jueves, 11 de diciembre de 2025

Zurdo y con reloj del sur

 

Durante las dos décadas en que dominó la política boliviana el MAS-IPSP,  ciclo concluido por obra y gracia autodestructiva de Evo Morales, aquellos que se sintieron desplazados del centro de las decisiones nacionales han terminado exponiendo cuanta propensión habían tenido para hacer el ridículo, producto de haber quedado afuera del manejo del país, desde los ámbitos de la economía hasta los de la identidad y la cultura.

El ridículo está precedido de ese indigesto estado de ánimo (y de ánima) que a lo largo de estos años se ha manifestado desde proponer convertir la Casa Grande del Pueblo en hospital, porque se consideraba que los gobernantes de turno no eran merecedores de sentirse a sus anchas en espacios de supuesto lujo, producto del derroche estatal. Vistas las cosas transcurrido el tiempo y el uso de los 23 pisos de la nueva casa de gobierno, ha quedado clarísimo que el edificio en cuestión, pegado al Palacio Quemado, que hace esquina en las calles Potosí y Ayacucho, es simple y llanamente un edificio de oficinas convencionales en el que funcionan reparticiones que forman parte del Órgano Ejecutivo y no sólo la Presidencia del Estado, nada que ver con palacios  como los mandados a diseñar y construir por jeques árabes o potentados asiáticos.

Parte de ese puñado de papeloneros, enfermos de importancia y revestidos de cierta experiencia viajera por el planeta, han celebrado con malsana alegría la reposición del reloj convencional situado en la parte superior del antiguo edificio del parlamento nacional. Dicen que ahora el tiempo volverá a girar en la dirección correcta, que dejará de dar vueltas al revés (¿?) y así se acabarán los exotismos de lunáticos como el ex Canciller y ex Vicepresidente, David Choquehuanca.

Habían sido ridículos de solemnidad, pero sobre todo descriteriados debido a la torcida manera en que observan esos ámbitos que los incomodan y los tenían desplazados del centro de los acontecimientos y esto lo digo desde mi conciencia zurda –escribo con la mano izquierda—impuesta por mi madre a las monjas del kínder al que me llevó con cinco años de edad, a quienes les advirtió que no intentaran disciplinar el uso de mis manos a la hora de aprender a dibujar y a escribir, cosa que la Superiora aceptó sin ningún tipo de reparos a pesar de considerarse que antiguamente a los zurdos se les corregía el “defecto” para que finalmente aprendieran a usar la mano derecha.

Usar lápices o bolígrafos con la mano “al revés”, dirían los aburridos diestros y grises en sus trayectos de burócratas internacionales, sería parte de la incorrección marcada por estos bedeles que se han tragado manuales de urbanidad convirtiendo sus cerebros en superficies cuadradas en las que no caben otras maneras  de pensar y movilizar los cuerpos. En efecto, escribo con la mano izquierda puesta arriba del papel con estilo que ya quisieran muchos que dicen tener letra palmer. Gracias mamá. Gracias monjas del Amor de Dios por haberme dejado crecer zurdo e incorregible.

Ridículos y espacio temporalmente desorientados son estos personajillos que piensan por derecha y hacia el norte, y por eso creen que un reloj que gira hacia la izquierda con las manesillas evolucionando hacia el sur, es un reloj que gira “al revés” cuando  la gran mayoría de esta legión de arrogantes llevan sus relojes puestos todos los días de sus vidas en sus muñecas de mano izquierda, precisamente para contrapesar sus actos reflejo debido a que son diestros.

En los relojes comunes y corrientes, la una de la tarde está después de las 12. En mi reloj del sur, se encuentra antes de las doce y así sucesivamente, el 10 del reloj dominante occidental es el 2 en este mi “Sajama” que más abajo lleva la palabra “larama”. Según la información disponible, mis dos relojes del sur, uno con fondo café claro y el otro café oscuro, forman parte de una edición limitada de setenta piezas fabricadas en China (los míos llevan los números 12 y 18), cuatro de las cuales tuve la posibilidad de obsequiar a una linda pareja de neoyorkinos de Brooklyn, a mi hijo Andrés que vive por allá y a su compañera Talia: Feliz el que regala el tiempo del sur y felices los que reciben ese regalo en el norte con quienes celebramos la victoria de Zohran Mamdani en la batalla electoral por la Alcaldía de la ciudad que nunca duerme, la ciudad de la Gran Manzana.

Zurdo, con mi tiempo girando hacia la izquierda, lo esencial es que he aprendido a pensar con los hemisferios “cambiados” y por ello tengo siempre presente como escribiera Benedetti y cantara Serrat (1985), que el sur también existe y que la palabra diversidad nos incita cotidianamente a construir una humanidad más profunda y auténtica. ¿A qué jóvenes open mind no les gustaría tener relojes del sur en sus muñecas izquierda o derecha?



Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 29 de noviembre

 

 

No hay comentarios:

Zurdo y con reloj del sur

  Durante las dos décadas en que dominó la política boliviana el MAS-IPSP,   ciclo concluido por obra y gracia autodestructiva de Evo Morale...