sábado, 2 de enero de 2021

El cargo de Evo

 

¿Llegará el día en que Evo Morales asuma sin excusas que un apreciable número de seguidoras y seguidores suyos quedaron en estado de indefensión cuando instruyó la renuncia de quienes alcanzaban la sucesión constitucional (Senado y Diputados) “para que los golpistas se quedaran con su golpe”? Las señales dicen que no. Que el presidente vitalicio de las seis federaciones cocaleras del subtrópico cochabambino no quiere enterarse del desgraciado destino que tuvieron que soportar a partir de persecuciones políticas y extorsiones judiciales, entre otros argumentos, para defender su liderazgo histórico, mientras él disponía de muchas horas diarias para tuitear desde Buenos Aires.  Valiosas y valiosos cuadros del mejor momento del masismo en el gobierno ( 2006-2014) fueron abandonados a su suerte, soportando, hasta ahora, detenciones preventivas, detenciones domiciliaras, y peor todavía, desde la esfera interna, vetos partidarios.

En el contexto de las incongruencias masistas, se sabe, por ejemplo, de un ex viceministro que poco y nada aportó con su trabajo a la transformaciones del Estado en su área, que en su nueva calidad de asesor decidió apartar de su trabajo a un funcionario estatal por el sólo hecho de haber aparecido en una selfie junto a un individuo tildado de pitita, cuándo este sujeto había dado inequívocas señales de alineamiento.  Este ejemplo pinta de cuerpo entero cuánto de inórganico tiene el nuevamente partido de gobierno, en el que tantas veces se ha premiado el oportunismo y se ha castigado la lealtad incondicional y la responsabilidad funcionaria. En este contexto varias y varios masistas decidieron dejar la política o cuando menos, la militancia en el partido azul.

Dice Evo Morales que ahora queda claro quienes estaban en el MAS nada más que por cargos. ¿No será que en este caso se aplica lo de la paja en ojo ajeno y no la viga en el propio? Porque hasta donde tenemos registrado, Evo se aferraba con uñas y dientes al cargo de Presidente, objetivo para el cuál  ocasionó el embarrancamiento del Tribunal Constitucional que el 28 de noviembre de 2017 lo habilitó como candidato presidencial, decisión con la que se perforó un referéndum en el que se impuso el No a una nueva reelección. Así que, si a Evo le ha dolido la partida de Eva en busca de su legítima aspiración en base a méritos propios, aceptando ser candidata a Alcaldesa de El Alto por otra tienda política, tendrá que aceptar que la ex presidenta del Senado, reducto desde el que defendió al MAS con su decisión de lucha contra el golpismo, no quiere una “pega”, sino más bien, ser electa por voluntad popular, aunque el  precio sea el de la expulsión por indisciplina partidaria.

En el MAS –único partido nacional del país-- se ha producido como nunca en la última década, una intensa y febril deliberación democrática para la determinación de candidaturas a gobernaciones y alcaldías, sin explícitas reglas de juego institucionales, con la influencia del caudillo y los criterios de las bases que se mezclan para en unos casos arribarse a decisiones concertadas y en otros, a rupturas inevitables. Es el caso del departamento de Santa Cruz en el que quien fuera Alcalde de Warnes, Mario Cronenbold, ha terminado inscrito como candidato a Gobernador, a quince días de haber proclamado y levantado en andas al presentador televisivo Pedro García con la presencia de Evo, pero que de militancia masista tiene nada y en su momento, desde la Red Uno, fue uno de los conductores televisivos encargado de las encerronas mediáticas contra dirigentes de organizaciones sociales y que conforme transcurrieron los años, fue migrando en materia de visión de país, lo que le permitió perfilarse como potencial candidato finalmente inscrito para Vicegobernador, no se sabe exactamente si por imposición del jefazo, influencia de algunos sectores, o la combinación de ambos factores.

Evo ha hecho y ha desecho en el MAS con el liderazgo y la legitimidad que le otorgaron sus tres aplastantes triunfos en las urnas, pero ese tiempo ha fenecido y ahora ejerce la conducción que las federaciones cocaleras del Chapare le otorgan, teniendo que aceptar, como jefe del MAS, otros liderazgos, como el de David Choquehuanca, respaldado por la legitimidad institucional de la Vicepresidencia del Estado, con participación e influencia en el Pacto de Unidad, ese acuerdo de organizaciones monolítico que la derecha no supo copiar en más de una década.

Evo debe estar persuadido que volverá a ser candidato a la presidencia en 2025. Van a suceder muchas cosas en los próximos cinco años y entre ellas se producirá un inevitable relevo generacional con la emergencia de nuevos andrónicos y otras evas. A estas alturas, a Evo le queda ejercer el cargo de jefe del MAS con magnanimidad, contribuyendo a perfilar su partido más allá de él mismo. Es lo que les toca a quienes aspiran trascender en el tiempo con su legado. 



Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el sabado 02 de enero de 2021

 

Cesar Dockweiler: “Entre 2012 y 2019 construimos la red de teleféricos más extensa del mundo”

El régimen de facto de Bolivia, presidido por Jeanine Añez, pero fundamentalmente administrado por su ministro de Gobierno, Arturo Murillo, se lanzó a la caza de militantes, dirigentes sindicales, empresarios y profesionales que mantuvieran sintonía con el Movimiento al Socialismo (MAS) durante los once meses que gobernaron Bolivia. El caso del que fuera gerente de “Mi Teleférico”, Cesar Dockweiler, es una demostración de la manera obsesiva, inconsistente y atrabiliaria con la que obró el gobierno transitorio persiguiendo sin sustento a quienes formaron parte del proceso encabezado por Evo Morales desde 2006. En esta entrevista con NODAL Dockweiler explica su caso.

¿Por qué se fue de Bolivia luego de encabezar un proyecto tan grande como el del teleférico?

En Bolivia se empezó a implementar un modelo económico que dio grandes resultados como el crecimiento con récords en la región, que facilitó que el gobierno supiera encarar diferentes inversiones con el propósito de mejorar la calidad de vida de la población. En ese contexto, se presentaba el gran desafío de revolucionar el transporte y la movilidad urbana y fue así que el teleférico se hizo realidad, desde 2012 hasta 2019 habíamos construido la red de teleféricos más extensa del mundo, con récords de pasajeros transportados. En poco tiempo se convirtió en un referente internacional, uno de los proyectos más importantes en movilidad urbana que se han instalado en la última década a nivel mundial.

¿Y por ello decidieron perseguirlo?

Todo ocurre cuando en los acontecimientos de octubre y noviembre de 2019 se provoca un golpe de Estado a través de movimientos civiles y policiales, principalmente, quienes obligan al ex presidente Evo Morales a presentar su renuncia. Yo tomé en ese momento la decisión inmediata de no quedarme un solo segundo con un gobierno de facto, que dejaba advertir que se iba a provocar enfrentamientos entre bolivianos y que eso desataría violencia, razón por la que presenté mi renuncia. Como tenía 57 días acumulados de vacaciones de los que no había hecho uso, los solicite para salir a descansar después de siete años de un arduo trabajo. Lo extraño fue que, cuando estábamos de vacaciones con mi familia, nos enteramos que desde el gobierno golpista, me habían iniciado dos procesos penales con una celeridad infrecuente en la justicia boliviana, se había activado el Sello Azul de Interpol.

¿Es cierto que buscaban encarcelarlo por la producción de un video?

La instrucción política era “busquen lo que sea para iniciarle procesos penales a Dockweiler”. Ex trabajadores del teleférico me informaban que personeros de la Fiscalía buscaban y preguntaban sin encontrar nada en los procesos administrativos que revisaron. Husmearon debajo de las alfombras hasta que encontraron “El Laboratorio Audiovisual”, un proyecto en el marco del programa Cultura Teleferico, que buscaba conectarse con la población para lograr empoderamiento con respecto a este su sistema de transporte, destinado principalmente a los jóvenes, con actividades de danza, música, lectura, deportes y también habíamos incursionado en el área audiovisual. Enviaron a una asesora externa de la nueva administración, que, por su condición, está legalmente impedida de participar en un proceso de denuncia. Se trasladó al Laboratorio Audiovisual, se amenazó a los trabajadores que estaban allí, hizo decomisar una computadora –sin un procedimiento establecido con un juez– que tenía guardadas algunas imágenes que utilizaron para acusarme de uso indebido de bienes del Estado con el forzado pretexto de que se había elaborado un spot de campaña electoral, cuando en realidad se trataba de un mensaje reflexivo sin color partidario. Increíble pero cierto.

¿Cuándo se fue de Bolivia, cuándo retorno y cuánto daño le ha causado la persecución de la que fue víctima?

Yo salí de Bolivia de vacaciones hacia Perú en un vuelo regular en aerolínea comercial desde el aeropuerto de El Alto con todos los trámites correspondientes; es decir, migración y aduana. Salí tres días después del golpe de Estado. Estando fuera ya, y programando chequeos médicos que me hacía habitualmente cada año, me sorprendí al enterarme de que me habían iniciado estos procesos, de manera acelerada, con órdenes de aprehensión. Allí decidí quedarme fuera del país. A partir de entonces empecé a desarrollar actividades online enviando más de doscientas cartas a diferentes instancias nacionales e internacionales como la CIDH, la Alta Comisionada de Naciones Unidas y la Defensoría del Pueblo, varias de las cuales lamentablemente no responden de manera inmediata.

Durante este tiempo he aprendido que la persecución política causa daños a la persona y a su entorno familiar. Causa daño a otras personas con las que se tiene cercanía, trabajadores, amigos, que han sido parte del entorno laboral en los últimos años. Ahora me encuentro empeñado en generar espacios de reflexión para que en Bolivia se acabe para siempre la persecución política. Es obvio que los vicios procedimentales y la falta de sustento jurídico en las acusaciones de las que fuí víctima, en el marco de una justicia razonable que respeta el debido proceso, no tienen pies ni cabeza por lo que es imposible que pueda prosperar un juicio penal con esas características.




Originalmente publicada el 14 de diciembre de 2020 en Noticias de América Latina y El Caribe (NODAL)

La Presidenta Eva

 

No hay mejor tontómetro que el de los alucinados con lo que hace o deja de hacer el MAS. Esos cultores de lo obvio afirman que la  ruptura del partido azul se encuentra a la vuelta de la esquina debido a últimas batallas por candidaturas a alcaldías, con exhibición amenazante de quimsacharanis, sillas voladoras de plástico muy barato que le pegan hasta al propio Evo Morales y desconocimientos a decisiones cupulares, sencillamente porque el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP) es una convergencia/divergencia de pareceres, por sus características corporativas nutridas de componentes caracterizados por lógicas que van desde lo étnico cultural hasta lo político sindical.

El MAS ha ganado nuevamente las elecciones presidenciales porque su militancia y sus simpatizantes de grados distintos lo consideran suyo: Ni repitiendoló hasta el cansancio el conservadurismo comprende que ellas y ellos no son del MAS, que el MAS-IPSP es de ellas y ellos. Como la Madre Tierra. Como la Pachamama. Lo tienen penetrado en lo más profundo de sus creencias y por ello, ganan elecciones nacionales desde hace quince años con guarismos aplastantes que superan el 50 por ciento, así que quienes crean que una reyerta por candidaturas, propia de una organización amplia por su plurinacionalidad y por sus intereses diversos y a veces contrastados, va a tumbar su unidad, prefieren seguir sometidos al tontómetro de los lugares comunes y la incapacidad interpretativa.

El pedazo de institucionalidad democrática que se mantuvo en pie durante los  oprobiosos días del gobierno de facto encabezado por la ex Senadora Jeanine Añez, supo conservarlo el MAS desde las directivas y los dos tercios en las dos cámaras. Fue la Asamblea Legislativa Plurinacional, que en determinado momento los golpistas se vieron tentados en cerrar, la que impidió que el autoritarismo fuera total en el país, gracias, fundamentalmente, al coraje de la Presidenta del Senado, Eva Copa, que desafió al tenebroso Ministro de Gobierno, Arturo Murillo, a que la fuera a buscar, que la esperaba en su despacho, y tuvo la valentía de plantarse contra la prepotencia del Gral. Sergio Orellana, Comandante en Jefe de esas Fuerzas Armadas que forzaron la ruptura constitucional el 10 de noviembre del pasado año, cuando éste, junto con camaradas suyos, se apersonó con traje de combate para exigir los ascensos a generales esperados por aquellos que hicieron de su comandante simbólico a Luis Fernando Camacho, el cívico, encarnación del Cristo Redentor de Santa Cruz de la Sierra.

A partir de entonces, Murillo decidió ser cuidadoso para referirse a Copa, los militares tuvieron que regresar sobre sus propios pasos con la cabeza gacha y resignarse a que los ascensos no serían aprobados por el Senado, y como si esto no fuera suficiente, Copa se plantó inconmovible ante las presiones del Ejecutivo para la aprobación de deuda externa a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). Encabezando la bancada mayoritaria del MAS, supo, conforme se iba superando el miedo a las metrallas y a las bayonetas, que el parlamento boliviano no levantaría la bandera blanca, y en la pulseta, la representante de El Alto demostró ser más presidenta que Jeanine, que ella mandaba en la Asamblea y que era capaz de exhibir una entereza admirable. Casi nadie la conocía hasta el día en que debió asumir, forzada por las circunstancias, la conducción parlamentaria, y hoy es precandidata a Alcaldesa de El Alto. Los mejor informados en el MAS están persuadidos que ganaría la elección de marzo, y aunque Evo no esté convencido de ese cálculo, ya está claro que las decisiones se toman a partir de hace unos días, a través de una combinación de las decisiones de las bases y de la experimentada orientación de su líder histórico.

Eva Copa era una “compañerita” a la que seguramente los maniáticos de la adjetivación, incluían en el rebaño de los masistas levantamanos. Que estaban ahí para hacer número, cuando las circunstancias instruídas desde el Ejecutivo, lo ameritaban. En situaciones extremas, cuando el golpismo le había propinado un derechazo furibundo a su fortaleza mayoritaria, la militante alteña, fue rearmando el escenario, haciendo escuchar su voz, imponiendosé y doblandolé la mano a su ex colega, en ese momento, alojada en el Palacio Quemado y que terminó anunciando el retiro de su candidatura a la presidencia con un abrigo color sandía.  

A Eva Copa, alteña de nacimiento y corazón, Bolivia le debe, otra vez, como a tantos alteños, la defensa intransigente e indoblegable de la democracia. Lo poco que quedaba de ejercicio del estado de derecho, fue defendido con valentía y lucidez política por una bancada parlamentaria, encabezada por ella y secundada por Sergio Choque en Diputados. Con ese indiscutible ejercicio de compromiso, hoy día, el MAS en la ciudad de El Alto se encuentra en la disyuntiva de si esta podría ser o no,  su próxima Alcaldesa.




Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el sabado 19 de diciembre de 2020. 

 

La persecución política interrumpida por la voluntad popular

 

La inoperante y nociva política exterior del gobierno de facto de Jeanine Añez, o mejor, la No política exterior de Bolivia producida entre noviembre de 2019 y octubre de 2020, ayudan a entender que ni siquiera con cierta complicidad foránea, el régimen autoritario de transición se dejó ayudar: Su fundamentalismo antimasista lo sepultó. Con apenas un trío de embajadores nombrados a dedo, sin autorización del Senado, conforme a ley, el país dejó de ser interlocutor válido ante la comunidad internacional, incluso para los Estados Unidos de Donald Trump que a través de su Secretario de Estado, Mike Pompeo, saludó presuroso el triunfo de Luis Arce Catacora en las urnas con el que el Movimiento al Socialismo (MAS) retornó al poder, demostrando que se había podido sin Evo, que se había tratado de un proyecto nacional popular o de izquierda nacional como dirían los movimientistas de antes, con vida propia, sustentado por un sujeto colectivo que ha demostrado que las urnas pueden ser poderosamente contestatarias contra cualquier imperialismo y todo su aparataje de dominación y sometimiento.

Como por arte de prestidigitación en que aparecen-desparecen las cosas instantáneamente, se fue poniendo de manifiesto que la detención preventiva, la detención domiciliaria  y el autoexilio para escapar de la persecución política, sustituyeron al debido proceso, ese que en muchos casos también fue sepultado en la última administración de Evo Morales, y que como la falta de pruebas o de materia justiciable se hacían escandalosamente evidentes en la gran mayoría de los casos, ese puñado de fiscales mandados a operar por el poder político comandado por el ministro de Gobierno, Arturo Murillo, y secundado por el de Economía, Oscar Ortíz, --entendido éste como el estilo gubernamental que caracterizó la presidencia de la señora Añez, tan decorativa ella-- se vieron obligados a rectificar sus infracciones procedimentales y a recular en sus intentos extorsivos como ese del millón y medio de dólares y la entrega de la propiedad de una emisora televisiva a cambio de la libertad de uno de los tantos perseguidos de turno.

Así se gobernó Bolivia durante casi un año: Sin servicio exterior formalmente nombrado, con oportunistas encargados de negocios que fueron becados para ir de paseo, y en La Paz, atropellando y expulsando a personeros y ciudadanos de países como Cuba y Venezuela, que tan mal le caen a ese anacrónico anticomunismo que entre otras cosas, pone en evidencia lo poco actualizada y casi nada leída oposición al MAS que en su prepotencia estaba convencida de que narrar ante los medios, los pormenores de cómo se convenció a policías y militares de amotinarse y rebelarse contra el orden constituído, resultaba hasta anecdótico y simpático. De esta manera quedó debidamente registrado que Luis Fernando Camacho formó parte del gobierno inconsitucional con la presencia de dos ministros que lo representaban  --Presidencia y Defensa-- y un presidente de empresa estatal  --ENTEL--, lo que certifica su participación durante la interrupción parcial del Estado de Derecho, que en su momento, pensaron, podía extenderse al cierre de la Asamblea Legislativa Plurinacional que fue el escenario institucional no conculcado, hecho que condujo a medios como The Economist a afirmar que en Bolivia se había instalado una democracia híbrida.

Hasta aquí llegamos con el cúmulo de información que se refiere a la persecución política en Bolivia—publicada desde septiembre, aquí, en el Animal Político de La Razón-- que data desde tiempos de Tupac Katari y Bartolina Sisa, y que encuentra sus momentos más significativos y nefastos a lo largo de nuestra historia republicana en el período hegemónico del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)  resultante de la Revolución de 1952 y durante las dictaduras militares que se extendieron hasta principios de los 80, con un descenso significativo en términos estadísticos y cambios de método persecutorio durante la etapa caracterizada por la democracia pactada (1985 – 2005), y puesta nuevamente en funcionamiento durante los gobiernos de Evo Morales a través de un mecanismo al que se ha denominado Fiscalato y elevada a índices de escándalo durante el oncemesino gobierno de Añez-Murillo-Ortíz, trío al que se deben agregar los ministros de la Presidencia, Yerko Nuñez, y de Obras Públicas,  Iván Arias, quienes también habrían hecho uso de su influencia política para digitar acciones en el Ministerio Público, en tareas de criminalización de militantes, simpatizantes, dirigentes sindicales y empresarios con distintos grados de sintonía con el Movimiento al Socialismo (MAS).

 

En el contexto del falso debate entre fraude versus golpe de Estado, las ordenes judiciales y las actuaciones de algunas fiscalías departamentales, fueron revirtiendo sus decisiones y apenas posesionado Luis Arce como Presidente del Estado, las Fuerzas Armadas y la Policía Boliviana dejaron de tener esa presencia callejera que hasta hace unos meses garantizaba la circulación de grupos de civiles en conductas paramilitares y parapoliciales con los que se demostró que una porción minoritaria de nuestra sociedad ha demostrado una vocación linchadora en el convencimiento de que se puede hacer justicia por mano propia.

 Si como se prevee, se enjuiciará a los golpistas por sus distintos grados de responsabilidad en los hechos de noviembre de 2019, que se lo haga sin conculcar libertades y derechos ciudadanos, ya que hasta un fascistoide como Camacho tiene derecho al debido proceso, mecanismo que podría contribuir a recuperar la credibilidad en un sistema de justicia ahogado en una profunda crisis y que debe restituir con privilegio el ejercicio y el respeto irrestrico de los derechos humanos. Se trata, en consecuencia, de acabar con la persecución política a cargo del poderoso de turno. La historia nos ha enseñado que, independientemente del color ideológico que caracteriza a quién detenta el poder, la tentación autoritaria es inherente a su ejercicio. Bolivia no necesita mas San Romanes, Gayanes, Arces Gómez, Guerreros o Murillos. Es hora de inventar a los jueces y a los fiscales probos y desterrar, ojalá que para siempre, a los torturadores, represores y criminalizadores que tanta impotencia y dolor han sembrado a lo largo de toda nuestra historia, sobre todo en ese mundo popular que por defender sus derechos y expresar su visión del mundo, ha sido asediado con violencia extrema hasta provocar su eliminación física, como infelizmente sucedió en Senkata y Sacaba en noviembre de 2019.




Originalmente publicado en el Animal Político del diario La Razón el domingo 13 de diciembre de 2020.

 

Tuto

 

No se conoce en nuestra historia, otro delfín de dictador latinoamericano más paradójico que Jorge Quiroga Ramírez, aquél presidente accidental que entre 2001 y 2002 supo reemplazar constitucionalmente a su mentor, el Gral. Hugo Banzer Suárez, que en el tramo final de su vida no fue condenado por una sentencia ejecutoriada ante el juicio de responsabilidades que le iniciara Marcelo Quiroga Santa Cruz, asesinado en 1980 por paramilitares que conectaban a la entrante dictadura de Luis García Meza con Banzer reciclado a la democracia.

Tuto, que lleva el sobrenombre de su padre, Jorge Joaquín Quiroga Luizaga, representante de la dictadura banzerista (1971 – 1978) ante el Consejo Internacional del Estaño en Malasia, se ha pasado los últimos años, desde que fuera sometido a una paliza electoral en 2005 casi idéntica a la recibida por Carlos Mesa el pasado 18 de octubre, profiriendo cuanto adjetivo agraviante encontraba a su paso para referirse al dictador Castro, al dictador Chávez, al dictador Daniel Ortega, al dictador Nicolás Maduro y cómo no, al dictador Evo Morales que lo sacudió en las urnas 54 contra 28. En síntesis, lo paradójico consiste en que el  hijo político del dictador con siete años de permanencia en la presidencia de Bolivia, se refiera en esos términos a personajes que a excepción de Fidel Castro llegaron a los gobiernos de sus países a través del voto ciudadano.

A Tuto nadie le decía ni mu, hasta este momento en el que resulta oportuno recordar que la Memoria y el Archivo existen. Varios de sus adversarios ya ni se molestaban en retrucarlo seguramente por considerarlo un muerto viviente de la política, un candidato que no pudo superar el uno por ciento en las encuestas para las elecciones de 2020, con ese su anticomunismo en blanco y negro, de traje y corbata, que a estas alturas del siglo XXI resulta vetusto e incomprensible a las nuevas generaciones.

Hay que suponer que su intuición de rima fácil le fue dictando que había que llamar títere al candidato del MAS, ahora presidente. O decirle cobarde a Evo Morales por haber salido del país en noviembre del año pasado, cuando fue él quién intercedió ante el Gral. Jorge Terceros, Comandante de la Fuerza Aérea, ya que el puñado de golpistas entre los que por esas horas se movía –sí, Tuto terminó siendo golpista, igual que su maestro—era el más lúcido: “Si Evo Morales se queda en el país, el nuevo gobierno no aguanta”, pensaba,  por lo que era aconsejable que se le diera el visto bueno para salir hacia México vía Paraguay.

El doble discurso es una vieja práctica en el escenario de la confrontación política. Fue Tuto, si se acepta la versión que informaba que la vida de Evo Morales corría peligro, uno de sus generosos salvadores, obviamente por necesidades inmediatas de consolidación de un gobierno que en la teoría debía ser exclusivamente de transición hacia nuevas elecciones, y que tomó cuerpo a partir de la violación de la Constitución Política del Estado y del Reglamento del Senado, con el ágil asesoramiento jurídico de Luis Vásquez Villamor que aconsejó fabricar la habilitación de la nueva presidenta a través de una minuta emitida por el Tribunal Constitucional debido a un “peligroso vacío de poder”.

Habrá que recordar que esta generosidad demostrada en favor de la preservación de la vida de su archienemigo político no asomó, por ejemplo, cuando en 2002 se dedicó a boicotear al binomio de su propio partido, Acción Democrática Nacionalista (ADN) conformado por Ronald MacLean Abaroa y Tito Hoz de Vila (+), en tiempos de una agria disputa interna generacional que enfrentaba a los llamados “pitufos” de los que él se constituía en líder, frente a los viejos amigos del General, etiquetados como “dinosaurios”. Más adelante, la justicia poética se encargaría de su destino, convirtiendoló en ser pensante del derrocamiento de Evo, nombrado embajador itinerante para explicar el “procedimiento” de la llegada de Jeanine Añez a la silla presidencial y más tarde implacablemente sancionado por la opinión ciudadana a través de encuestas que nunca lo situaron por encima de ese uno por ciento de las preferencias: El buen amigo de la embajada de los Estados Unidos quedaba así, afuera de la contienda, no por generosidad personal como pretendió posicionar, sino simplemente, por incapacidad competitiva.

Habrá que decir en favor de éste protagonista de la democracia pactada, ex vicepresidente de Banzer antes que nada, que se perfilaba como el mejor candidato posible de la derecha: Todos  sus socios golpistas debieron deponer sus candidaturas para potenciar la de Tuto que por supuesto es el neoliberal más estructurado de todos quienes han participado en la última contienda de la que se salvó de recibir otra goleada como  la de 2005,  por abandono. El voto “útil” no estaba destinado para él.


Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el 05 de diciembre de 2020

El anverso del horror

  Ha sucedido en distintas latitudes que varios creadores audiovisuales fueron advertidos a través de preguntas formuladas por la crítica es...