¿Llegará el día
en que Evo Morales asuma sin excusas que un apreciable número de seguidoras y
seguidores suyos quedaron en estado de indefensión cuando instruyó la renuncia
de quienes alcanzaban la sucesión constitucional (Senado y Diputados) “para que
los golpistas se quedaran con su golpe”? Las señales dicen que no. Que el
presidente vitalicio de las seis federaciones cocaleras del subtrópico
cochabambino no quiere enterarse del desgraciado destino que tuvieron que
soportar a partir de persecuciones políticas y extorsiones judiciales, entre
otros argumentos, para defender su liderazgo histórico, mientras él disponía de
muchas horas diarias para tuitear desde Buenos Aires. Valiosas y valiosos cuadros del mejor momento
del masismo en el gobierno ( 2006-2014) fueron abandonados a su suerte,
soportando, hasta ahora, detenciones preventivas, detenciones domiciliaras, y
peor todavía, desde la esfera interna, vetos partidarios.
En el contexto
de las incongruencias masistas, se sabe, por ejemplo, de un ex viceministro que
poco y nada aportó con su trabajo a la transformaciones del Estado en su área,
que en su nueva calidad de asesor decidió apartar de su trabajo a un funcionario
estatal por el sólo hecho de haber aparecido en una selfie junto a un individuo
tildado de pitita, cuándo este sujeto había dado inequívocas señales de
alineamiento. Este ejemplo pinta de
cuerpo entero cuánto de inórganico tiene el nuevamente partido de gobierno, en
el que tantas veces se ha premiado el oportunismo y se ha castigado la lealtad
incondicional y la responsabilidad funcionaria. En este contexto varias y
varios masistas decidieron dejar la política o cuando menos, la militancia en
el partido azul.
Dice Evo Morales
que ahora queda claro quienes estaban en el MAS nada más que por cargos. ¿No
será que en este caso se aplica lo de la paja en ojo ajeno y no la viga en el
propio? Porque hasta donde tenemos registrado, Evo se aferraba con uñas y
dientes al cargo de Presidente, objetivo para el cuál ocasionó el embarrancamiento del Tribunal
Constitucional que el 28 de noviembre de 2017 lo habilitó como candidato
presidencial, decisión con la que se perforó un referéndum en el que se impuso
el No a una nueva reelección. Así que, si a Evo le ha dolido la partida de Eva
en busca de su legítima aspiración en base a méritos propios, aceptando ser
candidata a Alcaldesa de El Alto por otra tienda política, tendrá que aceptar
que la ex presidenta del Senado, reducto desde el que defendió al MAS con su
decisión de lucha contra el golpismo, no quiere una “pega”, sino más bien, ser
electa por voluntad popular, aunque el
precio sea el de la expulsión por indisciplina partidaria.
En el MAS –único
partido nacional del país-- se ha producido como nunca en la última década, una
intensa y febril deliberación democrática para la determinación de candidaturas
a gobernaciones y alcaldías, sin explícitas reglas de juego institucionales, con
la influencia del caudillo y los criterios de las bases que se mezclan para en
unos casos arribarse a decisiones concertadas y en otros, a rupturas
inevitables. Es el caso del departamento de Santa Cruz en el que quien fuera
Alcalde de Warnes, Mario Cronenbold, ha terminado inscrito como candidato a
Gobernador, a quince días de haber proclamado y levantado en andas al
presentador televisivo Pedro García con la presencia de Evo, pero que de
militancia masista tiene nada y en su momento, desde la Red Uno, fue uno de los
conductores televisivos encargado de las encerronas mediáticas contra
dirigentes de organizaciones sociales y que conforme transcurrieron los años,
fue migrando en materia de visión de país, lo que le permitió perfilarse como
potencial candidato finalmente inscrito para Vicegobernador, no se sabe
exactamente si por imposición del jefazo, influencia de algunos sectores, o la
combinación de ambos factores.
Evo ha hecho y ha
desecho en el MAS con el liderazgo y la legitimidad que le otorgaron sus tres aplastantes
triunfos en las urnas, pero ese tiempo ha fenecido y ahora ejerce la conducción
que las federaciones cocaleras del Chapare le otorgan, teniendo que aceptar,
como jefe del MAS, otros liderazgos, como el de David Choquehuanca, respaldado
por la legitimidad institucional de la Vicepresidencia del Estado, con
participación e influencia en el Pacto de Unidad, ese acuerdo de organizaciones
monolítico que la derecha no supo copiar en más de una década.
Evo debe estar
persuadido que volverá a ser candidato a la presidencia en 2025. Van a suceder
muchas cosas en los próximos cinco años y entre ellas se producirá un
inevitable relevo generacional con la emergencia de nuevos andrónicos y otras
evas. A estas alturas, a Evo le queda ejercer el cargo de jefe del MAS con magnanimidad,
contribuyendo a perfilar su partido más allá de él mismo. Es lo que les toca a
quienes aspiran trascender en el tiempo con su legado.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el sabado 02 de enero de 2021