jueves, 14 de marzo de 2019

Menos calle que Venecia


En una más de tantas declaraciones forzadas,  el candidato ilustrado dijo que Evo Morales no tiene calle porque se la pasa viajando en helicóptero. El mismo sujeto ya se había equivocado atribuyéndole al Ministro de Comunicación, una declaración que hizo su propio escudero vicepresidencial el 31 de enero en entrevista concedida al diario que alienta su candidatura, en sentido de que a su propio binomio le faltaba calle, esto es, contacto con la gente de a pie, esa mayoría anónima que decide el destino democrático del país cada cinco años.
Diego Armando Maradona dijo de Mauricio Macri en tiempos en que conducía los destinos del club Boca Juniors, que tenía menos calle que Venecia, una más de esas metafóricas frases que grafican cómo se percibe a esos arquetípicos multimillonarios , y me parece que con bisoña sinceridad, Gustavo Pedraza se ha atrevido a reconocer que él y  Carlos Diego De Mesa Gisbert, carecen de lo mismo que según Maradona carece Macri, el mandamás bonaerense que se ha entregado con las manos “atados” al Fondo Monetario Internacional, cautivado por 50 mil millones de dólares y al carisma de su jefa, la longilínea Cristhine Lagarde.
Carlos D. dejó atrás esas aptitudes hipercríticas televisivas con las que defendía la capitalización pensada por Goni,   al haber decidido situarse en el barro de la politiquería de baja estofa con fuertes dosis de olvido e imprecisión, y cómo no, una insultante falta de autoexamen sobre su desempeño como sujeto de perfil público.
Si de honestidad intelectual se tratara, además, el candidato de CC debería obligarse a  escribirle una carta de agradecimiento al presidente del Estado Plurinacional que al nombrarlo portavoz de la causa marítima para el juicio ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) lo rescató de la intrascendencia con la que bajó de perfil en la última década impartiendo charlas a audiencias de universitarios desprevenidos y escribiendo sentencias en modo columna para diarios de derecha antimasistas en distinta gradación. Es a partir de Morales que Mesa decide labrar su candidatura y salir al paso ahora para acusarlo de “no tener calle” es cuando menos desagradecido.
Desde esta lectura, Carlos D. es el segundo candidato del MAS para las elecciones de octubre de este 2019, porque de no haber sido Evo,  no se habrían generado las condiciones para que el segundo vicepresidente de Goni  --quien se pasó por el forro el “ni olvido ni perdón” para reparar justicieramente la masacre de Octubre de 2003 producida en El Alto--, esté hoy nuevamente pontificando como sólo él sabe hacerlo en un contexto en el que sale ampliamente desfavorecido con esos insípidos encuentros de plaza principal que como bien ha dicho el Ministro Canelas saben a paquete turístico.
Y si de espacios públicos hablamos para intentar determinar quién conoce mejor estos, si Carlos D. o Evo Morales en un recuento de sus trayectorias, es necesario en primera instancia  definir que la carretera es la expresión rural de la calle urbana y  la cancha de fútbol del pueblo  el equivalente a la plaza del barrio, márgenes en los que nadie podrá desconocer –ni el propio Mesa, vecino acomodado del club de Golf de Mallasilla, La Paz—que Evo Morales ha sabido hacer de ese conocimiento y experiencia a cielo abierto, un instrumento de lucha que ha bloqueado muchísimas veces al partidismo MNR-MIR-ADN para defender la hoja de coca y los cocales, y para abrirse paso por esas mismas rutas, hacia la toma del poder como nunca antes había sucedido en Bolivia con un proyecto campesino de reivindicación de lo indígena, bajo los códigos del sindicalismo disciplinado al que la democracia meramente representativa no le era suficiente para buscar destino y luego empoderamiento en pleno arranque del siglo XXI, derrotando, entre otros, al mismísimo Mesa, el último de los presidentes neoliberales que dominaron nuestra escena entre 1985 y 2005 .
De calle le conocemos a Mesa que va al Megacenter de Irpavi para asistir al cine, generalmente acompañado por una amiga íntima, en su momento socia empresarial y mas tarde jefa de gabinete cuando ocupó el Palacio Quemado. Mesa no tiene calle o la tiene igual que Macri y tendrá que jalarle las orejas a Gustavo Pedraza por habernos removido la memoria. Como ejemplo demostrativo de esta afirmación, hay que recordar que huyó del Hernando Siles de un encuentro por copa Libertadores en el medio tiempo porque Bolívar perdía 1-5 contra el Atlético Paranaense (2002) y en la segunda etapa logró la proeza de lograr el 5-5 en un partidazo de esos que se recuerdan siempre.
Los que tenemos calle y nos conocemos al dedillo las arterias de nuestra La Paz, los que no negociamos los códigos de lealtad en la gradería futbolera, no nos movimos a pesar de la momentánea catástrofe, mientras él abandonaba la cómoda y exclusiva butaca numerada que tiene reservada invariablemente. Los goles de la academia los anotaron Miguel Mercado, Horacio Chiorazzo en dos oportunidades, Martin Lígori y Julio César Ferreyra y por supuesto que el opinador televisivo de entonces tuvo que resignarse a verlos en los reprises televisivos nocturnos.
El helicóptero que utiliza Evo Morales le sirve para bajar a la realidad de las provincias, aquellas, la gran mayoría, a las que ningún presidente en ejercicio jamás llegó. Mesa puede pretender hacerles creer a muchos lo que no es. Los que lo conocemos hace cuatro décadas, desde cuando trepaba con inequívoca prepotencia a  sus púlpitos de orador sentencioso, nos queda claro que se trata solamente de una figura pública sin la espontaneidad necesarias para el auténtico contacto callejero, tema sobre el que podría darle variadísimas lecciones el ahora presidente del Concejo Municipal de La Paz, Pedro Susz, con el que compartiera por muchos años la dirección de la Cinemateca Boliviana.




Originalmente publicado el 14 de marzo en la sección Opinión de la Agencia de Noticias Fides (ANF)

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