El único momento
de euforia luego de conocidos los resultados preliminares el domingo 17 de
agosto, fue el registrado en el llamado Pasaje Ladislao Cabrera, popularmente
conocido como Pasaje de los Gallos. Rodrigo Paz Pereyra, sin casa de campaña ni
oficinas conocidas, eligió esas gradas que separan-conectan El Prado de la
calle México, para dirigirse al país luego de su triunfo en las urnas en su
debut como candidato presidencial. Ya se sabe, el gallo es el símbolo
partidario del MIR-Nueva Mayoría, aquél liderizado por su padre, Jaime Paz
Zamora, presidente del país entre 1989 y 1993. Rodrigo, para más señas, llevaba
puesto un chaleco naranja, color distintivo del partido de su padre en sus
mejores tiempos, y que utilizó muchas veces en sus periplos para hacer campaña
a lo largo y ancho de Bolivia.
Cuando las
encuestas indicaban que Tuto – Samuel llegaban por separado a conquistar la
segunda vuelta, Paz Pereyra les arrebato las preferencias digitadas desde las
encuestas y los medios hegemónicos, metiéndose entre los dos para sacar cabeza
y conseguir un triunfo que a la gran mayoría del país dejó sorprendida. Una vez
más, la derecha privatizadora de los 90, los neoliberales incorregibles, los
que no le hicieron ascos a los ríos de sangre cruzados entre dictadura y democracia,
se quedaban con los crespos hechos, panorama con el que está claro que una vez
más no ganó la derecha, pero después de
dos décadas si perdió la izquierda hasta hace un tiempo monolítica y unitaria
bajo la sigla del MAS – IPSP.
¿Dónde fueron a parar
los 3 millones 394 mil 52 votos obtenidos por Luis Arce en 2020, logrando, en
número de votos, la cifra más alta en la historia electoral del país? Respuesta
de aritmética simple: Al caudal que le permitió el triunfo a Paz Pereyra, que a
diferencia de las tradicionales campañas de escritorio y apuradas caminatas por
zonas populares urbanas, con el añadido del uso saturante de las redes
sociodigitales, viajó por la Bolivia diversa, la Bolivia de verdad, unos dicen
que durante dos años, otros incluso que durante cuatro, sin preocuparse por
cámaras, micrófonos y tik-toks, y así
tenemos que podía estar un día en Achacachi y al día siguiente en Cuatro
Cañadas.
El candidato que
emergía con la sigla prestada por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) hizo
talón planta punta para conversar con los ciudadanos y ciudadanas de a pie y
para bailar en festividades rurales, en reductos que todavía se consideraban
bastiones del MAS-IPSP. Sus adversarios, Quiroga y Doria Medina, no aprendieron
de los errores cometidos por Mesa en 2020, que hizo campaña con celular-cámara
con estantería de libros como escenografía, y encarar la carrera electoral de
esa manera , cosa que en este país tan andino como amazónico, no sirve.
Tuto Quiroga
consiguió en las elecciones de 2005, el 28.62 por ciento. En la siguiente
elección que participó, -2014-- apenas obtuvo el 9.04 y en esta de hace apenas
seis días, ha logrado el 26.7. Paralelamente, Doria Medina, logró en 2005
apenas el 7.79 por ciento, en 2009 el 5.65 y mejoró notablemente en 2014
trepando al 24.23 que no le sirvió de casi nada porque Evo Morales consiguió en
esa elección un abrumador 61.36. Finalmente en esta elección de 2025, llegó al
19.69 por ciento. perdiendo frente al
voto nulo que alcanzó casi el 20 por ciento. Tuto segundo, en el fútbol se le
dice el primero de los últimos, y Samuel cuarto.
Con estos
números, mientras sus principales adversarios persistieron en sus
conservadoras, estereotipadas y mañosas estrategias, Rodrigo Paz le fue
mermando adeptos al autodestruído Instrumento Político para la Soberanía de los
Pueblos (IPSP). Si del casi 20 por ciento de los nulos, le reconocemos
solamente un 10 por ciento a la campaña de Evo que instó a votar pifiado, más
el 8 por ciento conseguido por el candidato-blef, Andrónico Rodríguez, y el 3
por ciento salva sigla de Eduardo del Castillo, tenemos que el voto del bloque
popular, dividido entre tres, suma el 23 por ciento que debiera anotarse en la
casilla del voto duro e histórico del MAS. Paz Pereyra consiguió el primer lugar con el 32
por ciento de los votos. 23 mas 32 es igual a 55, esto es el 55 por ciento con
el que en 2020 el partido azul arrasó en la votación.
La derecha no
pudo superar sus propios números, lo nacional popular sigue lastimando con sus
astillas de autoeliminación a quienes fueron perdiendo la mística producto del
sabotaje de Evo y la crisis económica que condenó al gobierno y a su candidato,
y mientras esto sucedía por izquierda y derecha, uno de centro, para unos de
centro-derecha y para otros de centro-izquierda, se encontró en el camino con
un capitán de policía, Edman Lara, para formar binomio, lo que nos permite
decir que Bolivia, por fin, ya tiene su propio Bukele.
El 12 de febrero pasado, entrevistamos a
Rodrigo Paz (“Cable a tierra”, radio Éxito Bolivia, 93.1 FM), cuando todavía no
era candidato. Le hicimos notar que si bien atacaba políticamente al MAS, evitaba
descender al territorio de la diatriba y la descalificación. Parece que esta
fue otra de las fortalezas que evidencian su inteligencia retórica.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 23 de agosto