Luis Fernando
tenía que apellidar Camacho. Es socio de Samuel Doria Medina para estas
elecciones presidenciales y macho alfa de la conspiración de noviembre de 2019
sellada con un golpe de Estado y consecuentemente un gobierno transitorio
inconstitucional. Tan macho como el jefe de Creemos fue su papá, puntual paramilitante de otro golpe de
Estado, el de 1971, que llevó a la presidencia al Coronel Banzer que luego ascendería
a General y se atornillaría durante siete años de facto en la silla principal
del Palacio Quemado.
Con estos
antecedentes, Camacho encajaría mejor en las filas del tutismo. Allí, bajo la
sombrilla de su sobrenombre, habita el candidato, hijo político del banzerato, Jorge
Quiroga Ramírez. De allí también emerge Branko Marinkovic, que después de haber
calificado a Tuto de “tibio, cobarde y cómplice de Evo Morales”, bajó la cabeza
resignándose a ser su candidato a Senador. Marinkovic es predecesor y mentor de Camacho en el Comité Cívico Pro
Santa Cruz.
¿Qué hace
Camacho con un miembro de la Internacional Socialista? Seguramente confiará en
que como en tiempos del MIR, pondrá el guiñador de la cuatro por cuatro hacia
la izquierda, pero coherente consigo mismo, terminará girando a la derecha. Aunque
parezca una broma, Doria Medina es miembro de una Internacional Socialista,
podríamos decir, muy europea, social demócrata y neoliberal.
Un audio
inscrito en ese lugar común mal llamado “guerra sucia”, --los especialistas le
llaman “campaña de contraste”--, ha puesto en evidencia, otra vez, cuan macho
es Camacho. Lo de la sigla de su agrupación, Creemos, no es casualidad: Cree
firmemente en Dios, Jesucristo y los santos evangelios registrados en la Biblia,
libro que utilizaba en las vigilias armadas alrededor del Cristo Redentor de la
avenida Banzer, transcurrida la jornada en rotondas en las que se quemaban
llantas y se impedía el paso a los “traidores” que tenían la osadía de no se
sumarse al paro (octubre – noviembre, 2019), en el objetivo de conseguir la
renuncia de Evo Morales.
En el audio en
cuestión, grabado en instalaciones del Penal de Chonchocoro, Camacho conversa
con su lugarteniente, Efraín Suárez, al que le comenta que se desvincularía de
Doria Medina porque este, si llega al gobierno,
convertirá en ley el matrimonio de personas del mismo sexo y que eso,
según sus creencias y convicciones resulta inconcebible y no lo puede aceptar porque
considera que el único matrimonio válido es el inscrito en lo heteronormativo.
En la conversación, Camacho se explaya contra los “frescos” y comenta que su
candidato a Presidente podría llegar a tomar esa decisión, porque en su familia
figuraría un homosexual.
Transcurridos cuatro
días de la publicación de dicha conversación –falta constatar quién fue el
pícaro que filtró el audio—Camacho no ha dejado de ser socio electoral de Doria
Medina y con el silencio de los medios hegemónicos, el asunto parece diluirse, sin
llegar a instalarse como noticia de campaña con el propósito de generar
escandalización en redes sociodigitales. Si Camacho dijo lo que dijo, está
claro que fue boca para afuera, que seguramente le incomodará la postura de
Doria Medina, pero no por ello pondrá su fe religiosa por encima de sus
intereses terrenales y así renunciar a formar parte de una nueva coalición que
pretende llegar al gobierno. Camacho sabe que Doria Medina está convencido que
es su presencia en la Alianza Unidad la que podría ser factor de triunfo en
Santa Cruz.
No sólo Doria
Medina, sino todos los candidatos a la presidencia, deberían ponerse en línea
para reconocer todos los derechos ciudadanos a lesbianas, gays, personas transgénero, bisexuales,
intersexuales y queer (LGTBIQ+), lo que significaría un avance significativo en
el reconocimiento consensuado de la diversidad como base de sustentación de una
auténtica, y ya no más sesgada e hipócrita convivencia ciudadana.
Doria Medina
tiene que saber, a estas alturas, con quién pactó. Cerró acuerdo con un
individuo que cree en el Dios cristiano excluyente , ese al que el Generalísimo
Franciso Franco Bahamonde, el dictador que durante treinta y seis años asoló a
España (150 mil muertos desde la guerra civil y todos sus años de gobierno
represivo), arropado por la Alemania nazi de Hitler y la Italia fascista de
Mussolini , ese Dios al que le iba a rezar para pedirle perdón por reprimir y
eliminar de la faz de la tierra a republicanos y zurdos de mierda, cosa que a
Luis Fernando Camacho podría resultarle famiiar, si consideramos cómo sus
seguidores persiguieron, encarcelaron y torturaron en Santa Cruz a campesinos
“collas” durante las violentas jornadas de 2019, por el sólo hecho de “parecer
masistas”.
Si Doria Medina
es socialista (repito, parece una broma) y Camacho es un simpatizante del
fascismo, incluídas sus creencias y prácticas religiosas, ¿será esta la manera en que “un empresario
que no es político profesional”, según su propia autodefinición, quiere
inaugurar una nueva era de pactos políticos en nombre de los intereses patrios?
Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 08 de agosto
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