La obsesión vicepresidencial con el Estado omnipresente y sabelotodo ha dado lugar a que el presidente de Aerosur, Humberto Roca, empiece a desbordar su rol estrictamente empresarial para convertirse en una especie de portavoz que está supliendo los vacíos dejados por una dirigencia política y cívica fracasada en Santa Cruz,en nombre de una iniciativa privada que se siente asediada y casi arrinconada en algunos casos, por el gobierno.
Con astucia e ironía, Roca ha lanzado un mensaje televisivo en el que insta al presidente Morales a observar los desmanes de los que puede ser capaz García Linera, cada vez que queda como primer mandatario en ejercicio.
En el ya muy comentado spot, Roca pone énfasis en esa muy desafortunada afirmación tan garcíalinerista de "nadie puede competir con el Estado". ¡Epa! A confesión de parte, relevo de prueba, según hemos venido insistiendo criticamente en este blog acerca de las amenazantes apariciones públicas de este matemático convertido en sociólgo que ahora confunde la nave del Estado con las naves de la nueva línea aérea que tiene el deber de competir en su calidad estatal, para suplir las deficiencias de las "carcachas" de la línea cruceña.
De reflejos rápidos, luego de levantadas las suspensiones a dos aeronaves que tuvieron problemas técnicos, Roca armó un acto muy marketinero, de desagravio dice él, bautizando esos aviones como "Carcacha 1" y "Carcacha 2".
En los últimos diez días el Vice ha bajado completamente el perfil. Es probable que se haya percatado, finalmente, que si seguía en el mismo tren --perdón, en la misma nave-- podía llegar a niveles grotescos.
El Estado, desde la perspectiva de un modelo plural en todas sus áreas, está para generar servicios básicos vinculados a los elementales derechos de ciudadanos y ciudadanas, para manejar con inteligencia y sentido negociador los recursos naturales y para generar procesos productivos, allí donde los privados quieren hacer lo que se les viene en gana en el juego de la oferta y la demanda.
Estados empresarios y Estados policiacos han fracasado en la historia a lo largo y ancho del planeta. El Estado debe ser rector, regulador, productor, pero sobre todo servidor público, en las dósis exactas que le correspondan.
Bolivia necesita Estado para servir a la sociedad y contrapesar las infulas de exacerbación mercantil. Meterse con los aviones de una línea aérea es un error conceptual y un gesto prepotente que Evo Morales está a tiempo de detener.