La deshonestidad intelectual es
hoy día una especialidad de la política boliviana. Es deshonesto
intelectualmente quién afirma algo que no es cierto y lo hace con la intención
de hacerles creer a los demás cosas imposibles de demostrar y para que esa
tarea haya adquirido potencia, circula entre las clases medias urbanas una
credencial indispensable que es la del antimasismo. Hay que ser antimasista
para aspirar a la licencitatura, la maestría y
el doctorado en eso que se llama mentira organizada.
El día en que llegaron a romperle
los platos de la cena de gala a la clase dominante, el día en que indios de
distintos orígenes étnicos empezaron a ocupar cargos en el aparato estatal, el
día en que supieron que “el indiecito” no iba a a caerse en los seis meses pronosticados
desde el paternalismo colonial y la subestimación racista, ese día, se instaló
el antimasismo y para ser antimasista hay que saber mentir, hay que manejar
algunas técnicas de cómo se manipula la información y a continuación, con esas
armas, intentar instalar como verdades históricas, estruendosos disparates
desmentidos por los hechos, esto es, por las violaciones a los derechos
humanos, las transgresiones a la ley de distintos tamaños y por el ocultamiento
de la información que beneficia política y electoralmente, precisamente,
al masismo.
Para ser masista hay que repetir
con convicción robotica: “No fue golpe, fue fraude”. Una idiotez pronunciada
por todos los autores intelectuales, materiales, encubridores y operadores de
la sucesión anticonsitucional que llevó a la presidencia a Jeanine Áñez. La
consigna es de gelatina porque en el supuesto demostrable de que para las
elecciones de 2019 se hubiera producido un fraude electoral, la forma en que se
combatió ese supuesto fraude estuvo plagada de violaciones a la constitución, a
las leyes y a los reglamentos legislativos que dicen expresamente cómo y en que
orden jerárquico debe producirse la elección de un nuevo presidente del Estado
con la participación y el voto de representantes nacionales de la Asamblea
Legislativa Plurinacional. No se ha constatado, hasta ahora, que se hubiera
producido efectivamente un fraude electoral y eso que el gobierno de facto tuvo
casi un año para investigar y hasta para “montar” una versión sobre el asunto.
Sí se tiene constatado, en cambio, que la sucesión fue inconstitucional, y que
por lo tanto sí hubo un golpe de Estado que por añadidura tuvo características
violentas y desembocó en masacres respaldadas por un decreto firmado por la
presidenta y sus ministros. Con tan graves motivos, Jeanine Áñez tiene una
condena de diez años de reclusión y Luis Fernando Camacho ha sido detenido
preventivamente acusado por su actuación decisiva en el golpe de Estado.
Otra mentira que se viene
arrastrando desde que el MAS gobierna Bolivia es la de la “persecución” y los “presos
políticos”. En la actualidad se dice que hay como 180 personas encarceladas en
el país por “pensar distinto”. Se trata de otra genialidad que no resiste un
debate de cinco minutos: Todos a quienes se victimiza como presos políticos en
nombre de la “justicia y la libertad” están siendo procesados por la comisión
de delitos que consiste en violaciones a los derechos humanos, gran parte de
ellos policías y militares que participaron en las masacres de Sacaba y Senkata,
así como la quema de la sede de Adepcoca. Una segunda tongada la conforman los
investigados por casos de corrupción, incluido Rubén Costas al que le inició un
proceso el mismísimo Luis Fernando Camacho, y en un tercer grupo se encuentran quienes
tienen acusaciones menores pero igualmente delictivas. Sigo buscando y no
encuentro a alguno de estos supuestos presos políticos que haya sido privado de
libertad por ese supuesto “pensar distinto” que dicho sea de paso, hasta ahora
se circunscribe a militar en el antimasismo con tufo de plegaria evangélica.
Todos, absolutalmente todos estos ciudadanos y ciudadanas, están sometidos a la
justicia por hechos relacionados con distintos grados de violaciones al
ordenamiento jurídico boliviano.
El listado de mentiras
convertidas en eslogan callejero y en consigna política tiene otras perlas como
esa de que vivimos en dictadura y nos encaminamos a ser como Cuba y Venezuela,
afirmación que se vocifera desde las escuálidas concentraciones de la calle 21
de la Zona Sur conformadas por señoritas y señoritos que no quieren saber de
aprendizajes sobre la historia de Bolivia. Y para ponerle caviar con fecha
vencida al tema, se ha publicado el 1 de diciembre del pasado año lo siguiente:
“No hemos tenido en la historia otro presidente así: Evo Morales primero hizo que
perdiéramos el mar y ahora que perdiéramos las aguas del Silala
#JuicioDeReponsabilidades.” Quién firma este histórico twit es nada menos que
un presidente de asociación de periodistas, de esas en las que se arman cursos
financiados por agencias norteamericanas para instruir a sus asistentes, acerca
de mentiras del tamaño del sistema solar y que ya provocan vergüenza ajena. Que
quede claro: Estos técnicos de la mentira y
la manipulación informativa no admiten pausas.
Originalmente publicada en la columna Contragolpe de La Razón el 28 de enero
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