La nueva presidenta de la
Asociación de Periodistas de Bolivia, Zulema Alanes, ha inaugurado su gestión
con una frase de campanillas: Estamos “peor que en dictadura” dijo con respecto
del ejercicio del trabajo periodístico y la libertad de expresión. De esta
manera, Alanes se suma al escuadrón de opinadores antimasistas que han hecho de
su “anti”, una razón de vida.
La última columna, o más
precisamente el último discurso de odio perpetrado por Humberto Vacaflor Ganam,
desmiente olímpicamente a Alanes. Para evitar sospechas de sesgo, transcribo a
continuación los dos mil noventa y ocho caracteres en los que el opinador de
algunos diarios conservadores del país y de la muy reaccionaria Infobae de
Argentina, que con el título “Tiempo de partir” (El Deber, 6 de marzo),
demuestra por escándalo que en Bolivia la libertad de expresión tiene espacio
para admitir, sin restricción alguna,
incluso libelos infamatorios fabricados en alguna cocina de la frustración y la
impotencia:
El jefe del MAS es un corrupto, según lo dicen quienes siguen al
subjefe del MAS, que es señalado como corrupto por los seguidores del primero.
El uno ha hecho negociados con todo, pero ahora se habla del litio, que
manejó su canciller Huanacuni, para entregarlo a los chinos por debajo de la
mesa, según dicen los del número dos.
El segundo es un corrupto de vértigo, porque hace negociados con YPFB
cuando la empresa está herida de muerte por los negocios sucios anteriores,
todos del MAS, de cuando él era ministro.
Han invertido los dos, mil millones de dólares en el proyecto de
explotación de litio por evaporación, que ahora el propio MAS admite que es un
fracaso.
Se han robado $us 55.000 millones que llegaron al país cuando ellos,
sin saber leer ni escribir, literal, gobernaban el país. Han destruido las
instituciones y han llevado al país al borde de ser declarado “Estado fallido”.
Los ahorros de los nuevos ricos del MAS figuran en bancos extranjeros,
con cuentas cifradas, como las del vicepresidente del N 1 º, ahora dedicado a
administrar sus fortunas en el exterior.
El número uno denuncia la existencia de los “guerreros digitales” sin
recordar que él mismo reclutó ese batallón de falsarios dedicados a
desprestigiar a los que no estaban de acuerdo con el festín de la corrupción.
Mandó matar a Marco Antonio Aramayo porque denunció la corrupción del
Fondo Indígena. Mandó matar a los esposos Andrade porque iban a informar de la
dictadura narco de Chapare.
Y el Nº 2 aprobó, en 2006, que se construya un museo en homenaje al
lugar donde nació el Nº1, que costó $us 7 millones, y ahora parece un chiquero.
Ahora es presidente cuando en Santa Cruz hay 8 hospitales que no
funcionan porque no tienen personal, mientras el dengue mata a decenas de
niños.
El país está cansado de estos ladrones disfrazados de políticos. Los
bolivianos los han despedido en un referéndum de 2016 y en una elección de 2019.
También los han despedido en 2020, pero el fraude ocultó las cifras
verdaderas.
Para estos sátrapas ha llegado el momento de partir. Tendrán que elegir
el mejor pretexto, pero deben irse.
Resumen de la columna de
Vacaflor: Corruptos. Autores de negociados. Ladrones disfrazados de políticos.
Destructores de instituciones. Fabricantes de un “estado fallido”. Nuevos
ricos. Vicepresidente del número uno que ahora administra sus fortunas en el
exterior. Asesinos (mandaron a matar a Marco Antonio Aramayo y a los esposos
Andrade). Sátrapas. Deben irse.
En los breves párrafos cometidos
por Vacaflor no hay un solo elemento respaldatorio de semejantes afirmaciones.
En una indisimulable subestimación de quienes lo leen, da por sentado que lo
que dice es palabra santa, irrebatible e indiscutible. Me pregunto quién pudo
haber sido el valiente que en tiempos de dictaduras militares escribiera de
esta manera contra los generales Barrientos, Banzer o García Meza.
Evo Morales es el presidente más
agraviado y discriminado por opinadores y operadores mediáticos disfrazados de
periodistas de la historia de Bolivia. No lo es menos el que fuera su
Vicepresidente, Alvaro García Linera, al que el mismo Vacaflor aludió alguna
vez con entusiasmo homofóbico sobre sus supuestas preferencias sexuales. Se
trata del mismo Vaclafor que tuvo que pedir disculpas por haber acusado a
Morales de instruir la muerte de los esposos Andrade, disculpas que Morales
aceptó en octubre de 2016.
Una cosa son los abusos
callejeros, producto de excesos policiales, pero eso, de ninguna manera tiene
que ver con el ejercicio de la libertad de expresión, sino con incidentes
aislados que no tipifican cuadros de situación. En Bolivia se puede pulverizar
con creces el uso irrestricto de la libertad de expresión donde el agravio, la
calumnia y la bajeza para decir las cosas, se ha convertido en moneda
corriente. Vacaflor lo demuestra cada vez que redacta sus artículos por lo que
no ha recibido ni siquiera una crítica. Se lo asume como de quién viene.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 11 de marzo
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