viernes, 11 de mayo de 2012

El peor día en la historia bolivarista

La Razón / La Paz
03:46 / 11 de mayo de 2012
La Academia del fútbol boliviano fue masacrada en Santos y perdió por walk over técnico en Sucre. La pésima e irritante organización de la Liga del fútbol que de profesional sólo tiene el nombre, dio lugar a que los celestes se convirtieran como ningún otro que hayamos conocido, en el primer equipo omnipresente de nuestro país. La arrogancia empresarial de algún dirigente que cree saber de fútbol encontró anoche la peor pesadilla de toda su existencia desde que la institución celeste fuera fundada en la década de los 20.

Hay que dedicar esta estrepitosa derrota bolivarista al imbécil racista que le arrojó el plátano a Neymar en La Paz y encendió la ira santa que ayer puso en escena un festival de toques y goles —“la respuesta de Vila Belmiro está en el campo” pusieron sensata y respetuosamente en una pancarta registrada por la televisión los hinchas brasileños—. Hay que dedicarla también al patético hincha celeste que me amenazó e insultó en el Café La Terraza de El Prado justo cuando Santos convertía el cuarto gol, momento en el que me puse de pie para ir en busca de otro televisor. Estas dedicatorias absolutamente cargadas de pacífica ironía sirven para dejar constancia de que para mí como para la gran mayoría, el fútbol debe asumirse como un juego y no como un peligroso pasatiempo para los violentos, convencido, además, de que nunca deberemos confundir la pelota con la bandera, pues ayer solamente perdió un club de fútbol boliviano, aquel que se ufana de ser el mejor de nuestra gris historia según lo indican las estadísticas, de una historia reciente que se caracteriza por la mediocridad, la mala fe, el desconcierto y el patetismo.
En este mismo espacio periodístico sostuve que “Bolívar es el mejor de Bolivia”, que “Bolívar tiene proyecto”, que Ángel Guillermo Hoyos les inculcó a sus dirigidos jugar con la misma actitud como dueños de casa que como visitantes. Creí en la empecinada versión de que este director técnico estaba introduciendo una nueva cultura en un club profesional de nuestro país, y admití esa versión porque quien me la refirió estaba honestamente convencido de que se trataba de una realidad verificable de la que luego se podrían recoger frutos.
Dije también, cuando reinauguraba mi participación periodística en esta materia hace un par de meses, que Bolívar es un equipo desangelado, sin alma, y ahora se confirma, para peor, con el alma en pena.  Hoyos valía hasta anoche más por lo que parecía que por lo que en realidad es: Un muy limitado entrenador de fútbol con ciertas habilidades administrativas y marketeras que trajo a jugar a unos chicos con los que había trabajado en Chipre, de los que destaca por su monumental ineptitud, Pablo Frontini, en primer lugar, que se pasó la noche cometiendo infracciones y poniendo en rotunda evidencia que como zaguero central podría ser un excelente jugador de rugby. Del resto de sus compañeros no hay mucho más que decir, solamente que Neymar, Ganso, Elano y compañía, a cada paso que daban,  parecían querer enseñarles que al fútbol se juega primero dominando el balón y mucho más tarde habrá posibilidad de llenarse la boca de inéditas teorías tácticas distractivas que juegan con la ilusión de los buenos hinchas.
La organización del fútbol boliviano está plagada de mentiras, mezquindad y golpes bajos y fastidia machacar sobre esas falacias que venimos arrastrando por años con equipos como el mismísimo Bolívar que tuvo que perder por walk over técnico frente a Universitario de Sucre porque el presidente de la Liga, Mauricio Méndez —y sus secuaces—, programaron ese encuentro en el día en que los celestes debían jugarse la clasificación por la Copa Libertadores. Perder 0-8 un partido y por insuficiencia de número de jugadores para presentarse a otro, certifica que sólo en Bolivia es posible admitir que un equipo pueda estar en dos lugares al mismo tiempo. No he conocido en todo lo que he visto de fútbol durante más de tres décadas, estupidez más gigantesca que ésta.
Para más condimentos hay que registrar la tontería que profirió Sergio Apaza al mando de Universitario que no tuvo mejor idea que decir “Bolívar debió tomar sus previsiones, no es culpa de Universitario” y claro que también hay que impugnar los cálculos de Oscar Sanz, director técnico de La Paz F.C. que pierde 0-4 en La Paz con Blooming con el afán de evitar a algún rival para cuando se tenga que definir el descenso indirecto.
Éste y no otro es nuestro fútbol que en el concierto sudamericano pierde por doble partida para situarse en el fondo de la tabla: Por una parte por su incorregible estructura y organización y por otra por su escandalosa endeblez cuando se trata de medir fuerzas y posibilidades competitivas frente a nuestros vecinos. El autoengaño ha terminado, hay que levantarse a la madrugada otra vez.

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