viernes, 31 de agosto de 2007

Branko y los brankos

Exitoso empresario, de familia tradicional inmigrante, industrial propietario de una importante aceitera, Branko Marinkovic está jugando con su spots televisivos del Comité Cívico Pro Santa Cruz a "Presidente, Presidente".
Muy lejos del estilo de su antecesor, Germán Antelo, que tenía un ayudante fanático del cruceñismo excluyente en materia de comunicación, cuenta con una empresa asesora de imagen que ahora está en el plan de proyectarlo nacionalmente.
El Presidente del Comité Cívico es más importante que el mismísimo Prefecto del Departamento, quien a la hora de la evaluación del paro cívico se acomoda al centro frente a cámaras y micrófonos, con el senil y penoso Percy Fernández a su diestra y el gris Rubén Costas a su siniestra. Es en realidad, para el imaginario colectivo, el Presidente de la Republiqueta de Santa Cruz, como quisieran los logieros, rodeado de karayanas y protegido por su brazo operativo, la Unión Juvenil Cruceñista que patea collas, los embiste con autos y les saquea sus puestos del mercado Abasto.
Branko es la expresión más abominable de la hipocresía clasemediera. Habla de unidad, democracia, de un país para todos, pero en los hechos niega la vigencia del Estado boliviano cuando se trata de una movilización orquestada por el civismo fanático que dirige: Para circular en auto hay que pedir autorización al Comité. El que abre un local comercial es castigado con la rotura de vidrios y el saqueo de mercadería, si un colla se atreve a vivar al MAS en el Plan Tres Mil es inmediatamente reprimido y masacrado por los jovencitos fascistas hijos de viejos falangistas y nietos del federalismo que tiene su embrión en la dictadura de Banzer.
Branko es un producto mediático arropado por ese reino glamoroso cruceño que tiene como capital de su sueños a Miami. En esa medida tiene que sentirse como pez en el agua porque el yuppismo del que se ha trasminado ideologicamente lo exime de responsabilidades como la de saber qué significan palabras como diversidad, interculturalidad, inclusión social, lucha contra la pobreza, combate al racismo, construcción de una sociedad igualitaria y otros asuntos que seguramente le sonarán a verso utópico perteneciente a la literatura y al país del nunca jamás, a la legítima y mayoritaria búsqueda de la superación de las sociedades pobres y dependientes, sometidas al imperialismo y al capital saqueador, como la nuestra.
Branko es todas estas cosas y a Branko hay que combatirlo con las ideas, con el conocimiento de la historia boliviana, desde la etapa precolombina, pasando por la colonia y llegando hasta la Repùblica y lo que podría ser una Segunda República a la que Branko y todos los brankos de Bolivia le tienen pánico.
Y a los palos, los intentos de linchamiento, las amenazas de muerte y demás dispositivos intimidatorios, a los brankos hay que contestarle con la palabra profundamente liberadora, para demoler a este pequeño monstruo que juega a "Presidente, Presidente" y que en el fondo sabe, sólo representa a sus amiguetes del Club Social, del Country Club, y en Cochabamba seguro que a Manfred Reyes Villa.

jueves, 30 de agosto de 2007

Andrés está en Suiza

Andrés tiene dieciséis años, una forma de ser que envidiamos los sanguíneos irremediables y una sensibilidad para transmitir templanza y cariño que me indican cuánto uno puede aprender de los hijos, cómo sólo ellos pueden ayudarnos a desandar creativamente los lugares del error cotidiano y la mezquindad con el prójimo.
Andrés va a vivir en Rüschlikon, una pequeña población de cinco mil habitantes a quince minutos de Zurich, durante diez meses, en el seno de una familia en la que el papá es jardinero, la mamá, trabajadora social y sus hermanos europeos, estudiantes de universidad y colegio.
Suiza tiene seis millones y medio de habitantes, con un sesenta por ciento de ellos situados en la parte "alemana", algo así como el treinta por ciento en la parte "francesa" y el resto, en la parte "italiana". Su extensión territorial es menor a la del departamento de Santa Cruz.
Para llegar en las mejores condiciones posibles, ha tenido que estudiar alemán (de Alemania) durante tres meses, aproximadamente ocho horas a la semana, a sabiendas que el alemán-suizo tiene variaciones y me informan que es aún más dificultoso que el que se habla y escribe en Berlín.
¿Cuál es el sentido de este viaje?
Conocer, desde la ciudad sede de la FIFA, el vasto y riquísimo entramado cultural europeo, convivir con seres del primer mundo, enseñar/aprender con ellos, por ejemplo, las diferencias entre el país al que Evo Morales ve como modelo y el modelo mismo en su organización social, económica, política, y por supuesto que en sus hábitos cotidianos de vida.
Andrés nos ha hecho coincidir a su madre y a mí en el reconocimiento de una propuesta de vida fundamental: Quiero ser yo, y para ser yo creo que este viaje puede ser muy útil, luego volveré a La Paz, me recibiré bachiller con mis compañeros de la promo del Leonardo Da Vinci y estudiaré en la UMSA... no sabemos si Literatura u otra carrera que nos sorprende como posibilidad: Medicina.
Creo que Andrés, sus hermanos Santiago, Sebastián, Camila, Adriana y Robert (el que está de intercambio en su casa de La Paz, procedente de la Bélgica flamenga)y todos los que apreciamos tanto su capacidad para darle sentido a la vida, no queremos que Bolivia sea como Suiza, simplemente queremos que Bolivia sea como Bolivia, para así tener siempre la posibilidad de nutrirnos de las diversidades y cantar como lo hacía Savia Nueva hace aproximadamente dos décadas: "entre tu pueblo y mi pueblo no hay un punto ni una raya, se ven selvas, desiertos, ríos, montañas, pero ni puntos ni rayas."

miércoles, 15 de agosto de 2007

Silencio

Se ha ido Ingmar Bergman, el maestro sueco que con mirada cinematográfica se ha metido a lo largo de su extaordinaria carrera,en esa maraña multicolor tantas veces insondable llamada alma.
Recuerdo con particular inquietud "Gritos y susurros" que es una obra maestra de los claroscuros, los silencios y el desgarramiento humano.
Recuerdo también "Escenas de la vida conyugal" con Liv Ullman y Erland Josephson, una película que anticiparía tantas catástrofes domésticas vividas por mi generación, entre ellas alguna mía, desatadas entre el lecho de las pasiones y el desgaste de la convivencia.
Ahora que recuerdo a Bergman, pienso en lo fundamental que es para la vida humana la no-palabra, tal como también recuerdo haber apreciado en "Frida, naturaleza viva" de Paul Leduc, sobre la vida de la gran pintora, sus líos bisexuales, los sufrimientos que le provocó Diego Rivera, su marido, y los amoríos que vivió con Trotsky. Una película de planos y espejos, de la que nacen dos o tres palabras, punto, lo demás es un festín visual con todo lo que el dolor impulsó a plasmar en la tela a esta mexicana devastadora.
Y pienso en todo esto ahora que la verborrea política está devaluando nuestro hermoso idioma, con el bombardeo de ida y vuelta, propio de un país que exhibe como estado natural su conflictividad en distintos volúmenes e intensidades.
Que bueno sería que Evo Morales le pusiera pausa a su viajero estilo gubernamental. Que se desconectara al menos cuarenta y ocho horas de cámaras y micrófonos para sentarse a mirar el cielo y escuchar las sabias enseñanzas del silencio. Con sólo eso, los mortales sensitivos estaríamos recibiendo la buena nueva de que hoy es mejor callar, porque es bueno darse tiempo para pensar en retiro, introspección, diálogo con uno mismo.
Calla Evo que de verdad mucha gente cree que todavía tiene mucho tiempo para escucharte.

domingo, 5 de agosto de 2007

Erase una vez un país poblado de invisibles

Estoy en Sucre hace quince días. He entrevistado a diecisiete constituyentes para un documental que se difundirá fuera de Bolivia seguramente a partir de mediados de 2008. El sol del Cabildo de La Paz me ha destrozado la cara. Las apreturas de la marcha sucrense por la reivindicación de la capitalidad me han dejado sin respiración. La Cumbre Social indígena campesina me ha entregado una realidad contundente e irreversible: Nunca más los pobres de Bolivia volverán a la invisibilidad a la que fueron condenados por los ricos, los ilustrados y los indiferentes e iletrados clase media.
Nunca más los indígenas de Bolivia dejarán de hacer escuchar sus opiniones y sus demandas. Nunca más, a partir de las guerras del agua y del gas esconderemos a los morenitos, bajitos, ignorantes que no pronuncian correctamente muchas palabras en castellano, nunca más desaparecerán de la faz de la adormilada cotidianidad de las ciudades.
Aquí no me interesa hablar bien o mal del Presidente. Tampoco me parece relevante decir si el MAS es cada vez más o es menos. Lo que si me interesa destacar es que en Bolivia la gente ha comenzado a participar en la vida de lo que debe ser el Estado, de como hay que reconfigurar el mercado y cuánta necesidad hay de pensar y hacer cosas por nosotros mismos, eso que de manera abstracta llamamos sociedad.
Si Evo alienta la confrontación, Branko es un ladrón de tierras, Alvaro es un maquinador de un supuesto marxismo indigenista, es materia para un análisis que no cabe aquí, y aquí de lo que trato es de mis pulsiones, de cómo uno puede aprender tanto con gestos aparentemente irrelevantes, insignificantes.
Estoy viviendo con intensidad este proceso constituyente, aunque la nueva Constitución no necesariamente refleje este profundo y revelador proceso que por lo menos a mí, me permite verificar que se pueden tirar a la mierda los fantasmas y los resquemores, los paternalismos y "lecturas" periodísticas como la de mi querida amiga Marcela Roca que ha escrito en su periodiquito "El otro", "18 meses de sobresaltos" combinando el uso de ciertos datos con algunos latidos seguramente exteriorizados en alguna charla de café con amigos de la avenida Montenegro de La Paz.
Lamento tanto que a Marcela y a todos los lechines que asesoran a todas las caincos, les de tanto miedo lo que está pasando en Bolivia. Que se sientan amenazados y que encima exhiban la osadía de decir que "los indígenas que van allá sólo para ganarse unos pesos" con referencia al desfile del 7 de agosto en Santa Cruz de la Sierra. Una cabronada de este calibre podía esperarla, pero no de Marcela. Cuando la vea, le voy a pedir las pruebas de su brutal afirmación, esa que pone en evidencia una violencia más brutal que la denunciada en su lamentable texto, la del que cree que sabe y nunca ha dormido con hambre debajo de lo que ella misma llama "hotel mil estrellas."
Yo lo que haré es tratar seriamente de registrar periodisticamente esto que viene sucediendo en Bolivia y que definitivamente está conmocionando nuestras entrañas. A unos les da ganas de saber más, a otros les da pánico. No están acostumbrados a que ahora, todos sean visibles y sus voces se escuchen con gran respeto más allá de nuestras fronteras.

El anverso del horror

  Ha sucedido en distintas latitudes que varios creadores audiovisuales fueron advertidos a través de preguntas formuladas por la crítica es...