La decisión de no otorgar salvoconductos para los asilados en la Embajada de México en
noviembre de 2019 de parte de la entonces Canciller Karen Longaric, instruida por Jeanine Áñez y
Arturo Murillo, no alcanzó a Luis Arce Catacora que pudo llegar hasta una nave de línea aérea
extranjera para conseguir librarse de la infernal persecución desatada por el triunfante gobierno
de facto.
Es probable que el objetivo de sacar del país, sano y salvo, al que hasta días atrás había sido
ministro de Economía y Finanzas Públicas, hubiera quedado malogrado, de no haber actuado de
manera directa y decidida la embajadora de los Estados Unidos Mexicanos, María Teresa Mercado,
que acompañó a Arce Catacora desde La Rinconada de la Zona Sur de La Paz hasta el aeropuerto
de El Alto, superando todos los obstáculos como si se tratara de una carrera de vallas controlada
por uniformados verde olivo .
Tuve la posibilidad de entrevistar a la embajadora Mercado (“Memoria”, ATB, 18 de noviembre de
2021) quién nos refirió con detalle cómo fueron esos días marcados por la crispación y la ansiedad,
sobre los que tuve oportunidad de saber en carne propia entre el domingo 10 y el miércoles 13 de
ese trágico noviembre y que me permitió conocer la entereza y el oficio diplomático mexicanos
que con orden y templanza fueron generando las condiciones para que los asilados, todos ellos
autoridades del gobierno del derrocado Evo Morales, pudieran sentirse seguros y protegidos.
Entre los atropellos desvergonzados a cargo del gobierno de Áñez figura el de haber declarado a
Mercado persona non grata, hecho que la obligó a abandonar el país el 31 de diciembre de 2019, y
que dió lugar a su sustitución temporal, ya que el presidente Andres Manuel López Obrador, le
restituyó el cargo para regresar a La Paz, una vez recuperada la democracia con el triunfo electoral
de quién había sido uno de sus principales protegidos y a quién acompañó hasta la cabina de un
avión para asegurarse de que partiera con destino a Ciudad de México.
Cuando todo era desconcierto y lágrimas, minutos después de la renuncia del presidente Morales,
producida hacia el final de la tarde de ese domingo 10 de noviembre, conocí a María Teresa que
impartía instrucciones para organizar las habitaciones que ocuparían los asilados. Algunas y
algunos permanecieron nada más que por un par de días porque ya sabían de las intenciones del
gobierno golpista de evitar que los refugiados obtuvieran el asilo hacia un país que en la década de
los 70, durante el septenio dictatorial, acogió a bolivianas y bolivianos que se vieron obligados a
escapar del banzerato fascistoide.
Durante los 50 días que le tocó a la embajadora Mercado enfrentar el asedio policial con
reflectores nocturnos que enceguecían a quienes se encontraban en la residencia mexicana y el
control pitita del ingreso y salida de la exclusiva Rinconada, tuvo que lidiar con la cancillería a
cargo de Longaric que entre las disparatadas decisiones que tomaba a diario, queda registrado
reconocimiento a Juan Guaido como presidente “encargado” de la República Bolivariana de
Venezuela auspiciado por el gobierno del estrambótico Donald Trump que por supuesto
respaldaba al gobierno de facto presidido por Áñez y manejado a diestra y siniestra por Arturo
Murillo.
Pero como si todo ese panorama abrumador para una representante diplomática no fuera
suficiente, el yerno del propietario de la casa en la que se encontraba la residencia de la
Embajadora, no tuvo mejor idea que acercarse para pedirle un significativo incremento mensual
del alquiler que no contemplara factura. El heredero de un formidable evasor de impuestos,
dedicado a la actividad minera y en su momento propietario de un medio televisivo y un diario de
alcance nacional, estaba honrando la enseñanza paterna proponiendo un “arreglo entre nos”,
aprovechándose del desconcierto y el miedo que reinaba gracias al gobierno respaldado por el
diario del que el sujeto en cuestión es principal propietario. Por cierto, la embajadora Mercado me
solicitó mantener en reserva el nombre de este que le subió el monto del alquiler aprovechándose
de la circunstancia.
María Teresa Mercado ha regresado a su país para asumir la Dirección del Instituto Matías
Romero, creado en 1974, y que se constituye en la academia diplomática mexicana. La he
entrevistado nuevamente (“Cable a tierra”, radio Éxito Bolivia, 28 de junio de 2023) y hemos
recapitulado su intensa estancia en nuestro país que contiene logros como el de la supresión de
visas para viajeros bolivianos y mexicanos, y un proyecto de centro cultural que involucra al Fondo
de Cultura Económica de México y al Centro de Investigaciones Sociales de Bolivia, próxima a
concretarse. Conservaremos el mejor recuerdo, inscrito en nuestra memoria histórica, por esta
que puede considerarse una embajadora con letras mayúsculas.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el 01 de julio
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