No hay mejor tontómetro que el de los alucinados con
lo que hace o deja de hacer el MAS. Esos cultores de lo obvio afirman que
la ruptura del partido azul se encuentra
a la vuelta de la esquina debido a últimas batallas por candidaturas a alcaldías,
con exhibición amenazante de quimsacharanis,
sillas voladoras de plástico muy barato que le pegan hasta al propio Evo
Morales y desconocimientos a decisiones cupulares, sencillamente porque el
Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP) es una
convergencia/divergencia de pareceres, por sus características corporativas
nutridas de componentes caracterizados por lógicas que van desde lo étnico
cultural hasta lo político sindical.
El MAS ha ganado
nuevamente las elecciones presidenciales porque su militancia y sus
simpatizantes de grados distintos lo consideran suyo: Ni repitiendoló hasta el
cansancio el conservadurismo comprende que ellas y ellos no son del MAS, que el
MAS-IPSP es de ellas y ellos. Como la Madre Tierra. Como la Pachamama. Lo
tienen penetrado en lo más profundo de sus creencias y por ello, ganan
elecciones nacionales desde hace quince años con guarismos aplastantes que
superan el 50 por ciento, así que quienes crean que una reyerta por
candidaturas, propia de una organización amplia por su plurinacionalidad y por
sus intereses diversos y a veces contrastados, va a tumbar su unidad, prefieren
seguir sometidos al tontómetro de los
lugares comunes y la incapacidad interpretativa.
El pedazo de
institucionalidad democrática que se mantuvo en pie durante los oprobiosos días del gobierno de facto
encabezado por la ex Senadora Jeanine Añez, supo conservarlo el MAS desde las
directivas y los dos tercios en las dos cámaras. Fue la Asamblea Legislativa
Plurinacional, que en determinado momento los golpistas se vieron tentados en
cerrar, la que impidió que el autoritarismo fuera total en el país, gracias,
fundamentalmente, al coraje de la Presidenta del Senado, Eva Copa, que desafió
al tenebroso Ministro de Gobierno, Arturo Murillo, a que la fuera a buscar, que
la esperaba en su despacho, y tuvo la valentía de plantarse contra la prepotencia
del Gral. Sergio Orellana, Comandante en Jefe de esas Fuerzas Armadas que
forzaron la ruptura constitucional el 10 de noviembre del pasado año, cuando
éste, junto con camaradas suyos, se apersonó con traje de combate para exigir
los ascensos a generales esperados por aquellos que hicieron de su comandante
simbólico a Luis Fernando Camacho, el cívico, encarnación del Cristo Redentor
de Santa Cruz de la Sierra.
A partir de
entonces, Murillo decidió ser cuidadoso para referirse a Copa, los militares
tuvieron que regresar sobre sus propios pasos con la cabeza gacha y resignarse
a que los ascensos no serían aprobados por el Senado, y como si esto no fuera
suficiente, Copa se plantó inconmovible ante las presiones del Ejecutivo para
la aprobación de deuda externa a través del Fondo Monetario Internacional
(FMI). Encabezando la bancada mayoritaria del MAS, supo, conforme se iba
superando el miedo a las metrallas y a las bayonetas, que el parlamento
boliviano no levantaría la bandera blanca, y en la pulseta, la representante de
El Alto demostró ser más presidenta que Jeanine, que ella mandaba en la
Asamblea y que era capaz de exhibir una entereza admirable. Casi nadie la
conocía hasta el día en que debió asumir, forzada por las circunstancias, la
conducción parlamentaria, y hoy es precandidata a Alcaldesa de El Alto. Los
mejor informados en el MAS están persuadidos que ganaría la elección de marzo,
y aunque Evo no esté convencido de ese cálculo, ya está claro que las
decisiones se toman a partir de hace unos días, a través de una combinación de
las decisiones de las bases y de la experimentada orientación de su líder
histórico.
Eva Copa era una
“compañerita” a la que seguramente los maniáticos de la adjetivación, incluían
en el rebaño de los masistas levantamanos. Que estaban ahí para hacer número,
cuando las circunstancias instruídas desde el Ejecutivo, lo ameritaban. En situaciones
extremas, cuando el golpismo le había propinado un derechazo furibundo a su
fortaleza mayoritaria, la militante alteña, fue rearmando el escenario,
haciendo escuchar su voz, imponiendosé y doblandolé la mano a su ex colega, en
ese momento, alojada en el Palacio Quemado y que terminó anunciando el retiro
de su candidatura a la presidencia con un abrigo color sandía.
A Eva Copa, alteña
de nacimiento y corazón, Bolivia le debe, otra vez, como a tantos alteños, la
defensa intransigente e indoblegable de la democracia. Lo poco que quedaba de
ejercicio del estado de derecho, fue defendido con valentía y lucidez política
por una bancada parlamentaria, encabezada por ella y secundada por Sergio
Choque en Diputados. Con ese indiscutible ejercicio de compromiso, hoy día, el
MAS en la ciudad de El Alto se encuentra en la disyuntiva de si esta podría ser
o no, su próxima Alcaldesa.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el sabado 19 de diciembre de 2020.
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