Las televisiones están haciendo su agosto en pleno febrero con las imágenes de la movida masista perfectamente coordinada entre Alvaro García Linera, Gustavo Torrico y la bancada mayoritaria que aprobó ayer leyes para los referendos dirimitorio por la extensión de la tierra, por la aprobación o rechazo de la nueva propuesta de Constitución y una más que prohibe a los Prefectos convocar por su cuenta a referendos departamentales.
Si de algo sirve esta lógica basada en los hechos consumados es que para el gobierno queda cada vez más claro que hacer política no es jugar a la especulación oratoria de balcón o a los diálogos mentirosos y dilatorios. Todo esto nos conduce al 4 de mayo con los chillidos de la derecha post banzerista, post gonista y post mirista.
Bolivia fue siempre gobernada por minorías validadas por las mayorías que maniataron, arrinconaron, o reprimieron a esas mayorías hasta el día en que asumió conciencia que había alcanzado el poder, que se encuentra por primera vez en la historia republicana, a las puertas de imponer su agenda y en esa dirección marcha.
Ya se demostró con la aprobación del pago de la Renta Dignidad, con movilizaciones y asedio de indígenas, campesinos, mineros y organizaciones afines al gobierno la fuerza inconstestable que tiene el hacer política en las calles.
Entre tanto, los Prefectos parecen haber aceptado la derrota por los recortes al IDH, debido a que luego apareció el tema de las inundaciones, y con la declaratoria de Desastre Nacional que libera recursos del TGN, Santa Cruz y Beni pueden activar las campañas con vistas a los referendos por los Estatutos Autonómicos. Los Prefectos medialuneros quieren plata y si les quitan de un lado, van, buscan y la encuentran en otro lado.
Si se revisan notas anteriores de este blog, está sucediendo exactamente lo que preanunciamos desde diciembre: Confrontación, violencia, desacato y si se aprueba la nueva CPE, Evo Morales y su gobierno arremeterán como una aplanadora contra la derecha terrateniente.
Mayoría manda en democracia, y se puede estar de acuerdo o no con los métodos, lo cierto es que la mamada diseñada y ejecutada por el Vicepresidente termina por situarlo en el terreno de la pelea y ya no más en el de la engañosa búsqueda de consensos imposibles.
Si de algo sirve esta lógica basada en los hechos consumados es que para el gobierno queda cada vez más claro que hacer política no es jugar a la especulación oratoria de balcón o a los diálogos mentirosos y dilatorios. Todo esto nos conduce al 4 de mayo con los chillidos de la derecha post banzerista, post gonista y post mirista.
Bolivia fue siempre gobernada por minorías validadas por las mayorías que maniataron, arrinconaron, o reprimieron a esas mayorías hasta el día en que asumió conciencia que había alcanzado el poder, que se encuentra por primera vez en la historia republicana, a las puertas de imponer su agenda y en esa dirección marcha.
Ya se demostró con la aprobación del pago de la Renta Dignidad, con movilizaciones y asedio de indígenas, campesinos, mineros y organizaciones afines al gobierno la fuerza inconstestable que tiene el hacer política en las calles.
Entre tanto, los Prefectos parecen haber aceptado la derrota por los recortes al IDH, debido a que luego apareció el tema de las inundaciones, y con la declaratoria de Desastre Nacional que libera recursos del TGN, Santa Cruz y Beni pueden activar las campañas con vistas a los referendos por los Estatutos Autonómicos. Los Prefectos medialuneros quieren plata y si les quitan de un lado, van, buscan y la encuentran en otro lado.
Si se revisan notas anteriores de este blog, está sucediendo exactamente lo que preanunciamos desde diciembre: Confrontación, violencia, desacato y si se aprueba la nueva CPE, Evo Morales y su gobierno arremeterán como una aplanadora contra la derecha terrateniente.
Mayoría manda en democracia, y se puede estar de acuerdo o no con los métodos, lo cierto es que la mamada diseñada y ejecutada por el Vicepresidente termina por situarlo en el terreno de la pelea y ya no más en el de la engañosa búsqueda de consensos imposibles.