El Movimiento al Socialismo (MAS) está sumergido en una crisis que amenaza con su desintegración.
A 16 años de iniciado el Proceso
de Cambio, con la interrupción de la democracia entre 2019 y 2020, el MAS pudo demostrarse a si mismo que la
posibilidad de un triunfo electoral sin Evo Morales en la candidatura, era
posible.
El poder institucional por una parte
y la estructura partidaria por la otra, hacen cada vez más profundas y
evidentes, grietas que podrían dar lugar a una irremediable división.
Evo Morales es el líder histórico
del MAS y el jefe del partido, pero ya sin el ejercicio de poder que le permitía
la presidencia del Estado. Su casi único objetivo es volver a ser candidato en
2025. Durante los dos años del gobierno de Arce, no le ha puesto énfasis a la
discusión ideológica y programática, y lo que mas bien despliega es un rol
cuasi opositor, de cuestionamiento permanente al gobierno de su propio partido
que “habría pactado con la derecha” y que tiene dos ministros que no le
responden al MAS (Eduardo Del Castillo de Gobierno e Iván Lima de Justicia).
Luis Arce como presidente del
Estado es el responsable de la administración y control del aparato
gubernamental, pero no cuenta con bases de organizaciones sociales integradas
al MAS que le respondan directamente. Se le reprocha una conducta sectaria con
muchos de sus compañeros y compañeras, alineados a Evo Morales, varios de los
cuales trabajaron entusiastamente para que su candidatura en 2020 tuviera
éxito.
A casi dos años de su ejercicio
presidencial, Arce se ha empoderado como primer mandatario sobre todo por su
gestión en materia económica, y la Constitución lo habilita para ser candidato
en las elecciones de 2025. He aquí la madre de la crisis: Evo quiere tener la
seguridad de que Lucho (Arce) no se lanzará a la reelección, y de esa manera
tener el camino allanado en la próxima contienda electoral.
David Choquehuanca como
Vicepresidente es la cabeza de la Asamblea Legislativa Plurinacional. La
bancada del MAS, a diferencia del pasado evista, ya no actúa sobre la base de
la unidad monolítica. Se advierten brotes de tendencias que se alinean con Evo
por una parte, con Arce por otra y también con asambleístas afines a
Choquehuanca que, se debe recordar, resignó la candidatura a la Presidencia en
2020, a pesar de contar con un significativo respaldo de organizaciones
sociales, indígenas y campesinas, considerando que la unidad del MAS estaba por
encima de todos los factores.
El mismo Vicepresidente cerró filas elogiando
a Arce en el acto de recordación de los dos años del triunfo electoral (18 de
octubre de 2020) del nuevo binomio masista que ha completado dos años de
gobierno el pasado 8 de noviembre. Dice el
lugar común que “binomio ganador
no se toca”.
La unidad partidaria, en los
hechos, está rota, y ese rompimiento es la punta de lanza mediática con la que
el aparato comunicacional de la derecha se encuentra en la tarea de estimular
las discrepancias entre Evo y Arce, y una “pelea entre indígenas” –Evo Morales versus
David Choquehuanca—que apunta a un objetivo estratégico: La desarticulación y
desmontaje del Estado Plurinacional a objeto de quitar base de sustentación
político ideológica al campo popular.
Las contiendas internas en el MAS
se han convertido en el principal espectáculo político diario. En la televisión, en las redes sociales y en los
principales diarios nacionales de sello opositor se maximizan los cruces entre
voceros de una y otra ala que por supuesto no son las alas izquierda y derecha
del cóndor para conseguir el equilibrio en el vuelo, a las que se refirió
Choquehuanca cuando asumió la Vicepresidencia en 2020.
Los estilos son marcadamente
diferentes: Evo va al choque sin atacar al Presidente, pero estrellándose
contra sus principales ministros, el de Gobierno y el de Justicia, sobre todo,
que sacan cara por la gestión gubernamental y que le evitan la incomodidad al propio
presidente Arce de ingresar explícitamente en el palabreo de las discrepancias.
Al mismo tiempo, el
Vicepresidente Choquehuanca no ingresa en ese juego que nutre de noticias a los
medios y a las redes sociales, debido a que sus intervenciones públicas
contienen siempre mensajes concientizadores que pasan por la Visión del Vivir
Bien y en ese contexto a la necesidad del retorno al Camino del Equilibrio
dictado por su identidad aymara ancestral, ese equilibrio hoy pulverizado
dentro del MAS.
Se trata de una gran
confrontación interna. Lo grave del asunto es la pérdida del horizonte político
e ideológico. La prescindencia del “afuera” del MAS, que en buenas cuentas es
el mismísimo país con sus ciudadanos.
Con aquellos que votaron por Lucho (Arce) y David (Choquehuanca) para generar
el triunfo de 2020, y por quienes, gran parte de ellos, que votaron por
opciones opositoras, imbuidas todas por un profundo sentimiento anti Evo
Morales.
La fortaleza de Evo se
circunscribe hoy a su jefatura en el MAS. La fortaleza de Arce es mostrar
resultados coherentes en la gestión gubernamental que lo sitúan en los primeros
lugares de los estudios de opinión (encuestas).La fortaleza de Choquehuanca consiste
en su capacidad de convocatoria en las zonas rurales del occidente del país. Los
“evistas” lo sindican de ser el principal propulsor de la división a título de
una renovación de cuadros partidaria.
La debilidad de Evo está en haber
generado una fuerte corriente “anti” que todavía tiene marcada el no
acatamiento a los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016 (no
repostulación presidencial) que condujo al país a elecciones con su candidatura
impuesta como un “derecho humano”,
argumento que transcurrido el tiempo fue invalidado por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos.
La debilidad de Luis Arce
consiste en no constituirse en dirigente histórico del MAS y carecer de bases
en los movimientos sociales, aunque desde el martes 18 de noviembre de 2022
cuente de manera explícita e indiscutible con el respaldo del Vicepresidente
Choquehuanca .
El retorno al camino del
equilibrio consiste en la reconfiguración de la unidad del MAS, y para ello,
Evo quiere a dos ministros de Arce fuera del gabinete como señal coyuntural,
pero en términos de profundidad estratégica espera que Arce diga explícitamente
que no será candidato en 2025.
Mientras tanto, Arce quiere
gobernar con la mayor fluidez posible, con la dificultad de tener un frente
interno complejo que pasa por la descomposición del MAS y el frente externo
liderizado por la dirigencia cívica cruceña
que a punta de ultimátums y un paro de
36 días pretendió imponer la realización del Censo Nacional de Población y
Vivienda para el año 2023, y no para 2024 como finalmente quedó materializado a
partir de un decreto primero, y una ley después, desenlace que vistas las cosas
en limpio es simple y llanamente la propuesta inicial que hiciera el gobierno
de Arce a través del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
Mientras tanto, los evistas,
luchistas y choquehuanquistas de a pie, esperan señales de madurez y
desprendimiento de sus líderes. No quisieran ver a la derecha retornar al poder
para echar abajo el Estado Plurinacional, producto de la división masista.
En ámbitos académicos se ha
discutido la idea de un relanzamiento auténticamente renovador. Sin Evo, Arce y
Choquehuanca a la cabeza. Con nuevas figuras, en lo posible mujeres e indígenas
capaces de aceptar el desafío de un programa de fortalecimiento a partir de una
lectura de horizonte estratégico conceptualmente renovada en lo ideológico y
político, guardando fidelidad con los orígenes y la esencia del Proceso de
Cambio y de la Revolución Democrática y Cultural, en suma, al
redimensionamiento del Movimiento al Socialismo – Instrumento Político para la
Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP).
Esa idea de renovación absoluta
choca, sin embargo, con la realidad. Un caudillo que ha gobernado 14 años
contínuos el país, y quienes fueran los ministros con mayor tiempo de
permanencia en el gabinete del propio Evo, hoy presidente y vicepresidente, se
encuentran a la cabeza de la nave del Estado y del poder, y está absolutamente
demostrado que los tres piensan que su vigencia en la política y en la gestión
pública todavía tiene cuerda para rato.
Conseguir el retorno al camino
del equilibrio pasa por una negociación que según el manual elemental dice que
todas las partes deben ceder en busca de una coincidencia medular que permita
el relanzamiento político que el MAS está necesitando a gritos, cuando todavía
Arce y Choquehuanca no han llegado a cumplir ni la mitad de sus mandatos.
Originalmente publicado el Noticias de América Latina y el Caribe (NODAL) el 20 de diciembre de 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario