producidas por fuerzas militares en los días de instalación del gobierno de Áñez en noviembre de 2019.

Los dichos del Relator indujeron inmediatamente a que el jefe de Comunidad Ciudadana (CC), Carlos Mesa, pidiera la anulación del proceso por haberse gestado desde unos operadores de justicia “serviles”, mientras que desde el partido gobernante, el Movimiento al Socialismo (MAS) se tomó  la decisión de buscar el procesamiento de quienes alentaron la sucesión inconstitucional, entre los que se cuenta el propio Mesa, autor del soliviantamiento para la toma de tribunales departamentales electorales que derivaron en quemas de los mismos, en varias ciudades del país, el 21 de octubre de 2019, cuando gritó “fraude monumental!” y la Organización de Estados Americanos (OEA) a la cabeza de Luis Almagro, introdujo una auditoría, con el consentimiento del gobierno de Morales, a través de la que se comprobaron “irregularidades” en el proceso electoral, pero sin jamás llegar a demostrar de manera rotunda que se había producido un fraude.

Los abogados de la parte acusatoria que ha dado lugar a una sentencia histórica contra la presidenta de un gobierno producto de una sucesión inconstitucional o de un golpe de Estado que es en términos prácticos lo mismo, sostienen firmemente que no se juzgó a Áñez como presidenta, sino más bien como Senadora, y que a partir de sus actos político jurídicos ya en calidad de primera autoridad del país, efectivamente le corresponde someterse a un juicio de responsabilidades, para enfrentar, por ejemplo, el establecimiento de autorías por las muertes producidas en Sacaba-Huayllani, Senkata y El Pedregal bajo el paraguas del decreto 4078 emitido por la presidenta Áñez y sus ministros para darles carta blanca sin consecuencias penales a los militares de abrir fuego contra la población civil que en los  turbulentos días de noviembre de 2019 salió a las calles y a las carreteras de las zonas rurales para defender la permanencia de Evo Morales en el gobierno.

El caso “Golpe de Estado 2” ha dado lugar también al juzgamiento y condena de los comandantes de las Fuerzas Armadas, Gral. Williams Kalimán y de la Policía Boliviana, Gral. Yuri Calderón, con diez años de reclusión para cada uno de ellos. Kalimán “sugirió” a Evo Morales renunciar, y Calderón avaló los motines escalonados producidos en distintas ciudades del país en clara desobediencia al poder legítimamente constituído , acciones que completan el cuadro de irregularidades y contravenciones a las normas que señalan que las Fuerzas Armadas no deliberan políticamente según su Ley Orgánica y la Policía debe observar estricta obediencia al poder formal civil.




Originalmente publicado Noticias de América Latina y el Caribe (NODAL) el 17 de junio

La estrategia de la felicidad

 

He aprendido en mis cuarenta años de periodismo que la felicidad había estado ligada a la cultura de la estrategia, a la construcción de una manera de ser y de hacer, a la multiplicación de las tácticas para que podamos alcanzar ese bienestar que generalmente cuesta racionalizar y explicar.

La felicidad es un cúmulo de sensaciones discontínuas que examinadas a través de la memoria, nos certifican que alguna vez, algunas veces, llegamos a alcanzarla sin saber con certeza química y física por qué reímos a carcajadas o lloramos como expresión superlativa de plenitud.

El padre de mi estrategia de la felicidad se llama Johann Cruyff, el gran conductor de la selección holandesa que luego de haber jugado una soberbia Copa del Mundo en 1974, perdió la final con la siempre eficaz e implacable Alemania. Tenía 13 años y no admitía que quienes habían demostrado que el invento del fútbol total dirigido por Rinnus Michel merecían levantar el trofeo máximo terminaran derrotados. Fue entonces que descubrí lo mágico e incomparable del fútbol: No necesariamente el que juega mejor, el que ha construido la estrategia con vocación creativa, ilusión y talento, se lleva el triunfo, lo que significa que este juego es como la vida entera del ser humano en el sentido de que puede ser el mejor, pero sin dar por sentado que tal cosa es garantía de éxito.

Cuatro años antes, en el Azteca de México, el mejor fue el campeón. Brasil azotó a Italia 4 -1 con el jogo bonito aplastando el catenaccio. El juego ofensivo de la verde amarilla triturando al calculador contraataque azzuri, a la cabeza de Edson Arantes Do Nascimento, un fantasista en el dominio del balón, un genio que ya había jugado a sus tiernos 17 años el mundial del 58 en Suecia.

 Entre el talento afrobrasileño de Pelé y la inventiva cerebral del juego de conjunto encabezado por Cruyff, supe, sin tenerlo conceptualizado entonces, que para ser felices debíamos leer y escribir una vida repleta de entrenamientos entre lo personal y lo colectivo, y ya con 17 años, pude saber que en 1978, en plena dictadura militar sangrienta, César Luis Menotti llegaba por el camino trazado por Zagallo con Brasil, Michel con Holanda, pero sobre todo por Pelé y Johann Cruyff, y originariamente con la genética del Río de la Plata. Argentina le ganó a Holanda en la final que hizo de la Naranja Mecánica subcampeón del mundo por segunda vez consecutiva.

Décadas después, cuando se produjo la conexión holandesa catalana, cuando Cruyff pasó de ser ídolo blaugrana en el Camp Nou a estratega de los culés, la escuela de La Masía se preparaba para entregarle al planeta a esa santísima trinidad compuesta por Messi, Xavi e Iniesta: Messi era el hijo de Dios por todos los milagros que producía en los campos que visitaba, Xavi era el padre que repartía los panes en forma de balones para dibujar triangulaciones interminables en cada partido, e Iniesta, era el espíritu santo porque parecía invisible, pero en realidad estaba en todas partes, en todas las zonas del campo de juego.  Fueron por lo menos cinco años a la cabeza del mejor discípulo de la influencia futbolísitca holandesa, Pep Guardiola,  que pudimos ser felices sin solución de continuidad, cada sábado y domingo, y en tiempos de Champions League, cada martes y miércoles. Había llegado Messi desde Rosario, con la genética de DiStéfano y Maradona, el más grande militante de la izquierda futbolística de toda la historia que dividió su paso por la tierra entre sus proezas en la cancha y sus avatares bordeando la  tragedia y la muerte fuera de ella. Maradona fue el único Dios en la tierra que con virtudes y pecados, demostró que la divinidad también puede ser humana.

Llegó el tiempo en que estuve en condiciones de repasar todas las anteriores estrategias que había leído en forma de partidos de 90 minutos y también en forma de crónicas periodísticas firmadas por Juvenal (Julio César Pasquato) y por Eduardo Verona en la revista El Gráfico. Una vez almacenada tanta información en mi existencia sentipensante, pude llegar a la conclusión de que la estrategia de la felicidad se concentra hoy, con nombre y apellido en Lionel Messi, rosarino nacido en 1987 que no es el dios maradoniano, sino simplemente, un ser común y corriente en el  día a día y el más grande futbolista que ha producido este juego maravilloso e inexplicable por lo que produce en nuestras entrañas, desde sus raíces inglesas de fines del siglo XIX.

Messi es la estrategia de la felicidad. Nos cambia la planicie de la rutina. Contra los italianos le añadió la recuperación de balones en la salida del rival, con la entereza del laburante que quiere ganárselo todo a punta de esfuerzo, como si con su talento y su magia para generar juego ofensivo no fuera suficiente. Messi marca, quita, guapea para entregar una asistencia de gol, triangula con sus compañeros en medio metro cuadrado y celebra con todos, el maravilloso privilegio de jugar al fútbol, como sólo él lo sabe hacer.



Originalmente publicado el 04 de junio en la columna Contragolpe de La Razón

Max

 

A la segunda mitad de la década de los 80, cuando Bolivia forcejeaba por superar la hiperinflación de la UDP a través del llamado modelo de ajuste estructural, producto del Consenso de Washington que nos condujo a dos décadas de neoliberalismo, el gobierno estudiantil de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) estaba a cargo de la Unión Revolucionaria de Universitarios Socialistas (URUS) perteneciente al Partido Obrero Revolucionario (POR).

Erick Rojas y Ariel Román eran dirigentes de la Federación Universitaria Local (FUL) que conducían sus acciones por la ruta de las convicciones ideológicas y un activismo político que no admitía descansos. Por supuesto que no percibían salario alguno y cuando viajaban en representación del estamento estudiantil, estaban obligados a gastar lo mínimo indispensable y devolver lo que les sobraba de viáticos a los que tenían derecho hasta el último centavo. La férrea disciplina de URUS generó un mecanismo de severa austeridad para retornar la mayor parte de los montos que les eran asignados, a una cuenta bancaria por ellos mismos generada.

Es  cierto que muchos dirigentes permanecieron en sus cargos representativos superando la década de permanencia en la universidad, pero esto tiene parte de su explicación en las contínuas suspensiones de actividades académicas determinadas por las dictaduras militares. Así se entiende que en aquél tiempo se prolongaran permanencias más allá del promedio que debería permitir una carrera hacia el egreso y la licenciatura.

Como el URUS-POR era considerado por la población conservadora, la extrema izquierda que por las noches se reunía con el demonio, se atacaba a sus dirigentes endilgándoles la etiqueta de vividores de la universidad, de activistas que en realidad no estudiaban y se encontraban ahí para agitar el país en busca de la dictadura del proletariado y del gobierno obrero campesino. Si entonces se estigmatizaba de esa manera a los Rojas y Román, ¿qué podríamos decir en la actualidad de este Max Mendoza, vinculado a Nueva Fuerza Republicana (NFR), luego al MAS y luego al gobierno de facto de Jeanine Áñez?

Mendoza es la personificación de unas insultantes irregularidades en el sistema universitario boliviano que según un conocedor de cómo funciona éste, tiene su inicio con la asignación de recursos a las dirigencias estudiantiles a partir del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH). En otras palabras, queda en la nostalgia la vieja dirigencia de izquierda con todos sus matices partidarios, e ingresa en el escenario una modalidad de gestión en el contexto del gobierno paritario docente estudiantil que distorsiona el sentido de existencia de una institución que tiene como misión, generar formación académica, calificación profesional, tareas investigativas científicas y producción de pensamiento en todas sus disciplinas, incluída, por supuesto, la actividad político partidaria que hoy nos exhibe una universidad boliviana corrupta en la que ha desaparecido el debate político ideológico, aunque el antimasismo paranoico insista en que esto es producto de haber teñido de azul una institución que utiliza la sacrosanta Autonomía como una tapadera de fechorías.

Una reyerta en la Universidad Tomás Frías de Potosí, con cuatro estudiantes fallecidas, abrió las compuertas para descubrir una turbia administración estudiantil de recursos que trasladada a La Paz, tiene en Álvaro Quelali como principal ejecutivo de la FUL con 4.2 millones de bolivianos de presupuesto para la gestión 2022 y dos vehículos motorizados a su disposición, con el record de 20 años de permanencia, habiendo circulado por varias carreras, de una de la cuales ya habría egresado. Entre Max que tiene 52 años y no quiere egresar de la Universidad y Álvaro en las mismas, tiene que haber una relación de hermandad eterna.

Resulta sencillo y utilitario diagnosticar la crisis a partir de la espectacularización de los perfiles biográficos de dirigentes como Mendoza y Quelali, pero lo cierto y estructural es que la educación superior institucionalmente administrada  por el Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB) exige una profunda reforma desde sus cimientos que con Autonomía en mano, se hace inexpugnable e inmune frente al Estado. Hace mucho que las universidades públicas se han convertido en reductos en las que hay demasiada mugre escondida, con  varios rectores que en sus mandatos decidieron hacer de sus cargos, catapultas para promocionar sus figuras hacia el escenario político nacional.  La vocación académica de la que llegaban precedidos, quedó relegada a un segundo plano, pues de lo que se trataba era de pactar con los diferentes estamentos para sobrevivir con comodidad y presentándole batalla al MAS que con su gobierno generó las millonadas (IDH) con las que hoy día se manejan las federaciones universitarias con personajes de la catadura de Max Mendoza y Alvaro Quelali.




Originalmente publicado el 21 de mayo en la columna Contragolpe de La Razón

Aymara francés

 

Cuando alguna vez me preguntaron si pertenezco a algún pueblo indígena de Bolivia respondí: Aymara francés. Parece una broma para salir del paso, pero basé mi respuesta en una lección que el antropólogo Xabier Albó me transmitió en 2007, basada en el concepto de autoidentificación y que significa que uno es lo que quiere ser, aunque mi ocurrencia no forme parte de las categorías contempladas en un censo nacional de población y vivienda.

En buenas cuentas soy aymara francés porque se me viene en gana. Porque tengo una relación socio cultural esencial con los andinos originarios de la actual Bolivia desde mi nacimiento y porque tengo antepasados por el lado materno que de ninguna manera tenían sangre azul para decepción de mis parientes reaccionarios y con ínfulas de copetudos a quienes alguna vez les dije en franca provocación que seguramente los breteles de los que somos descendientes eran panaderos, obreros o campesinos de la campiña francesa, y que a mí de Francia me interesó siempre Mayo del 68, así como películas de la “Nouvelle Vague”, sobre todo las de Truffaut y el cerebro futbolístico del francés argelino Zinedine Zidane.

Considero irrelevante que mi condición mestiza no figure en la boleta censal. Y esto sencillamente porque hay conceptos universales implícitos en nuestra vida diaria. Si, en cambio, creo fundamental que los bolivianos originarios, esos que hacen de nuestro país una plurinación única, reafirmen sus orígenes pre coloniales y pre republicanos, porque si existe un elemento que nos hace diferentes frente al mundo, en el mejor sentido de lo que significa ser diferente, es el marcado por el hecho de que nuestros pueblos indígenas inscriben las características y rasgos etnico ancestrales de la historia de la cultura indoamericana en lo que es el país como República y ahora en primer lugar como Estado Plurinacional.

Mestizas y mestizos que quieren estampar su condición en la boleta censal se encuentran atrapados en un proceso subconciente de negación de los otros y las otras. De los indios. De los bolivianos de Omasuyos, de los bolivianos de Guarayos, de los bolivianos de Chiquitos, de los bolivianos del Chaco, de los bolivianos de Tarabuco…y así podría seguir hasta que el número de caracteres para este texto, me diga que tengo que cortar por límite de espacio. Ese dispositivo ideológico está magistralmente explicado en “El espejismo del mestizaje” (2005) de Javier Sanjinés, doctor en literatura y docente de la norteamericana universidad de Michigan que señala:  “En Bolivia, el paradigma del mestizaje no es más que el discurso letrado de las clases altas, cuyo propósito es justificar la dominación continuada del sector de los mestizo-criollos que asumieron el poder después de la Revolución Nacional de 1952”. Así de claro, contundente y terminante.

En el contexto de desmontaje en profundidad de Sanjinés, me provocaría vergüenza sugerir que por ser mestizo, se me facilite la posibilidad de marcar tal “cualidad” en el cuestionario del censo. Sucede que este asunto pasa por una fobia ideológica y racializadora que consiste en rechazar de manera visceral todo lo que huela a proyecto masista. Con el interregno del golpe de Estado de 2019, el proceso político e ideológico que se fortaleció a partir de la agenda de octubre de 2003, ya lleva quince años, tiempo en que las nuevas matrices estatales han facilitado la emergencia de nuevas referencias sociales y de participación política. Los mestizos que contribuyeron a sacar a Evo de la presidencia, vuelven a proferir alaridos porque fue otro espejismo el pretender que el partido azul desapareciera, y con el, todas las tareas multidisciplinarias y transversales relacionadas con la nueva agenda que aplastó al neoliberalismo más cuadrado y esquemático que dominó al país entre 1985 y 2005.

Acciones legales constitucionales se programan para encajar la categoría mestizo en el próximo censo. Los promotores de esta emotiva iniciativa quieren ser más que lo que representa el MAS. Quieren demostrar que la mayoría nacional es mestiza y no están dispuestas y dispuestos a aceptar la existencia de unas mayorías nacionales que forman parte de otro espectro, el relacionado con el campo popular en el que se mueve la Bolivia ahora visibilizada y participativa que continúa emergiendo progresivamente. Ya que no pueden ganar elecciones desde 2005, por lo menos quieren ganar a través del conteo en el nuevo censo. Parece ser una manera de mitigar penas y de negarse una vez más, a comprender de que está hecho el entramado país en el que vivimos.



Originalmente publicado el 07 de mayo en la columna Contragolpe de La Razón

El lado B del progresismo

 

Morír con detención preventiva prolongada por siete años tiene que indignar. Le ha sucedido a Marco Antonio Aramayo que en su calidad de administrador del Fondo de Desarrollo para los Pueblos Indígenas Originarios y Comunidades Campesinas (FONDIOC), cargó sobre su humanidad con todo el desbarajuste estructural producido en una entidad en la que campeó el desorden, el prebendalismo, la ineficiencia y la corrupción. Muchos de los dirigentes que recibieron apreciables montos de dinero, originalmente previstos para proyectos en sus comunidades, aprovecharon sus estatus y convirtieron al FONDIOC en la expresión del otro lado del progresismo, ese que está vinculado a la vulneración de los postulados de las transformaciones relacionadas con el llamado Vivir Bien. Si, Vivir Bien, en exclusividad para una rosca, mientras quienes debían aspirar a mejores condiciones, sus hermanos y hermanas de a pie, ni siquiera se enteraron de la descomunal impostura que decidieron protagonizar y que lastima la esencia de la “Revolución democrática y cultural”.

Hay que abominar al izquierdismo tendencioso que mira al imperialismo, al fascismo, a las iglesias fundamentalistas, y a otras formas de amenaza planetaria, como las únicas explicaciones y justificaciones que dan lugar a la desigualdad, al agravamiento de la pobreza, y a la superlativización de las grandes  fortunas concentradas en pocas manos.  No es creíble la democracia de Daniel Ortega en Nicaragua, y tampoco  lo son los corruptos que cometieron desmanes con PDVSA en Venezuela. Otra cosa es creer en los nicaragüenses y en los venezolanos que combaten el viejo orden, desde la autenticidad de la calle, desde los ideales que no se negocian con el FMI, el Banco Mundial y la OTAN.

Aramayo murió asediado por la infamia, por la utilización desalmada que se hizo de sus responsabilidades funcionarias, para concentrar solamente en el, toda la mugre que significó el manejo del que debió ser modelo institucional económico social de emancipación honrando el sentido de equidad con el que Evo Morales encabezó la agenda de Octubre (2003), consistente en la Asamblea Constituyente, la generación de inclusión social a partir de los preceptos de la nueva Carta Magna y la nacionalización de los hidrocarburos. Nada de eso sucedió con el FONDIOC, porque se desfiguró en una agencia de favorecimiento de nefastos intermediadores sindicales, en uso abusivo de la representación de pueblos y naciones indígenas originarias campesinas.

Apenas vislumbró que la carga pesada de las responsabilidades administrativas y consecuentemente penales de sus actos, recaería casi exclusivamente sobre sus espaldas,  Aramayo debió dar un paso al costado. Debió decir “no pondré mi firma en documento alguno que luego me conduzca a la cárcel”. Ya se sabe de sobra que resultaba fácil y utilitario endosarle un manejo irregular sistemático que le desgració la vida hasta conducirlo a la muerte, resultado de las penurias soportadas bajo un régimen penitenciario que es la expresión más putrefacta de un sistema judicial que hace aguas por todas partes, que funciona descontrolado y no aparece hasta ahora un equipo de pensantes que empiece a enderezar las cosas, considerando, en primer lugar, que una reforma profunda pasa por una visión transversal que debe contemplar la educación, la formación académica y el entrenamiento concienzudo en materia de servicio público, y no por las vociferaciones de iluminados que juegan a espadachines salvadores.

El lado B del progresismo le hace el juego a la corrupción y a la amenaza del retorno al viejo orden. El FONDIOC pasó a formar parte de ese lado B y a continuación viene lo más  nauseabundo: Los adalides del neoliberalismo, los ladrones de cuello blanco, los vividores de la democracia pactada, los que venden apartamentos a policías de dudosa reputación evadiendo impuestos, los que negociaron para beneficio propio nuestros recursos naturales durante décadas, utilizan a Marco Antonio Aramayo como a un  héroe. Manosean su nombre para embarrar al MAS, a los operadores de justicia y al ministerio público con ruines propósitos de descalificación de un proceso que es bastante más grande y complejo que el desastroso manejo de este fondo que ha llevado a la tumba a este pobre  señor, para tristeza inconsolable de sus familiares.

“La estrategia de la izquierda es no robar” dijo alguna vez el gran Pepe Mujica. En otras palabras, el progresismo, los instrumentos políticos para la liberación de nuestros pueblos, terminan pareciendosé a las oscuras corporaciones transnacionales, cuando quedan atrapados por la codicia y por el individualismo que enajena. Es la manera más fácil de hacerle el juego al establishment del primer mundo porque cedieron ante la frívola manera de acceder a Don Dinero a través del ejercicio del poder. Esos no son progresistas. Esos no son de izquierda. Son los impostores que hacen trizas los sueños de los que de verdad creen en las utopías del bien común.




Originalmente publicado el 23 de abril en la columna Contragolpe de La Razón

 

¿Cuánto necesita Evo Morales de García Linera?

 

En uno de los últimos encuentros sostenidos en Buenos Aires entre el Presidente de Argentina, Alberto Fernández y el expresidente de Bolivia y jefe del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales, quedó una frase relacionada con el acompañamiento que Alvaro García Linera demostró como Vicepresidente durante los catorce años en que Evo condujo al país a través de tres elecciones consecutivas ganadas con más del 50 por ciento de los votos. “Tengo una sana envidia por la lealtad del compañero que tienes” le dijo Alberto a Evo en noviembre de 2021.

García Linera dice siempre estar orgulloso del rol que significó ayudar a un presidente indígena para que su gestión fuera exitosa a partir de una agenda de transformaciones sociales y económicas que hicieron de Bolivia durante por lo menos cuatro gestiones, número uno en crecimiento económico de Sudamérica y para que ello sucediera quién manejo los hilos de la gestión pública con paciencia diaria y haciendo sistemático seguimiento de los principales temas de agenda, fue precisamente este segundo de a bordo con perfil de Primer Ministro, que le faciltaba a Evo desplazarse por todo el país, mientras el, desde su despacho en La Paz, dirigía acciones y concretaba tareas para que la maquinaria gubernamental funcionara sin obstáculos.

Los tiempos son otros, que obviedad, y hoy Evo es jefe partidario y principal representante de las federaciones de campesinos cocaleros del Chapare, situado en el subtrópico del departamento de Cochabamba, en pleno centro geográfico del país, mientras García Linera se encuentra dedicado a impartir cátedra y a ofrecer charlas, sobre todo en Buenos Aires, o a  través de Zoom, por ejemplo, para audiencias gestadas por Le Monde Diplomatique.

Mientras Evo Morales no deja de hacer política todos los días y a toda hora como jefe del MAS, García Linera desempeña un papel más ajustado al retiro de la actividad partidaria con prioridad en tareas académicas y en foros de debate sobre cómo estaría evolucionando la consolidación de una segunda ola progresista en América Latina con la llegada de Gabriel Boric a la presidencia de Chile y los probables triunfos de Lula Da Silva en Brasil y Gustavo Petro en Colombia, mientras en Bolivia, el país es presidido por el economista Luis Arce Catacora, considerado por el propio Evo Morales como su maestro en la materia.  

En las últimas semanas, Evo Morales ha denunciado un plan de la DEA en contubernio con oficiales de la Policía Boliviana para acusarlos a el y a algunos de sus compañeros, de narcotraficantes: La vieja historia de uno de los brazos vigilantes de la administración estadounidense en afanes para acabar con la carrera pública de Evo. A esto, el ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, ha contestado que en el país no hay injerencia alguna de la DEA. La prueba de ello se la podría encontrar en el apresamiento del ex comandante de la Fuerza Especial de la Lucha contra el Narcotráfico (FELCN), Maximiliano Dávila que fue detenido el pasado 22 de enero antes de que intentara huir del país, operativo que le impidió pasar la frontera hacia Argentina, donde muy probablemente la DEA le hubiera caído sin perder tiempo alguno. Dávila es acusado por el gobierno boliviano de proteger a una red narcotraficante.

Evo, según dichos de agudos observadores neutrales, pareciera haberse convertido en la cabeza de la oposición al gobierno del MAS, debido a la alarmante inacción de las formaciones políticas con representación parlamentaria como Comunidad Ciudadana (CC) de Carlos Mesa y Creemos de Luis Fernando Camacho, candidatos a la presidencia derrotados en las elecciones de 2020 y partícipes del golpe de Estado que provocó la caída de Evo en 2019. En ese contexto, los medios de comunicación alineados contra el MAS despliegan a diario esfuerzos por mostrar supuestas rupturas dentro el partido de gobierno, que ahora tendría tres cabezas: el jefe histórico Evo Morales, el presidente Arce y el Vicepresidente Choquehuanca, muy respaldado por el pueblo aymara que habita principalmente las provincias de La Paz. Lo cierto es que en términos prácticos, el único  partido político con influencia en todo el territorio boliviano sigue siendo el MAS y de ahí que se diga, no sin tufo irónico, que como la oposición prácticamente no existe, la única oposición al partido del gobierno puede brotar solamente del mismísimo Movimiento al Socialismo.

Con un contexto especulativo en el que manda el dice que dice, García Linera se encuentra distante de la política cotidiana y de la gestión gubernamental. En su última aparición pública,  producida a principios de marzo, para referirse al actual momento, el ex vicepresidente dice que Arce y Choquehuanca ejercen un liderazgo político y estatal, mientras que Evo continúna siendo un líder social. En esa oportunidad afirmó que si las internas no se manejan con coherencia podría producirse una “fragmentación de lo popular”.

En este nuevo escenario, alguien que conoce muy a fondo a Evo Morales comentó: “Evo está muy desordenado porque Alvaro no está cerca.” Si esto es así, ¿cuán lejos podría estar el que fuera su colaborador más cercano en los haceres gubernamentales? Lo cierto es que una cosa es el García Linera, hombre de Estado, y otra el académico alejado del poder, y en esa medida, como Evo no ha disminuido en lo más mínimo su animalidad política, no parece dispuesto a abandonar la batalla diaria expresando prevenciones contra la conspiración de la derecha, así como manifestando discrepancias por algunas formas de actuar y decisiones que se toman al interior del gobierno que preside su compañero Luis Arce Catacora,  con quién ha encarado tantas batallas por demostrar que el Estado puede ser eficiente y exitoso en el el manejo de la economía boliviana.

 

Originalmente publicado en Noticias de América Latina y El Caribe (NODAL) el 04 de abril

La quimera de Garcìa Márquez

 

En base a una ponencia de Gabriel García Márquez (La procuración de justicia: problemas, retos y perspectivas presentada en México), la revista española Cambio 16 (diciembre de 1993) tuvo la iniciativa de recoger firmas en apoyo a la legalización de las drogas. Algunos de los nombres de quienes se adscribieron a semejante movida hablan por sí sólos: Fernando Savater, Milton Friedman, Carlos Fuentes, Joan Manuel Serrat, Manuel Vásquez Montalban, Antonio Escohotado, Daniel Samper, Carmen Rico-Godoy, Carlos Monsivais, Mario Vargas Llosa. En la misma edición (Nº1150) de la revista para América figura una entrevista de alguien que se oponía a tan ambiciosa idea. Se trata de quién fuera Subsecretario de Defensa Social del Ministerio del Interior, Gonzalo Torrico, que ejercía como funcionario del gobierno de Jaime Paz Zamora, en representación del partido del Gral. Banzer, Acción Democrática Nacionalista (ADN). Dice Torrico, entre otras cosas “legalizar crearía gran adicción”.

La revista Cambio 16 asumió el texto de García Márquez que ya era Premio Nobel de Literatura como un “Manifiesto a favor de la Legalización de las Drogas” que en sus partes salientes dice: “La prohibición ha hecho más atractivo y fructífero el negocio de la droga y fomenta la criminalidad y la corrupción a todos los niveles. Sin embargo  los Estados Unidos se comportan como si no lo supieran. Colombia con sus escasos recursos y sus millares de muertos, ha exterminado numerosas bandas y sus cárceles están repletas de delincuentes de la droga. Por lo menos cuatro capos de los más grandes, están presos y el más grande de todos se encuentra acorralado.(Para cuando se publicó este material, Pablo Escóbar ya había muerto)/ En Estados Unidos, en cambio, se abastecen a diario y sin problemas 20 millones de adictos (en la actualidad la cifra bordea los 30 millones) lo cual sólo es posible con redes de comercialización y distribución internas muchísimo más grandes y eficientes./ Puestas así las cosas, la polémica sobre la droga no debería seguir atascada entre la guerra y la libertad, sino agarrar de una vez al toro por los cuernos y centrarse en los diversos modos posibles de administrar la legalización. Es decir, poner término a la guerra interesada, perniciosa e inútil que nos han impuesto los países consumidores y afrontar el problema de la droga en el mundo como un asunto primordial, de naturaleza ética y de carácter político que sólo puede definirse por un acuerdo universal con los Estados Unidos en primera línea./ Y por supuesto con compromisos serios de los países consumidores para con los países productores. Pues no sería justo , aunque si muy probable, que quienes sufrimos las consecuencias terribles de la guerra nos quedemos después sin los beneficios de la paz. Es decir que nos suceda lo que a Nicaragua, que en la guerra era la primera prioridad mundial y en la paz ha pasado a ser la última.”

A 29 años de tan grande iniciativa que por supuesto no prosperó en ningún sentido,  las cosas siguen exactamente igual. O peor. Las ficciones televisivas seriales han convertido a los narcotraficantes en los portaestandartes de la épica de moda. Trabajar en el narco significa el sueño de alcanzar poder y dinero transitando por la avenida más corta, cuando en términos generales significa autocondenarse a una vida de clandestinidad y sobresaltos, con la muerte acechando a toda hora. Está claro: Las políticas de lucha contra el narcotráfico sirven para tapar dos agujeros cuando en ese mismo instante se están abriendo seis en lugares próximos en los que se capturan narcotraficantes. Se trata de una guerra inútil, sin fin y que a estas alturas sirve para que algunos liberales contradictorios desde sus espacios periodísticos usen el tema para autocalificar a nuestro país en su calidad de productor de hoja de coca como un narcoestado y para estigmatizar al principal dirigente campesino que representa a las organizaciones de productores en la zona del Chapare como al “cocalero Morales.”

La lucha contra la producción y comercialización de las llamadas sustancias controladas continúa siendo en un entramado dispositivo de control político a cargo de los gobiernos estadounidenses, en el que además, sus propios combatientes suelen transgredir la delgada línea que los lleva a usufructuar de conexiones con los capos de la droga y de generar sistemas informativos dentro las fuerzas regulares represivas para ayudar a estos empresarios ilegales a tomar recaudos cada vez que un operativo es inminente.

Quienes siguen desgañitándose acerca de los países a los que periódicamente se pretende arrinconar por su calidad narco, no comprenden que este es un asunto que no pasa por la moral, sino por la compleja condición humana. Si algún día llegaramos a aceptar la iniciativa de García Márquez y los intelectuales que lo respaldaron en 1993, seguro que se trataría de una contribución para hacer de este planeta un lugar más habitable y menos absurdo.



Originalmente publicado el 09 de abril en la columna Contragolpe de La Razón

El movimiento de Kiro Russo

 

En otros tiempos se hubiera dicho que Elder Manani tiene la cara y el gesto de “un artillero de la Bueno Aires”, la interminable y populosa arteria de la ciudad en la que se cruzan la modernidad metropolitana y la ancestralidad aymara repleta de katus en la que sobreviven en el amontonamiento de talegos de papas y cebollas, esos condenados a cargar sobre sus espaldas desde tuberculos hasta muebles,  para descender, por ejemplo, la calle Los Andes, tosiendo y soportando humillaciones de las caseras que se burlan del aparapita siglo XXI y que se constituyen en comerciantes de orígenes étnicos parecidos pero ya con estatus de exitosas propietarias.

De su natal y minera Huanuni (“Viejo calavera”, 2016), Elder aparece tres años después incrustado a la mala en esa La Paz del estruendo marchista cada vez que los mineros se apoderan del luminoso centro de la ciudad.  Un par de explosiones de dinamita y una consigna  --“sangre de minero, semilla de guerrillero”—significan el apunte preciso y único para situar el contexto histórico político del que emerge este antihéroe proveniente de las entrañas de la mina y de los tugurios en los que aprende a alcoholizarse con puntualidad autodestructiva y a partir de este prolegómeno, Kiro Russo y su banda conformada por Pablo Paniagua en la fotografía y Miguel Llanque en la música, nos internan en un viaje tan infernal como alucinante hacia los recovecos de la ciudad pesadilla escondida detrás de la mentira político propagandística que la estereotipa con frivolidad turística como ciudad maravilla.

Elder había perdido a su padre en Huanuni y se dedica a chupar como descosido. Con un salto hacía la ciudad prometedora que es en realidad un espejismo, llega junto a sus compañeros Gallo y Gato con demandas por trabajo y salario, para terminar estampillado en cualquier antro, zaguán,  o callejuela registrada con los inigualables adobes de Comanche que resplandecen hasta el enceguecimiento. Desde los sonidos iniciales en que la película es profundamente audio, se va abriendo firme y segura hacia una iconografía de la ciudad andina en la que se puede conjeturar por intuición cómo leía sus poemas Jaime Sáenz masticando las palabras con los dientes amarillentos y el acento metálico, todo ello pronunciado por ese anciano y barbado curandero que dialoga con la naturaleza y que se autoidentifica como salvador de cuerpos y almas, paralelamente interceptado por un médico estudiado en universidad que rechaza las creencias y los rituales, y que dice que dolencias como las de Elder se curan a partir del diagnóstico científico.

“El gran movimiento” alude, sin proponerselo, a las dos expresiones político partidarias más importantes y determinantes de nuesta historia contemporánea, pero en esta nueva audacia de Russo, esto es solamente telón de fondo, porque sus decisiones creativas vuelven a pasar por la relación de la existencia en crisis de un personaje con el entorno que queda confundido en callejones clandestinizados en los que hay que inventar in extremis momentos para danzar entre luces de discoteca ochentera, sillas y mesas de lata o entre chiwiñas nocturnas cuando el mercado ya ha dejado de atender, y las cholas vendedoras se transforman en bailarinas HipHoperas con esos movimientos rítmicos liberadores que prescinden del folklore dominante y millonario.

En un momento clave, del protagonista convaleciente emerge una luz blanca y circular que podría leerse como un mensaje de “te vas a morír Elder” y que termina arremolinada con un plano de los trencitos subterráneos que transportan el mineral, condensación visual del sacrificio colectivo y el resquebrajamiento personalísimo, toda una lección de síntesis visual-audio para comprender el ajayu de la narración.

Entre el trabajo insalubre y el desenfreno del bebedor consuetudinario, el camino hacia el deterioro físico y hacia el coqueteo con la muerte se hace prematuro en este Elder como en tantos de sus compañeros y amigos, que aparece postrado con el torso desnudo cual si fuera un Cristo yacente que evoca pinturas y esculturas barrocas de la edad media, composición con las que queda constatada la riqueza de una historia que se ramifica en significaciones y simbolismos.

La película incomoda y aprisiona. Desafía a salir del apoltronamiento citadino plano y aburrido, para sumergirnos en una atmósfera tan ajena a la vida normal del  centro urbano, situada de espaldas a las periferies del tedio, el desempleo y el consumo de alcohol con militancia existencialista. No hay más nada que transcurrir, porque si algo hacen los personajes que van junto a Elder o detrás de él, es transcurrir comentando lo que les va pasando en el día a día, en climas que van desde el frío y descriptivo documental hasta la más riesgosa alusión onírica de una ciudad lúgubre, visualizada por una cámara capaz de poner en entredicho la indiferencia y la monotonía con la que sabe vivir el espectador desprevenido.




Originalmente publicado el 26 de marzo en Contragolpe de La Razón

El anverso del horror

  Ha sucedido en distintas latitudes que varios creadores audiovisuales fueron advertidos a través de preguntas formuladas por la crítica es...