Hay provincias, cantones y pequeños pueblitos
en los que Rodrigo Paz ha ganado en la segunda vuelta hasta con el 90 por
ciento de los votos. Durante el pasado inmediato, durante por lo menos cinco
elecciones consecutivas, esos votos fueron cautivos de las candidaturas del
MAS-IPSP, los que no fueron registrados en los radares de consultores como
Jaime Durán Barba que no se enteraron que sumados –los de esas provincias,
cantones y pequeños pueblitos—son los que terminan haciendo una invariable
diferencia entre el voto popular que otra vez sumó 55 para que nuevamente el
voto conservador clasemediero urbano y racializador llegara a 45.
Ya se escuchan las voces de
quienes afirman que la candidatura del Partido Demócrata Cristiano (PDC)
conformada por Paz-Lara ha ganado con un voto prestado, ese voto producto de la
desintegración de la unidad del bloque popular que alguna vez liderizó Evo
Morales. Dicha afirmación puede serle útil al propio Evo para sacar el
talonario de facturas en búsqueda de un engañoso posicionamiento en sentido de
que el evismo chapareño facilitó el triunfo de Rodrigo, pero sobre todo otra
derrota de los que comenzaron a perder con sistemática puntualidad, cada
cuatro-cinco años, mientras el MAS ganaba y ganaba desde 2005.
Antes que un triunfo de Paz se
trata de una derrota de intensidades distintas. La lista de los primeros
grandes segundones la encabeza esa cuadrilla de asesores de campaña que van por
la vida desde encuestadores que pretenden explicar cómo se procesa el agua
tibia hasta estrategas sabedores de técnicas manipulatorias, de formas eficaces
de detección de demandas y ansiedades, pero que a pesar de haber pasado por las
carreras de sociología, ciencias políticas, o comunicación política no supieron
aprender que para ganar una elección en esta Bolivia multiforme, a veces sólo
es necesario llevar una guitarra a un mercado de caseritas y cantar “para el
pueblo lo que es del pueblo”.
La noche del 19 de octubre, Tuto
Quiroga agradeció en su alocución nuevamente perdedora a sus asesores “Jaime,
Santiago y Gandi” por “habernos enseñado a hablarle a la gente”. Si eso fuera
cierto, sus probabilidades de ganar el balotaje habrían sido mayores. A quienes
tendría que haberle preguntado Tuto cómo se les habla a los bolivianos, ojo, a
todos los bolivianos, no sólo a algunas familias que viven en el Urubó, en la
Zona Norte de Cochabamba o en La Florida de La Paz, es a Carlos Palenque que
inauguró un marketing cholo, producto del aprendizaje de las calles en los
80-90, o del propio Edman Lara que sin saberlo le hizo caso a Charly García:
“Le estoy hablando, hablando a tu corazón.”
Atragantados con Evo y sus socios
de ayer y de hoy, se escuchan sentencias paternalistas a cargo de asesores de
campaña en esta elección desempleados (seguro que habrían jugado otra vez como nunca
y perdido como siempre) que fustigan a los gobiernos del MAS como responsables
de todas las desgracias humanas. Saben perfectamente que eso no es cierto.
Saben que entre 2006 y 2014 se construyeron las condiciones para que los
trasnochados neoliberales devenidos en golpistas (Tuto, Doria Medina, Mesa y
una larga lista de ladronzuelos y represores) nunca pudieran conquistar el
poder por la vía de la legitimidad del voto. Han sido nuevamente derrotados,
pero como otro consultor de campañas predice:
“Esta es su penúltima vez.” Y a esto sería necesario agregar: Siempre hay una
nueva oportunidad para volver a perder.
En el siguiente peldaño de los
perdedores hay que anotar a las encuestadoras que en los dos estudios de
opinión para la segunda vuelta le dieron el triunfo a Tuto, a continuación, a
los medios que amplificaron esas encuestas y escondieron la basura racista de
JP Velasco en formato tuitero y finalmente a los panelistas que pretendieron
analizar los resultados, desde el payaso Krusty, preferido por Los Simpsons,
pasando por el Chino que con camisa a cuadros y su ya conocido odio y
descriterio dijo que el triunfo de Paz-Lara fue “made in tik-tok” y Oscar
Ortíz, el Rector de la Católica de Santa Cruz que como se diría en buen porteño
es más aburrido que chupar un clavo, eso sin contar sus antecedentes como
facilitador y ministro del gobierno de facto de 2019-2020.
Con este puñado de perdedores,
queda saber qué hizo el ganador para conseguir el triunfo. Y en este sentido, a
diferencia de sus adversarios, Rodrigo Paz decidió emprender una travesía por
los territorios en los que habitan esos bolivianos y bolivianas que no saben
que Durán Barba se lleva un par de millones de dólares por campaña, en este
caso como premio a su estruendosa derrota. Esa travesía de por lo menos dos
años fue infravalorada por medios hegemónicos como Unitel que en agosto decidió
excluirlo de uno de sus debates. Favor que le hicieron, en tanto el ninguneo
político desata cadenas de solidaridad y empatía. Torpe y tempranamente
discriminado por el establishment, por estas horas, Rodrigo Paz Pereira es el
nuevo Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia.
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