sábado, 24 de febrero de 2024

El cajero

 

Desdecirse en política es cuando menos una vulgaridad. Calificar de maestro a un personaje y pocos años después reducirlo a cajero con el objetivo de desprestigiarlo resulta desleal e incongruente. De esta manera, Luis Arce Catacora quién fuera calificado en su momento como profesor de economía, ha sido minimizado a insignificante y mediocre funcionario de la burocracia estatal. El que fuera conductor del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas durante 14 años es hoy para Evo y los suyos un discreto contador, encargado nada más que del debe y el haber, del flujo de dinero que se cobra y se paga, más o menos un oficinista que debe hacer horas extra sin cobrar para el arqueo del cierre de jornada.

“Parece que el Evo no quiere que ganemos” me comentó alguien muy comprometido con la campaña electoral de 2020 y el tiempo le va dando la razón porque hoy el principal enemigo político del presidente del Estado no es la oposición vende patria, sino el jefe del partido con el que llegó a triunfar con un aplastante 55.1% de los votos: Para Evo hoy, su “maestro” Luis Arce es un traidor aliado a la derecha y al imperio, lo que nos ofrece como resultado un patético guión con un protagonista que en su obsesión por ser candidato, está llevando adelante tareas autodestructivas de consecuencias probablemente funestas para la continuidad del llamado Proceso de Cambio.

La subestimación en política suele convertirse en arma favorable a la víctima. “El indiecito no va a poder” dijeron de Evo, y este no solo que pudo, sino que se convirtió en el primer mandatario con más años consecutivos en el ejercicio del cargo y con números abrumadores en la administración de la economía a cargo de su “cajero”. Ahora quién era subestimado, subestima, y en ese sentido el Presidente del Estado ha sabido retrucar el pretendido agravio con liviandad candorosa diciendo que le pueden llamar como quieran, pero que para el los resultados son los que cuentan y en ese sentido, los resultados de las encuestas, las propias, las ajenas y las neutras, lo posicionan en el primer lugar de las eventuales preferencias electorales y aquí cabe marcar la diferencia entre el adjetivador y el adjetivado: Dentro del MAS todavía es posible el reinado de Evo, pero fuera de el, la aceptación a Arce es notoriamente superior a la del jefe del partido proclamado en Lauca Ñ, en un congreso impugnado, como candidato único.

En los pasillos de la envidia política se ha escuchado decir “Lucho es solamente un contador”. En 2016 lo entrevisté por última vez para la televisión y por cómo explicaba los conceptos sobre el modelo económico (social, comunitario, productivo) daba la impresión de alguien que había hecho maestría en universidad europea (Warwick, Reino Unido) y ahora que presentó en la última feria del libro de La Paz “Un modelo económico justo y exitoso (La economía boliviana 2006 – 2019)” en 400 páginas, pone en evidencia que para comenzar fue un funcionario del Banco Central de Bolivia (BCB) que acumuló una apreciable experiencia de dos décadas y que por algo mantenía diálogo contínuo con Carlos Villegas (+), su compañero en el primer gabinete de Evo Morales. En este contexto, algunos de sus excolegas lo tachan de neoliberal, otros dicen en su favor que en sus años universitarios fue militante del Partido Socialista Uno (PS-1).

Subestimado y maltrado, Arce Catacora recibe invitaciones de las organizaciones del Pacto de Unidad para acudir a sus encuentros, pero fundamentalmente vive sin distraerse enfrascado en una gestión que si no estuviera azotada por el fuego cruzado masista, podría sacarle mayores réditos al objetivo de industrialización del país con la explotación del litio como punta de lanza, elemento central de su programa de gobierno. Al final del camino gubernamental sabremos cuánto de lo que se proponía pudo hacer y cuánto quedará pendiente de realización, si en la continuidad del programa a cargo del MAS – IPSP o con un probable giro a la derecha que podría darse si la ruptura del partido azul se consuma y no queda vuelta atrás posible.

Está claro que el cajero había sido magister. Es el único ministro de Economía de Bolivia, por lo menos en los últimos 50 años, que ha escrito y publicado un par de libros explicando y defendiendo un modelo económico con resultados objetivos, con determinante participación estatal, y considerando el lugar que le corresponde a las iniciativas privadas de apertura de mercados y a las experiencias rurales comunitarias. Dicen que le falta mirada de economía política. Lo que si no está en duda es que los conceptos y los resultados del potenciamiento del mercado interno y las políticas de redistribución le han otorgado a Arce un capital de credibilidad que se resiste a dilapidar, y con más razón en escenarios donde impera la diatriba, la acusación sin pruebas y la mera pelea callejera por la obsesión de la candidatura presidencial.



Originalmente publicado el 07 de octubre en la columna Contragolpe de La Razón

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