Como si se tratara de una vieja película en
blanco y negro de los años 60 correspondiente a la Guerra Fría, la Generala
Laura Richardson, jefa del Comando Sur con sede en Miami, Florida, se estrelló
hace algunas semanas contra China, advirtiendo intereses puestos del gigante
asiático en el triángulo del litio que conforman Bolivia, Chile y Argentina.
En aquellos tiempos de la disputa por la
hegemonía entre EE.UU. y la desaparecida Unión Soviética, se llegó a normalizar
la injerencia de las embajadas con la bandera de barras y estrellas en los
países de América Latina. Desde dichos recintos con formas arquitectónicas de
bunker, se contaba con el mapa de los recursos naturales de cada país y también
con las aprobaciones o vetos a nombramientos de ministros y jefes militares de
nuestras fuerzas armadas, que en realidad eran monitoreadas y tuteladas desde el Pentágono y
desde comandos como el Sur y la Escuela de las Américas donde por décadas se
entrenó oficiales para combatir al comunismo internacionalizado por la URSS y
operativizado por Cuba, y cuando este cayó en desgracia, para luchar contra las
mafias narcotraficantes y de esta manera retener el control político que desde
Washington se ordena con el acompañamiento de instrumentos multilalterales como
la Organización de Estados Americanos (OEA).
La Generala Richardson dio a entender que los
únicos con derecho a saquear riquezas como las del litio sudamericano son los
Estados Unidos a través de sus inversionitas transnacionales en el esquema de
llevarse la parte más grande de la torta, para dejar por estas tierras las
migajas de tiempos en los que a nombre de la modernidad tecnológica de se
justificaba una correlación de fuerzas en las que los yanquis mandaban sobre
nuestros países, siempre facilitados por los históricos cipayos o agentes
locales que rendían pleitecía a la injerencia, al sometimiento político y al
saqueo de nuestros recursos naturales a través de esas venas abiertas sobre las
que escribiera Eduardo Galeano en 1971.
Desde que en Bolivia se nacionalizaron los
hidrocarburos el 1 de mayo de 2006. durante el primer gobierno de Evo Morales,
las reglas de juego para la inversión extranjera cambiaron radicalmente, en
tanto, ahora, las empresas de afuera se han visto obligadas a ceder ante las
políticas soberanas del Estado boliviano que por ejemplo, en el caso del litio,
acaba de decidir trabajar con la empresa china CATL BRUNP & CMOC (CBC) con
la cual Yacimientos del Litio Boliviano (YLB) firmó un convenio el pasado 20 de
enero para la construcción de dos complejos industriales con la tecnología de Extracción
Directa de Litio (EDL) en los salares de los departamentos de Potosí y Oruro.
De manera rotunda y frontal, el ministro de
Hidrocarburos de Bolivia, Franklin Molina, le respondió a la jefa del Comando
Sur, afirmando que “el país es libre y soberano para decidir trabajar con los
países y empresas que nos ofrezcan mejores condiciones” y realizando una
durísima crítica en sentido de que la generala Richardson pone en evidencia una
falta de lectura actualizada sobre lo que sucede en el mundo y una
desesperación --voracidad habría que
añadir—porque los Estados Unidos pudieran hacerse del control del litio
boliviano.
Hay que decir entre paréntesis que ninguno de
los homólogos del ministro Molina que forman parte de los gobiernos de Gabriel
Boric de Chile y Alberto Fernández de Argentina, se han manifestado al respecto.
El twit completo del ministro Molina dice lo siguiente: “La declaración de la
Sra. Richardson, Jefa del Comando Sur de #EEUU, utilizando términos tan
agresivos como patio trasero para referirse a #Latinoamérica, muestra un total
desconocimiento a la importancia de nuestra región en el desarrollo a nivel
mundial.”
El Encargado de Negocios de EE.UU. en Bolivia,
Jarahn Hillsman salió al paso contra las declaraciones de ministro de
hidrocarburos Boliviano, pero en realidad lo que terminó haciendo con su
comunicación oficial, fue desautorizar las declaraciones de la Jefa del Comando
Sur, en una llamativa contradicción si consideramos la coherencia y los monolíticos
mensajes con los que se manejan los aparatos informativos y mediáticos del
imperio: “A través de un comunicado, Estados Unidos rechazó denuncias de
supuesto intervencionismo en el proyecto de explotación e industrialización de
recursos naturales, entre ellos el litio, en Bolivia./ Estados Unidos respeta
plenamente la soberanía de los países y su derecho a desarrollar sus recursos
naturales y rechaza rotundamente las infundadas aseveraciones de intervención”
(diario La Razón de La Paz, 16 de marzo).
Mientras la Generala Richardson exhala aires
imperiales de viejo tiempo, al Encargado de Negocios en La Paz, Hillsman, no le
ha quedado otro camino que fijar una posición políticamente correcta. Entre
líneas habrá que decir que entre la brusca frontalidad militar y el proverbial
doble estándar de la diplomacia estadounidense se ha producido un choque y una
incongruencia inusuales.
La intervención del Ministro de Hidrocarburos,
Franklin Molina no podía ser más oportuna. Acostumbrado a la sumisión y al silencio
cómplice de sus agentes locales, el Comando Sur no calculó que un país como
Bolivia que ahora defiende sus recursos naturales con el cuchillo entre los
dientes, podía salirle respondón. Al punto que el Encargado de Negocios
estadounidense --no hay embajadores en La Paz y Washington desde que Evo
Morales expulsara a Philip Goldberg en 2008 acusado de conspiración-- no tuvo
otra que ponerle paños fríos a las destempladas declaraciones de Richardson.
Originalmente publicado en Noticias de América Latina y el Caribe (NODAL) el 21 de marzo
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