jueves, 17 de agosto de 2023

El antimasismo de Página Siete y su fase terminal

 

Hay raúles y Raúl. Los raúles se juntaron para encarar la puesta en funcionamiento de un nuevo artefacto periodístico el año 2010, pero no consideraron las lecciones que les había dejado Raúl Garafulic Gutiérrez, padre de la televisión privada y pirata, y más tarde propietario de este diario, La Razón, fundado en 1990 por el empresario, banquero y luego superministro del primer gobierno de Sanchez de Lozada, Fermando Romero, cariñosamente apodado por sus amigos como “Negro”.

La diferencia entre el proyecto de 1990 que dió vida a La Razón y el de 2010 que gestó Página Siete se llama Jorge Canelas Sáenz, el primer director del medio naciente que había prestado servicios en la agencia Associated Press en Chile. Canelas fue un refinado editorialista de convicciones sólidas. “La Razón es un diario independiente, para algunos aún mejor expresado este concepto diciendo que es un diario libre…” se dice en  la página La Razón (Bolivia) de Wikipedia en los inicios de su publicación.

De Jorge Canelas conservo el siguiente recuerdo personal: En 1987, cuando era director del diario Ultima Hora, me puso en la calle por haber cometido la osadía de viajar hasta La Habana, capital del paraíso tropical comunista para cubrir el festival internacional de cine latinoamericano con mis propios recursos, lo que permitió una cobertura amplia y diversa acerca del más importante encuentro del cine de nuestro continente, a la cabeza de Gabriel García Márquez y Fernando Birri. Años más tarde, admitió mi presencia como colaborador no remunerado en el suplemento dominical Ventana (La Razón) , como columnista en el suplemento Acción del diario La Prensa del que también fue director fundador , y finalmente, en el semanario Pulso en el que me encargaba de la página de fútbol internacional, del que decidí marcharme con Canelas pidiendomé que me quedara.

El director que me había echado de Ultima Hora, quiso evitar mi salida del último impreso que fundó y dirigió. Conversar con el implicaba análisis y reflexión, nunca improvisaba y en aquél tiempo no se había instalado ese periodismo hecho a la rápida, poco prolijo, toscamente escrito, el que se practicó en gran medida en Página Siete de los raúles herederos, tachonado de imprecisiones, falsedades y obligatoriedad de disculpas por los errores que se fueron cometiendo en sus trece años de existencia y que concluyeron el pasado 29 de junio.

Canelas fue un director de gran consistencia en términos de pensamiento y mirada estratégica periodística. A contracorriente de los manuales del independentismo funcionalista y tramposo, decidió que La Razón apoyaría explícitamente (1991) la candidatura de Ronald MacLean Abaroa a la Alcaldía de La Paz. Sin dubitaciones ni complejo alguno, La Razón consideró que el representante de la ADN banzerista era el mejor perfilado para continuar con la construcción de la institucionalidad del municipio paceño y la conducción de los destinos de la ciudad Sede de Gobierno. Nadie  reprochó tan arriesgada decisión y más bien logró el afianzamiento del periódico en el espectro de los diarios bolivianos, generando respeto y credibilidad.

El periodismo impreso o gráfico de Bolivia, tuvo en La Razón a la más nítida expresión de la democracia representativa y de pactos partidarios, y su calidad se debe en gran medida al acierto que signficó que Garafulic Gutiérrez mantuviera a Canelas al mando del diario desde el minuto cero.  Veinte años más tarde, la historia no se repitió en tanto el Raúl heredero (Garafulic Lehm) decidió emprender junto a otro Raúl (Peñaranda Undurraga) la aventura de hacer Página Siete cuando el país ya no era el de Garafulic Gutiérrez – Canelas Sáenz, cuando ya habían transcurrido cuatro años de gobierno a la cabeza de Evo Morales – Alvaro García Linera y Bolivia había saltado de República a Estado Plurinacional y se había producido la nacionalización de los hidrocarburos y el potenciamiento de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). 

Las reglas de juego hasta 2005 eran claras para un país repleto de excluídos, con un sistema de partidos políticos con predominancia de centro y extrema derecha y con un decreto (21060) que hizo funcionar la economía nacional entre 1985 y 2005. Eran tiempos en que las dirigencias sindicales y de pequeños partidos radicales de izquierda fueron perseguidas, criminalizadas y confinadas para que el recetario fondomonetarista y bancomundialista pudiera convertirse en la carta estratégica del funcionamiento de la economía boliviana impuesta desde afuera, con la embajada de Estados Unidos aprobando nombres de ministros, comandantes militares y fiscales designados para combatir el narcotráfico.

Durante esas dos décadas, los Garafulic se fueron consolidando como empresarios que hicieron de la influencia político gubernamental , la herramienta para consolidar su participación en  asociación con el grupo español Prisa para capitalizar el diario La Razón y en la participación accionaria de los fondos de pensiones hasta hace poco vigentes, sustituídos en la actualidad por la Gestora Pública del Estado Plurinacional. Embajador del gobierno de Paz Zamora, y activo paramilitar en el golpe banzerista de 1971, escribí lo siguiente sobre Garafulic y sus herederos (El pulpo Garafulic y su herencia en Página Siete, La Razón, 22 de agosto de 2021):

Don Raúl iba creciendo con su amigo, el general Banzer, convertido a la democracia, gozando de la confianza del presidente Jaime Paz Zamora y tratándose de tú a tú con Jesús de Polanco, principal accionista del grupo Prisa, propietario del diario El País, la cadena de radio SER, Editorial Santillana, y Alfaguara. Polanco provenía de una familia de militares ligados a la falange española y al franquismo, lo que probablemente facilitaba las cosas en términos de sintonía ideológica, considerando que el embajador en Madrid había nacido a la vida pública boliviana directamente vinculado a un golpe militar.

Garáfulic, secundado por sus hijos Raúl y Dieter, armó una estructura de medios que en términos televisivos tenía como principal soporte el perfeccionamiento de la calidad de la señal y una estrategia competitiva por la captura de las audiencias. Supo manejar como idea-fuerza principal que habían llegado para ser los primeros en las preferencias ciudadanas y aunque en varios momentos no lo lograran, se las arreglaron siempre para trabajar con gran eficacia persuasiva en sentido de que los medios con su marca eran los más importantes e influyentes, y en la medida en que estas percepciones fueron penetrando en el imaginario urbano del país, se podía percibir cuán poderosos se sentían “los garas”, quienes manejaron la lógica del ser y el parecer con persistente disciplina, lo que permitió que Don Raúl ya sintiera que podía desbordar sus medios de comunicación para mostrar todos los tentáculos que era capaz de mover y así trascender el plan multimedia hacia otros negocios, hasta que llegó el día en que el Extra, su diario popular de crónica roja, dirigido por Jaime Iturri Salmón, decidió publicar un incidente familiar del entonces ministro de Gobierno, Wálter Guiteras (gobierno democrático de Banzer, enero de 2001), en el que se habrían producido hechos de violencia que involucraban a su esposa e hija.

 

Guiteras, el poderoso ministro y senador por el departamento del Beni, se vio obligado a dimitir del cargo, lo que generó un procesamiento a Iturri bajo la Ley de Imprenta que finalmente quedó en nada por la extemporaneidad con que fue presentada la demanda. Nunca se llegó a confirmar la veracidad de la denuncia del Extra, y lo que quedó de la refriega fue una pelea encarnizada que condujo al depuesto ministro a presentar ante una comisión especial pluripartidaria en el Parlamento nacional, 11 grupos de delitos con el título El historial delictivo de Garáfulic (Revelaciones de Guiteras: Garáfulic espió para dictadura de García Meza, Agencia de Noticias Fides ANF, 30 de enero de 2001, firmado por NVS).

La extensa nota de ANF refiere con detalle el documento con acusaciones de Guiteras contra Garáfulic: Espionaje a favor de García Meza. “Invento” de escucha y espionaje en ATB y La Razón (“hizo un Watergate criollo absurdo y falaz”, declaró Guiteras). Defraudación de impuestos municipales. Compra de vehículos robados en Brasil para luego ser comercializados en Bolivia. Provisión de electricidad al departamento del Beni pretendiendo obviar el procedimiento de adjudicación. Intento de interrupción de un proceso de contratación para favorecer su propuesta en el proyecto de electrificación de provincias de Cochabamba. Contrabando a través de la zona franca de Cobija. Intento de venta de un avión privado (Taxi Aéreo Echalar) al propio ministro Guiteras que cuando éste rechazó la propuesta, “Raúl Garáfulic Gutiérrez comenzó a pensar con saña el golpe que habrá de darme para cuestionar mi credibilidad y honor, como más tarde hizo con sus medios de prensa, contra todo vestigio de verdad, reveló Guiteras.” Venta falsificada de la mina Amayapampa. Compra fraudulenta de la Hilandería Santa Cruz. Evasión de impuestos nacionales (nota de cargo por el no pago de impuestos por $us 1 millón de la empresa Telebingo de la cual Garafulic poseía el 97% de las acciones).

Solo para utilizar como ejemplo nada más que una de las acusaciones de Guiteras, según informes periodísticos de la época, la Hilandería Santa Cruz estaba valuada en $us 70 millones. Garáfulic la adquirió solo en $us 4 millones, en tiempos en que ya se había convertido en accionista y administrador de los fondos de pensiones y se quitó de encima a Tito Asbún, empresario cochabambino con el que en principio se asoció en busca de las acciones de la entonces línea aérea bandera nacional, Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), que más tarde quedaría desmantelada y quebrada con la intervención de la brasileña VASP de propiedad de Wagner Canhedo. Eran tiempos de privatización y capitalización.

El 19 de marzo de 2003, Raúl Garáfulic (h) presentó en defensa de su padre una denuncia “por los ataques de Wálter Guiteras” ante la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), a la que pidió que envíe una comisión especial a Bolivia para investigar estos hechos e impedir que la “inmunidad parlamentaria de un senador siga siendo arma de impunidad para atacar, por venganza, la credibilidad de los medios de comunicación y la libertad de información en Bolivia”, dice la nota de ANF. Garáfulic terminó enjuiciando a Guiteras por calumnias, daños y perjuicios.

Como tantas veces ha sucedido en nuestra historia contemporánea, las denuncias, acusaciones y contraacusaciones de guerras como la de Garáfulic-Guiteras quedaron en suspenso y de manera definitiva el 21 de noviembre de 2003 cuando en inmediaciones de la estancia Caño Negro, situada entre San Ramón y Magdalena, departamento del Beni, a 192 kilómetros de su capital Trinidad, la avioneta Cessna 332 Bimotor CP 1958 se accidentó, lo que provocó la muerte de Raúl Garáfulic Gutiérrez y la del piloto Miguel Díez de Medina. El pulpo de los medios de comunicación en Bolivia moría dos años y 10 meses después de que se desatara una confrontación entre dos figuras públicas que tenían en común su cercanía y nexos con el general Banzer.

Así como hoy se ha hecho frecuente el enfrentamiento entre masistas, banzeristas como Garafulic y Guiteras supieron pelearse a muerte. Con estos antecedentes resultará más sencillo comprender que los motivos del cierre de Página Siete están fundamentalmente relacionados con algunos de los cadáveres que guarda en el ropero principal esta familia de la que se esperaba que Raúl Garafulic Lehm, el hijo mayor, llegara a ser algún día candidato a la presidencia de la vieja República, quién ahora se encontraría viviendo en España desde hace casi medio año, trabajando para el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), esa entidad financiera a cargo de uno de los fondos de pensiones de nuestro país en la que Raúl padre tuvo participación administrativa y accionaria.

Para concluir esta significativa etapa de su carrera pública, Rauli, no dijo la verdad sobre la razón del cierre de Página Siete que está relacionada con un lío de acciones, utilidades y paraísos fiscales de la AFP Previsión en la que los Garafulic tienen intereses. Culpar al gobierno de Luis Arce por presiones y asfixia contra la libertad de expresión es nada más que otra cortina de humo con la que pretendieron salir del paso cuando los agobian los salarios no pagados y otras obligaciones incumplidas con sus fieles trabajadores como los desembolsos de los aportes de sus asalariados a las afps, varios de los cuales habrían iniciado demandas laborales contra un diario en el que se soñaba y trabajaba para la caída de Evo Morales y del MAS, organización política que sepultó la democracia pactada con sus triunfos electorales de mayoría absoluta: 2005, 2009, 2014 Y 2020.

Como antecedente final queda el haber intentado criminalizar la última transacción de compra venta de este diario, La Razón, atribuyéndole al programa gubernamental “Bolivia cambia, Evo cumple” los recursos con que habría sido adquirido. La verdad, bien se sabe, es otra. Durante el gobierno de facto de Jeanine Áñez, Garafulic y sus amigos banzeristas del régimen habrían tramado un plan para apropiarse del diario. Reapropiarse por historia familiar pensarán ellos. Para tal objetivo tenían listo al periodista que se haría cargo de la dirección, producto de un intento de un forzado procesamiento judicial que les garantizaba la captura a costo cero. Como el principal accionista nada tenía que esconder, y por lo tanto nada que temer, desbarató el plan rápida y eficazmente. Se podría decir que en ese momento comenzó la caída final de Garafulic que llegó al año 13 de existencia de Página Siete. No pudo más. O no pudo contra el MAS, como quedará escrito en la historia.

(*) Julio Peñaloza Bretel es periodista, habitual columnista del diario La Razón. El año 2022 publicó “Democracia interrumpida, crisis de Estado y gobierno de facto en Bolivia”, libro en el que figuran las trayectrorias públicas de actores decisivos en el derrocamiento de Evo Morales en noviembre de 2019. La familia Garafulic forma parte de este capítulo de nuestra historia.



Originalmente publicado en el suplemento Animal Político de La Razón, el 16 de julio

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