No será el paternal TGN el que consiga frenar el histórico contrabando de gasolina con la hasta hace unas horas vigente subvención de carburantes, seremos todos los bolivianos, con nuestros ingresos, con nuestro trabajo, los que ayudaremos por lo menos a reducir el delito y a frenar el desenfrenado enriquecimiento de ese puñado de mafiosos que conforman el circuito y que involucra desde comerciantes hasta autoridades de distintas jerarquías que franquean la salida de camiones por las fronteras con el Perú y el Paraguay.
Los que se relamían con eso del gobierno populista y demagógico dicen ahora que esta era una medida necesaria, que aunque más tarde que temprano, era ineludible. No por realista y técnica, sin embargo, la medida deja de ser profundamente antipopular en tanto golpeará a los que perciben menos ingresos mensuales y favorecerá a intermediarios con habilidad para sacarle tajada a los momentos de pánico colectivo, y cuando las cosas se estabilicen, calculo, en un par de meses, seguirán siendo los más pobres los que sufran los efectos multiplicadores del alza en el costo de vida..
El ministro Arce Catacora dice que antes los gasolinazos se decretaban para generar recursos destinados a salarios, y que ahora, ese ahorro que se hace vigente automaticamente eliminada la subvención, irá a dar a las partidas salariales de funcionarios, consultores, asesores y demás componentes de la cosa pública. ¿Pero que se hará con el emprendedor independiente, el cuentapropista, el que debe prestarse dinero de las financieras para poner su maquinita de jugos de naranja en una esquina? ¿Podrá generar recursos proporcionales al mayor gasto mensual que le signifcará el efecto del incremento de precios de combustibles?
El estilo recuerda ciertamente al neoliberalismo, el objetivo parece ser antineoliberal, pero los resultados, por lo menos iniciales, ponen en evidencia lo que en este blog vislumbraramos hace un par de años: Bolivia no tiene hasta ahora la capacidad de generar valor agregado a sus materias primas porque sencillamente la industrialización que debía ser comandada por YPFB sigue siendo un anuncio --¿que se hizo con los mil millones salidas de las reservas del Banco Central de Bolivia?-- y el despegue real para la puesta en funcionamiento del proyecto siderúrgico del Mutún no se produce, debido a que el "socio" de la India y su contraparte estatal boliviana siguen en un forcejeo que evidencia, por lo menos, inoperancia y negligencia.
A quienes tenemos fe y seguimos creyendo en el presidente Evo Morales, nos invade la sensación que en los inicios de 2011 se tendrán que ir muchos inútiles y permeables a la corrupción incrustados enel gobierno y deberá llegar un personal mejor capacitado y con credenciales de experiencia para reconducir este proceso que no comienza y termina en una sigla política dada su complejidad territorial y demográfica.