lunes, 8 de marzo de 2021

Eva son dos

 

El 19 de diciembre de 2020 me referí en esta misma columna al coraje demostrado por Eva Copa para preservar el único bastión institucional democrático con el que contaba el país, luego de que Jeanine Añez entrara por la ventana a la presidencia del Estado, acción inconstitucional persistentemente defendida por la estructura mediática urbana de la derecha boliviana.

Vislumbré en la ex presidenta del Senado el convencimento por una causa que en realidad había consistido en cierto instinto político y no en la defensa de unas convicciones ideológicas y partidarias, y por ello, cuando destaqué su comportamiento al haber desafiado al ministro Murillo, luego impidiendo la concreción de un crédito con el FMI y rechazando la presión militar para que el Senado procediera a aprobar la lista de ascensos en las Fuerzas Armadas, me estaba refiriendo a una Eva  enfrentada a un gobierno que hacía aguas debido al craso error que significó convertir en candidata  a la presidenta transitoria, y la comunidad internacional, incluídos los Estados Unidos de Donald Trump, concluyeron que entre el autoritarismo, la persecución política, la ineptitud y la corrupción sólo faltaba que el demonio llegara para escoger.

Eva Copa no había sido lo corajuda y consecuente que nos figurábamos quiénes advertimos esos gestos caracterizados por la valentía y el espíritu de lucha, y digo esto porque la presidenta del Senado que en primera instancia encontró su oficina ocupada por “mediadores” diplomáticos y de la iglesia católica, fue colaborada por algunos de sus colegas, senadores y diputados, que se convirtieron en soplones de los golpistas en la primera etapa del gobierno de facto. En alguna oportunidad Arturo Murillo, entre su repertorio de desfachateces, se mandó la siguiente arfirmación: “Parece que Eva está enamorada de mí”.  Es obvio que tal cosa es producto del ego mal esculpido del ex Ministro, pero lo que se sabe es que cuando fueron colegas en el Senado, y no existían atisbos de un golpe de Estado, Copa y Murillo se reunían en plan muy amistoso, risotadas de por medio.

La llegada del activista de derechos humanos de Argentina, Juan Grabois, que junto con una comitiva de observadores arribó al país diecinueve días después del golpe, fue inicialmente respaldada por Eva Copa en su condición de presidenta del Senado. Una vez arribados al país, luego de ser amedrentados y amenazados en el aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra, la ahora candidata a Alcaldesa por la agrupación Jallalla en la ciudad de El Alto, decidió no abrirle la puerta a Grabois y a sus acompañantes, dejándolos librados a su suerte. La brillante conclusión de un editorial sobre este grupo de activistas es que “hay un desagradable complejo de superioridad de la izquierda argentina” (El fallido informe de Juan Grabois, Página Siete, 9 de diciembre de 2019), pero  lo cierto es que estos supuestos agrandados que llegaron desde Buenos Aires, fueron de los primeros en empezar a preguntar que había sucedido en Sacaba y en Senkata.

Evo Morales llamaba a diferentes celulares desde México y Argentina pidiendo hablar con Eva Copa, quién en principio aceptaba las comunicaciones hasta que en determinado momento habría decidido no contestar más y de esta manera el nexo entre el refugiado ex presidente y la  titular del Senado fue interrumpido hasta el día en que el escenario político nacional fue revertido por el triunfo del MAS en las elecciones del 18 de octubre. Cuando la incomunicación ya era un hecho sostenido, los efectivos de la seguridad policial de Eva fueron sustituídos con el propósito de impedirles el paso a quienes mantenían línea directa con México y Buenos Aires. Se trataba de cortar relaciones con todo lo que quedaba de masismo operativo en la Asamblea Legislativa.

Tenemos entonces una Eva real y una Eva mediática. La real dice que se acomodó lo mejor que pudo cuando Jeanine iniciaba su presidencia. La mediática, a la que me referí hace dos meses, era la valiente contestataria que con un par de gestos logró posicionarse en el escenario alteño, según las cuestionadas encuestas, como la mejor opción del MAS para llegar al municipio en las elecciones del 7 de marzo. No sabemos si por errónea evaluación política, por legítima indignación o por las dos cosas, Evo Morales y quienes decidieron las candidaturas, la sacaron del ruedo. Según la información de esos mismos estudios de opinión, la señora Copa no ganará: Arrasará. Y si el partido azul logra un concejal en la nueva composición edil alteña, será mucho. Hay quienes piensan que el Concejo íntegro quedará en manos de Jallalla, el partido del recientemente fallecido Mallku, Felipe Quispe, tardío maestro de Eva en las últimas horas de su vida .

Alteños y alteñas están convencidos que Eva Copa es una heroína. De lo que no hay duda es de su notable cintura política para acomodarse a cada circunstancia. ¿Cuál es la verdadera Eva?



Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón, el 27 de febrero 

El dilema de Bolivia: ¿Fraude o golpe?

 

De regreso a la normalidad democrática hace ya más de cien días,  y con el rebrote de la pandemia, el gobierno del presidente Luis Arce Catacora encara la emergencia sanitaria con medidas prácticas de adquisición de pruebas antígeno nasales y vacunas que han comenzado a llegar a Bolivia, con el objetivo inicial de proteger a médicos y personal con responsabilidades en la salud pública y privada.

En medio de la segunda ola de la Covid-19, y con la prioridad de atender la salud junto con la reactivación económica a través de la búsqueda del fortalecimiento del mercado interno, en el país continúan instaladas las llamadas narrativas del fraude por el que fue derrocado Evo Morales el 10 de noviembre de 2019, y del Golpe de Estado con el que Jeanine Añez se instaló inconstitucionalmente en el poder dos días después.

El informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) y las pesquisas realizadas a través de las fiscalías departamentales han dado lugar a concluír que no existen pruebas suficientes que puedan convertirse en materia justiciable para enjuiciar a los presuntos autores del supuesto fraude, en este caso, al propio ex presidente Morales, a su ex vicepresidente Alvaro García Linera, a algunos de quienes fueran sus ministros de mayor confianza, y a las autoridades nacionales y regionales del Tribunal Supremo Electoral.

En esta evolución de los acontecimientos, vocales electorales de Santa Cruz, Beni y La Paz fueron liberados de detenciones preventivas y domiciliarias al haberse establecido la falta de evidencias que puedan demostrar de manera concreta y precisa en qué habría consistido el fraude que se convirtió en el detonante para la caída de Evo a partir de una concertación civil, militar y policial, caracterizada por movilizaciones callejeras y motines con los que se consumó la desobediencia de las fuerzas del orden y de la seguridad nacional que aceleraron la salida del entonces presidente del territorio nacional con una “sugerencia” de renuncia planteada por Williams Kalimán, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, quién cuarenta y ocho horas después imponía la banda presidencial a Añez en una irregular sesión del Senado instalada sin el quorum reglamentario.

Las cabezas de la oposición al nuevo gobierno del MAS, insisten, sin embargo, en que se forzó la renuncia de Evo debido a un fraude de grandes proporciones –“monumental” le llama el derrotado candidato de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa--, lo que justificaría la defenestración que en las próximas semanas puede convertirse en un juicio de responsabilidades contra la ex presidenta y ex candidata presidencial, y ahora candidata a gobernadora del departamento del Beni, por haber usurpado funciones violando los artículos 169 y 170 de la Constitución Política y el Reglamento del Senado, al haberse vulnerado la sucesión constitucional en la que no se encuentra consignada la segunda vicepresidencia de la Cámara Alta que ejercía Añez, debido a que la norma indica que la misma contempla al Presidente, al Vicepresidente, y a los presidentes de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Diputados, figura legal que los medios de comunicación afines a los sectores opositores al movimiento popular boliviano, se han encargado de invisibilizar, dada la contundencia de su objetividad.

El Tribunal Constitucional boliviano emitió un comunicado sin legalidad ni carácter vinculante, como lo manifestara el Magistrado Petronilo Flores en febrero de 2020 en su comparecencia ante la Comisión de Justicia Plural de la Cámara de Diputados:   "Es un comunicado que no tiene ninguna relevancia jurídica. El Código Procesal Constitucional solamente reconoce como vinculantes las sentencias constitucionales plurinacionales, las declaraciones constitucionales y los autos constitucionales. Ese comunicado, señora presidenta (de la Comisión), a la pregunta, no es vinculante.”El mismo Magistrado Flores enfatiza que el comunicado que viabilizó  la asunción de Añez a la presidencia del Estado Plurinacional, “no avala en concreto ningún nombre y carece de relevancia jurídica.”

En la batalla mediática por imponer “narrativas”, los opositores ahora enfrascados en campañas para las elecciones de Gobernadores y Alcaldes a celebrarse el 7 de marzo, no darán su brazo a torcer y seguirán sosteniendo que en Bolivia hubo un fraude encabezado por Evo Morales aunque no puedan demostrarlo fáctica y y jurídicamente, mientras que las organizaciones sociales reafirmarán su convencimiento de que no sólo hubo golpe de Estado, sino que a continuación se instaló un régimen de facto que hizo de la persecución política, el principal instrumento de criminalización de dirigentes sindicales, militantes del Movimiento al Socialismo (MAS) y ciudadanos afines al llamado Proceso de Cambio que gobernó el país entre 2006 y 2019.

Los indicios son claros en sentido de que si bien es posible que Evo Morales no hubiera ganado las elecciones anuladas de 2019 por la diferencia necesaria para consolidar el triunfo en primera vuelta, ya casi no quedan dudas que aunque fuera por una menor diferencia, las ganó contra el mismo candidato, Carlos Mesa, que un año después sería nuevamente derrotado por el sucesor de Evo en la candidatura presidencial, Luis Arce Catacora, esta vez por un abrumador 55. por ciento contra un 28, lo que le permitió una indiscutible victoria en primera vuelta.  

El antecedente complementario del carácter autoritario del gobierno de Añez dice que su gobierno consideró la posibilidad de cerrar la Asamblea Legislativa Plurinacional, versión no confirmada, recinto institucional en el que con los dos tercios mayoritarios en ambas cámaras, el Movimiento al Socialismo (MAS) frenó una serie de intentos gubernamentales de imposición en  materia de contratación de deuda externa y hasta la lista de ascensos a generales del Ejército que se dirigieron en uniformes de combate hacia el edificio congresal a objeto de arrancar la aprobación de los mismos con intimidaciones que caracterizaron el combate a la pandemia con una exhibición de fuerza con efectivos uniformados en las calles de las ciudades durante los once meses que se mantuvo el régimen de facto en Bolivia.   




Originalmente publicado en Noticias para América Latina y el Caribe (NODAL), Buenos Aires, Argentina el 20 de febrero

La batalla de las narrativas

 

“Rashomon” de Akira Kurosawa (Japón, 1950) rompe moldes de la  narrativa cinematográfica porque presenta tres versiones distintas –tres finales a elegir por el espectador—de una violación y de un asesinato. La película tiene un soporte de guión tan extraordinariamente sólido, que cualquiera de las tres podría asumirse como un final verosimil.  No es el caso de la política boliviana en la que domina la tosquedad de unos operadores político mediáticos que para despercudir sus conciencias, machacan con versiones que buscan rebatir la verdad de lo sucedido el 10 de noviembre de 2019.

En esa carrera por buscar la expiación de sus pecados, quienes se aferraban al justificativo del fraude para sacar a Evo Morales del gobierno, la OEA y las investigaciones del Ministerio Público en organismos electorales departamentales, no han permitido una versión con las debidas pruebas que nos informen que el fraude que se habría perpetrado en las elecciones del 20 de octubre, le permitió a Evo Morales aparecer con dos, tres o más puntos de los debidos sobre el segundo, Carlos Mesa. No hay nada de eso, a quince meses de los acontecimientos desatados por las precipitadas y tendenciosas declaraciones del jefe de la misión de observadores del organismo interamericano, Manuel Gonzáles, que se refirió a un sospechoso cambio de tendencia en los números de la votación, en el momento en que los vocales del Tribunal Supremo Electoral decidieron suspender el conteo rápido no oficial, que derivó en el asalto a las sedes de tribunales departamentales, varios de ellos incendiados, a partir de la instigación del propio Mesa, que nunca admitirá, ya lo sabíamos, que en esa elección perdió, probablemente no por la diferencia necesaria para evitar la segunda vuelta, pero así de claro y terminante: perdió.

No se trata entonces de oponer las narrativas del fraude y del golpe. Se trata de aceptar la verdad histórica a partir de hechos concretos y objetivables, y si hay algo que los viabilizadores del gobierno de transición no podrán rebatir jamás, incluídos los chambones columnistas de la prensa que en ese momento se hizo golpista, es que la Constitución Política del Estado fue violada en sus artículos 169 y 170, lo mismo que el Reglamento de la Cámara de Senadores con la fabricación de un comunicado del Tribunal Constitucional que se pasó por el forro la Carta Magna. En suma, no se trata de narrativas, esto es, de versiones de acuerdo al color del cristal con que se mire, sino más bien de una serie de acontecimientos que del golpe de Estado nos llevan al gobierno de facto cuando se producen masacres como las de Senkata, Sacaba y El Pedregal, cuando se persigue, encarcela, criminaliza y extorsiona a ciudadanos afines de organizaciones sociales al MAS, cuando se decide utilizar la crisis sanitaria contra la pandemia para policializar y militarizar zonas urbanas y rurales a fin de cazar a “sediciosos”, “terroristas” y “narcotraficantes”.

El fraude no ha sido demostrado, aunque se hayan encontrado hechos irregulares propios de cualquier proceso eleccionario, subrayando, como corresponde, las torpezas irreparables cometidas por el Tribunal Supremo Electoral. Pero de lo que sí hay abundantes pruebas es de la suspensión del Estado de Derecho, producto de una sucesión ilegal, encabezada especialmente por el ministro de gobierno,  Arturo Murillo, que en lugar de buscar caminos de autentica pacificación, adoptó el matonaje político como sello gubernamental de la decorativa presidenta Añez, en su doble condición de presidenta y candidata,  razón por la cuál el edificio de la derecha se vino abajo en un abrir y cerrar de ojos con el propio Mesa afirmando que la habilitación de Jeanine para la carrera electoral, daba lugar a pensar que efectivamente se habría tratado de un golpe de Estado. Sería bueno para el dos veces derrotado candidato de Comunidad Ciudadana que lograra ponerse de acuerdo consigo mismo.

Las “narrativas” pertenecen a la esfera de la ficción literaria, no a la de la vida diaria de la gente, pero como se impone la tendencia de ponerles nombres pretendidamente sofisticados a las cosas en tiempos de posverdad, resurge la conocida tropa de agentes mediáticos en el propósito de marear la perdiz. No hay narrativa del fraude, ni fraude.  No hay narrativa del golpe, y sí un golpe de Estado comprobable que hizo de Bolivia, para decirlo condescendientemente, como lo afirmara The Economist, una democracia “híbrida”, con solamente la Asamblea Legislativa Plurinacional como bastión institucional de la resistencia popular que logró, con movilizaciones y bloqueos, la realización de nuevos comicios para el 18 de octubre de 2020.



Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón, el 13 de febrero

El coleccionista de muñequitos

 Iván Arias Durán es candidato a Alcalde de La Paz por ningún partido político, y sí por la agrupación ciudadana Somos Pueblo de Rafael Quispe, sigla que le permite piso legal para habilitarse a las elecciones subnacionales del próximo 7 de marzo. Durante los catorce años en que Evo Morales gobernó el país, Arias se las rebuscó para convertirse en nostálgico opinador desde el viejo orden, utilizando cierto tipo de elementos didácticos en el afán de hacerse entendible y simpático. Por lo menos así lo creía él.

Digamos que Arias creyó subir al podio de la creatividad utilizando reproducciones a escala de los avengers, esos personajes del imperio del espectáculo cinematográfico, bajo cuyos disfraces podría encontrarse a más de un agente de la CIA, en el plan de ejecutar sus ejemplificaciones opositoras, provocando las risas complacientes de detractores recalcitrantes al MAS y de las otras, esas que se encargan de hacer notar cuándo un personaje público tiene una ilimitada capacidad para no temerle al rídiculo.

Lo que casi nadie sabe es que el ex Ministro de Obras Públicas del gobierno de facto presidido por Jeanine Añez es autor de “Emergencia e interpelación india”, documento reeditado por Félix Cárdenas, en su momento Viceministro de Descolonización, en el que  destaca las reflexiones hechas por Arias en 1989, a propósito de las realizaciones de los congresos de la Confederación Sindical Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y de la Central Obrera Boliviana (COB) cuando las organizaciones sociales “comenzaban a perderle miedo a la política”. Vaya sensibilidad y acercamiento que se le desconocía al “Negro”, como suele autonombrarse, que en su momento fuera cercano al dirigente campesino Genaro Flores y Secretario Privado de Victor Hugo Cárdenas, cuando este ejerció la vicepresidencia de la República en el primer gobierno de Sanchez de Lozada, para luego relacionarse con el gobierno de Banzer y Tuto Quiroga.

La traslación de Arias desde los escenarios del movimiento popular hacia los reductos de la partidocracia y el poder neoliberal, conformada por partidos del centro hacia la derecha, no sería un asunto del cuál ocuparse especialmente, si de conversos hablamos, pero el día en que en una entrevista nocturna concedida a la red televisiva Bolivisión, cuando ya estaba cantada su candidatura, preguntó “¿A quién pues hemos perseguido”?, quedó confirmado que se había tratado de una impostura debido a que la Resolución Defensorial DP/RD/NAL/2020 del 11 de diciembre de 2020, lo incluye, junto a su ex colega de la presidencia y antecesor en el cargo, Yerko Nuñez, y al ex gerente de Mi Teleférico, Andrei Bonadona, directamente vinculado a la gestión del Alcalde Luis Revilla, como autor “de persecución política, destinada a lograr la aprehensión (de Cesar Dockweiler, ahora su principal adversario en la carrera por la Alcaldía), desprestigiarlo y anularlo políticamente manifestando que fue víctima de las siguientes acciones: Amenazas a la integridad física. “Fabricación”de denuncias penales. Inicio de procesos penales. Vulneraciones al debido proceso. Uso de medios de comunicación para desprestigio. Hostigamiento al entorno familiar.”

 En la Resolución de la Defensoría del Pueblo pueden encontrarse testimonios sobre cómo Arias junto a su colega Nuñez, pretendieron buscar maneras de anular políticamente al que ahora, según encuestas, le lleva la delantera en las preferencias para alcanzar la silla municipal de La Paz, a través de la búsqueda de personeros de la mismísima empresa Mi Teleférico a quienes se presionó para intentar incriminar a su gerente fundacional de inexistentes hechos de corrupción, sedición y terrorismo.

¿Habrá que suponer que los vengadores de Hollywood llegarán a rescatar al “Negro” Arias, que había resultado ser uno más de los persecutores políticos del inconstitucional gobierno de transición del que formaba parte? ¿O estará en condiciones de afirmar mirando de frente a sus potenciales electores que la Resolución de la Defensoría no dice la verdad? ¿Seguirá teniendo la templanza y la frente altiva, este coleccionista de muñequitos, de pedirle al candidato Waldo Albarracín que deponga su candidatura por Comunidad Ciudadana para garantizar  la unidad del voto contra el MAS? Parece difícil, porque si de algo no se podrá acusar al ex Defensor del Pueblo y ex Rector de la UMSA, es de violador de los derechos humanos.

En estos treinta y nueve años de democracia (menos uno), ya se sabe con mínimos márgenes de error, quiénes persiguieron politicamente a quienes. Parece haber llegado el tiempo de desterrar definitivamente práctica tan destructiva repleta de atropellos e ilegalidades y que se pueda imponer la lógica del debido proceso y la correspondiente persecución judicial cuando se trata de combatir delitos. Como el caso de Iván Arias abundan muchísimos otros: Graciosos y políticamente correctos frente a micrófonos, caminando con puñales bajo el poncho en la vida real.



Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón, el 30 de enero 




Jota Ere

 

Los reagrupamientos en el MAS – IPSP han dado lugar a un par de decisiones emergidas por unanimidad, una vez alcanzado el triunfo de Arce y Choquehuanca para acceder a la presidencia y la vicepresidencia del Estado: El entorno de Evo Morales no debe retornar al poder y  los que ya fueron ministros no podrán volver a serlo en el marco de una voluntad renovadora y de un pedido de cuentas para quienes habrían sido partícipes o autores de la erronea decisión de desoír la voluntad electoral del 21 de febrero de 2016 que por mayoría decidió no habilitar una nueva postulación a la presidencia de quién ya había ganado tres elecciones consecutivas.

Las medias verdades suelen ser más nocivas que las altisonantes mentiras y en ese sentido, el culpar a un grupo palaciego de lo que hizo o dejó de hacer Evo Morales y que condujo a un quebrantamiento de la constitucionalidad boliviana encabezado por Mesa-Camacho-Doria Medina-Quiroga, será atribuible a equivocadas decisiones unipersonales --Evo es el responsable de Evo y nadie más-- y no a supuestos calentamientos de cabeza ejercitados por sus cercanos, esos a los que se les llama llunkus en idioma quechua y han practicado con sistemático entusiasmo la zalamería para conveniencias personalísimas.

El entorno inmediato de Evo era muy peculiar en tanto estaba compuesto no por un coro polifónico, sino por un puñado de solistas, cada uno con estilo y orientaciones propias, fuera por intereses materiales concretos o por ámbitos de actuación especializada, y en ese marco, la figura de Juan Ramón Quintana destaca por encima del resto, debido a su cotidiana influencia en la construcción discursiva antiimperialista. Si comparamos las alocuciones de Evo con las de su equipo de colaboradores más cercano, la retórica anticolonial, contra la derecha neoliberal y contra todo lo que significara “Imperio” estaba provista por la influencia de este sociólogo y militar tempranamente retirado de las Fuerzas Armadas con grado de capitán, encargado de manejar asuntos estratégicos gubernamentales con especial influencia en el oriente y en la Amazonía bolivianas.

Quienes atribuyen a Jota Ere, como se le llamaba en los pasillos políticos de entonces, cualidades maléficas orientadas a la caza de reaccionarios de todos los matices, no saben, por ejemplo, que su manera de encarar y concebir las cosas era distinta y muchas veces contrapuesta a la de su colega de Gobierno, Carlos Romero, y que jamás se le pasaría por la cabeza escribir para un medio de comunicación que forma parte de lo que él mismo etiquetó como “Cártel de la mentira”, como sí lo hace otro de los componentes de ese entorno, el que fuera Procurador y Ministro de Justicia, Héctor Arce.

Quintana ha sido pues, un brazo fundamental del evismo, especialmente en períodos turbulentos cuando los cívicos y los prefectos, ahora gobernadores, conversaban fluidamente con la embajada de los Estados Unidos para desestabilizar a un gobierno que fue capaz de reproducir el poder en dos oportunidades consecutivas (2009 y 2014) y desde el que se instaló una hegemonía parlamentaria como nunca antes había sucedido en la historia republicana del país. Controversial por su manera frontal y virulenta de encarar a sus adversarios de circunstancia, se convirtió en el trofeo más afanosamente perseguido por el murillismo, objetivo imposibilitado por la obtención de asilo político en la embajada de México en La Paz. Se lo buscaba por sedición y terrorismo, con una endeble y poco seria base de sustentación como esa expresión que todavía debe retumbar en las cabezas más reacccionarias que mal gobernaron el país entre fines de 2019 y octubre de 2020, que decía que Bolivia se convertiría en un “Vietnam moderno” para resistir la arremetida golpista de la derecha en la que confluyeron militares, policías, la derecha partidaria y el fascismo cívico atrincherado en Santa Cruz de la Sierra.

Evo ha dejado de ser presidente hace catorce meses y por lo tanto el tan mentado entorno ha dejado de existir, aunque por supuesto, cada una de sus figuras mantiene vínculos por separado con el jefe del MAS-IPSP, considerando que el actual presidente del Estado Plurinacional, Luis Arce Catacora, no fue parte de ese entorno, en tanto su peso específico lo perfiló como maestro de Economía del líder cocalero, y la política económica funcionó a través de una combinación de tecnocracia e ideología que le permitió al país, indicadores competitivos en el espectro continental. Para el presidente Arce, está claro que la voz partidaria debe respetarse, y nadie del entorno evista forma parte de los ámbitos de influencia gubernamentales en la actualidad, situación que aconseja a Jota Ere, en primer lugar, continuar reinventandosé en el campo de la lucha contra el imperialismo y la antinación.



Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón, el 16 de enero

 

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  Ha sucedido en distintas latitudes que varios creadores audiovisuales fueron advertidos a través de preguntas formuladas por la crítica es...