sábado, 24 de febrero de 2024

La máquina de mirar

 

Las redes sociodigitales están triunfando sobre la memoria histórica y periodística. La están haciendo añicos con la proliferación a raudales de “contenidos” de mínima duración y máxima estupidez aplastando la importancia de evocar el pasado. Periodistas que autocontemplan su pretendido sentido crítico e incisivo y que pertenecen a generaciones anteriores se han colgado de X (twitter) Meta (Facebook), Instragram y Tik Tok, y han terminado devorados por la compulsividad de publicar todo el tiempo conforme las noticias en desarrollo cotidiano van apareciendo. Hay que publicar. Lo que sea. No importa. Al final de cuentas…”somos periodistas”.

En esta nueva realidad virtual mediática parece ya no caber la importancia de la memoria histórica y dentro de ella, la memoria periodística, y así se explica que se imponga una moledora de carne pseudoacadémica de la que surgen los mal llamados influencers que de influyentes sólo tienen la habilidad de acumular seguidores de lo estrambótico, lo intrascendente, lo anecdótico, lo cursi y lo absurdo mientras los que quieren jugar a serios apuestan por hacer de las fake news , su herramienta diaria de trabajo. En tan complejo e inmenso contexto, no faltarán, lo sabemos, honrosas excepciones.

Mario Vargas Rodríguez –Cucho—no pertenece, felizmente, a esta generación en la que el periodismo podría terminar siendo engullido por las redes y sus agentes a tiempo completo. Cucho fue un periodista de esos que no puede dejar de recordarse porque su talento como narrador de fútbol (“La verdad desde la cancha”) nos permite inscribirlo en nuestra memoria acústica como al heroico relator del Sudamericano del 63 cuando Bolivia fue campeón por única vez. Medio siglo después escribió y publicó uno de los libros de fútbol más importantes que se conozcan en nuestro país: “Campeones sudamericanos 1963, 50 años de la epopeya”.

Quiso el destino que hiciera mis primeras armas televisivas como crítico de cine en el programa “Enfoques –“Con el enfoque de Enfoques y la máquina de mirar”—en los años 80 y nos reencontraramos tres décadas después en el homenaje que la Federación Boliviana de Fútbol le hiciera a esos campeones (5 y 6 de abril de 2013) y que tuve el privilegio de organizar en Santa Cruz de la Sierra. En aquella histórica oportunidad nuestros futbolistas campeones recibieron el Cóndor de Oro, máxima distinción que confiere la entidad matriz de nuestro balompié y al día siguiente protagonizar una vuelta olímpica en el estadio Tahuichi Aguilera, previa al partido en que Brasil con Ronaldinho Gaucho y Neymar dirigidos por Luiz Felipe Scolari nos hicieron un olvidable 0-4, cuando Xabier Azkargorta dirigía en una nueva etapa al equipo verde simbolizado por Marcelo Martins.

Luego de la cena impecablemente servida en el club de Tenis Santa Cruz, terminé sentado conversando hasta las cuatro de la mañana en el comedor del hotel Yotaú con Cucho y el gran Wilfredo Camacho que me contaron lo que habían vivido 50 años atrás. Que día memorable. Que gran recuerdo y que capacidad de otro grande, Ramiro Blacut, con el que montamos los dos días de recordación y tributo sin que absolutamente nada fallara en tiempo y forma. Así se debiera siempre recordar a la gente que hace feliz a un país y y así lo hicimos hace ya casi once años, lo que me permite esta evocación a ese periodista que fue Cucho Vargas, recientemente fallecido a los 94 años y al que las asociaciones, las federaciones sindicales y ramas anexas de organizaciones de periodistas no le dedicaron una sola línea a su dilatada y versatil trayectoria.

Hay que agregar que Cucho Vargas no puede quedar esquematizado en la casilla del periodista deportivo, porque lo suyo fue más amplio en gráfica, radio y televisión. Dueño de un envidiable timbre de locutor con gran oficio tuvo que ver decisivamente con el lanzamiento de Carlos Palenque a la política con la fundación de Conciencia de Patria (CONDEPA) debido a la entrevista que en 1988 le hicieran a Roberto Suárez Gómez (Canal 4 y radio Metropolitana) al que Cucho le preguntó por teléfono quién era el rey de la cocaína recibiendo una respuesta rápida y tajante: “El imperio norteamericano es el rey y el gobierno de Bolivia (Paz Estenssoro) es el virrey”. Al día siguiente, el ministro de Transportes y Comunicaciones, Andres Petricevic, mandó a clausurar la radio y la televisión de Palenque por “apología del delito” y a partir de las movilizaciones reclamando por  su abusiva e ilegal clausura, nació el instrumento político del Compadre, con la reapertura de sus medios de comunicación por presión ciudadana.

Narró partidos de fútbol, dirigio y escribió en revistas y diarios (revistas Panorama y Enfoques, diarios Clarín y Hoy), e hizo televisión compartiendo un programa dominical de entretenimiento en el naciente canal 7 junto a Lalo Lafaye y Micky Jiménez. La vida de Cucho Vargas fue el periodismo a tiempo completo y forma parte de capítulos fundamentales de la historia del periodismo boliviano en la segunda mitad del siglo XX.



Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el 13 de enero

 

 

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