domingo, 9 de abril de 2023

¿Peor que en dictadura?

 

La nueva presidenta de la Asociación de Periodistas de Bolivia, Zulema Alanes, ha inaugurado su gestión con una frase de campanillas: Estamos “peor que en dictadura” dijo con respecto del ejercicio del trabajo periodístico y la libertad de expresión. De esta manera, Alanes se suma al escuadrón de opinadores antimasistas que han hecho de su “anti”, una razón de vida.

La última columna, o más precisamente el último discurso de odio perpetrado por Humberto Vacaflor Ganam, desmiente olímpicamente a Alanes. Para evitar sospechas de sesgo, transcribo a continuación los dos mil noventa y ocho caracteres en los que el opinador de algunos diarios conservadores del país y de la muy reaccionaria Infobae de Argentina, que con el título “Tiempo de partir” (El Deber, 6 de marzo), demuestra por escándalo que en Bolivia la libertad de expresión tiene espacio para admitir,  sin restricción alguna, incluso libelos infamatorios fabricados en alguna cocina de la frustración y la impotencia:

El jefe del MAS es un corrupto, según lo dicen quienes siguen al subjefe del MAS, que es señalado como corrupto por los seguidores del primero.

El uno ha hecho negociados con todo, pero ahora se habla del litio, que manejó su canciller Huanacuni, para entregarlo a los chinos por debajo de la mesa, según dicen los del número dos.

El segundo es un corrupto de vértigo, porque hace negociados con YPFB cuando la empresa está herida de muerte por los negocios sucios anteriores, todos del MAS, de cuando él era ministro.

Han invertido los dos, mil millones de dólares en el proyecto de explotación de litio por evaporación, que ahora el propio MAS admite que es un fracaso.

Se han robado $us 55.000 millones que llegaron al país cuando ellos, sin saber leer ni escribir, literal, gobernaban el país. Han destruido las instituciones y han llevado al país al borde de ser declarado “Estado fallido”.

Los ahorros de los nuevos ricos del MAS figuran en bancos extranjeros, con cuentas cifradas, como las del vicepresidente del N 1 º, ahora dedicado a administrar sus fortunas en el exterior.

El número uno denuncia la existencia de los “guerreros digitales” sin recordar que él mismo reclutó ese batallón de falsarios dedicados a desprestigiar a los que no estaban de acuerdo con el festín de la corrupción.

Mandó matar a Marco Antonio Aramayo porque denunció la corrupción del Fondo Indígena. Mandó matar a los esposos Andrade porque iban a informar de la dictadura narco de Chapare.

Y el Nº 2 aprobó, en 2006, que se construya un museo en homenaje al lugar donde nació el Nº1, que costó $us 7 millones, y ahora parece un chiquero.

Ahora es presidente cuando en Santa Cruz hay 8 hospitales que no funcionan porque no tienen personal, mientras el dengue mata a decenas de niños.

El país está cansado de estos ladrones disfrazados de políticos. Los bolivianos los han despedido en un referéndum de 2016 y en una elección de 2019.

También los han despedido en 2020, pero el fraude ocultó las cifras verdaderas.

Para estos sátrapas ha llegado el momento de partir. Tendrán que elegir el mejor pretexto, pero deben irse.

Resumen de la columna de Vacaflor: Corruptos. Autores de negociados. Ladrones disfrazados de políticos. Destructores de instituciones. Fabricantes de un “estado fallido”. Nuevos ricos. Vicepresidente del número uno que ahora administra sus fortunas en el exterior. Asesinos (mandaron a matar a Marco Antonio Aramayo y a los esposos Andrade). Sátrapas. Deben irse.

En los breves párrafos cometidos por Vacaflor no hay un solo elemento respaldatorio de semejantes afirmaciones. En una indisimulable subestimación de quienes lo leen, da por sentado que lo que dice es palabra santa, irrebatible e indiscutible. Me pregunto quién pudo haber sido el valiente que en tiempos de dictaduras militares escribiera de esta manera contra los generales Barrientos, Banzer o García Meza.

Evo Morales es el presidente más agraviado y discriminado por opinadores y operadores mediáticos disfrazados de periodistas de la historia de Bolivia. No lo es menos el que fuera su Vicepresidente, Alvaro García Linera, al que el mismo Vacaflor aludió alguna vez con entusiasmo homofóbico sobre sus supuestas preferencias sexuales. Se trata del mismo Vaclafor que tuvo que pedir disculpas por haber acusado a Morales de instruir la muerte de los esposos Andrade, disculpas que Morales aceptó en octubre de 2016.

Una cosa son los abusos callejeros, producto de excesos policiales, pero eso, de ninguna manera tiene que ver con el ejercicio de la libertad de expresión, sino con incidentes aislados que no tipifican cuadros de situación. En Bolivia se puede pulverizar con creces el uso irrestricto de la libertad de expresión donde el agravio, la calumnia y la bajeza para decir las cosas, se ha convertido en moneda corriente. Vacaflor lo demuestra cada vez que redacta sus artículos por lo que no ha recibido ni siquiera una crítica. Se lo asume como de quién viene.  



Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 11 de marzo

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