martes, 3 de mayo de 2011

El inmaculado orden establecido

Varios acontecimientos de alto voltaje simbólico concurren en 72 horas: La nueva boda real británica, la beatificación de Juan Pablo II y el operativo militar mediático que ejecuta la desaparición de Osama Bin Laden. Los tres hechos convergen en la defensa, la preservación y el afianzamiento del orden establecido. La boda del Príncipe, hijo de Carlos y la también desaparecida Diana, reafirma la vigencia de la corona con el aditamento de que en estos tiempos es bueno recordar que ya se admiten plebeyos en las casas reales. El inicio de la ruta hacia la Santidad de Juan Pablo II anuncia la fortaleza católica a través de uno de los papas más populares y queridos, aquél polaco que condenó sin titubeos la teología de la liberación abanderada por curas como Leonardo Boff y Frey Betto. El operativo de la dizque eliminación de Bin Laden reafirma que la realidad es hoy una combinación de actos y virtualidad: Aunque Osama no haya muerto, Osama está muerto, eso es lo que importa, es decir, la credibilidad del anuncio es más importante que la comprobación de la veracidad del hecho y las conjeturas dificilmente desportillarán la perfecta alocución del Presidente Obama que aparece frente a un atril, informa al mundo y se da vuelta para caminar por un pasillo de ingreso de la Casa Blanca sin que ningún elemento perturbe la limpidez audiovisual con que se ha producido el mensaje.

No es poco lo que ha sucedido en estos días que rematan con la conmemoración de la Masacre de Chicago. Involucra a gran parte de los habitantes del planeta. Desde lo religioso envuelve a protestantes, católicos y musulmanes. Desde lo geopolítico, el mundo árabe convulsionado de Egipto hasta Siria, vuelve a quedar bajo la aplastante eficacia del Imperio. Desde la lógica de la tensiones que provoca la unipolaridad estadounidense, el presidente de los Estados Unidos consigue el doble efecto de reposicionar la bandera de barras y estrellas para todo el globo y aplaca las iras internas, producto de su crisis económica todavía no superada.

El orden establecido ha sido debidamente fumigado y engrasado para que sus rodamientos no vuelvan a tropezar con imprevistos como Wikileaks. Que Irán y Corea del Norte sean una amenaza permanente, y que los revoltosos latinos Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua estén fuera del libreto es un asunto que la CIA, ahora con su director promovido a Secretario de Defensa, Leon Panetta, se están encargando con un método que consideran igualmente eficaz: Que las corruptelas y el faccionalismo generen autodestruccíón, esto es, que los procesos políticos internos se carcoman por dentro, por lo menos en los casos de Rafael Correa y Evo Morales. Por ahora no tienen necesidad ni siquiera de patalear por la permanencia de USAID en nuestro país, ya que es suficiente con que la incoherencia y la falta de calidad en la gestión funcionen para que eso sea amplificado por un aparato mediático que ya hizo lo suyo en 2008 en el intento de derrocar al gobierno de unos movimientos sociales que ya no exhiben la unidad monolítica e inexpugnable a partir del gasolinazo de diciembre y el conflicto salarial con una Central Obrera en gran medida desmarcada.

Hace un par de años dije en este mismo espacio que Barack Obama era el Presidente del Mundo. Hace cuarenta y ocho horas que ha vuelto a recordarnos que esto es cierto y que el planeta por más esfuerzos que haga con distintas lógicas y ritmos por buscar una multipolaridad que modifique la correlación de fuerzas, no podrá conseguirlo mientras las maquinarias institucionales de nuestros países sean tan endebles y permeables a cualquier disfunción. Estados Unidos usó a la OTAN, Francia e Inglaterra para arremeter contra Khadafi, se limitó a mirar de palco lo acontecido con Mubarak en Egipto y así como interviene en nombre de la paz y la democracia en algunos lugares, en otros fomenta o participa de masacres a poblaciones civiles cuando conviene a sus intereses de monitoreo que le permite seguir en el acaparamiento de los recursos naturales para el funcionamiento de su territorio y para el dominio del orbe, que son la prolongación que da sentido a su vocación imperial.

En Times Square, Nueva York, el patrioterismo celebratorio por la "muerte" del supuesto autor del atentado contra las Torres Gemelas es parecidísimo a cualquier otro operativo propagandístico para efectos de beneplácito en la reafirmación de identidades y aspiraciones. Bin Laden, estandarte del lado oscuro de la fuerza ha sido eliminado, y Juan Pablo II, polaco anticomunista y víctima de la segunda guerra mundial ha sido puesto más cerca de Dios veinticuatro horas antes. En el "choque de civilizaciones", en esta nueva batalla de generación de percepciones, el Occidente ordenado y pacífico, amante de sus tradiciones y sus "valores" vuelve a dejar entre hilachas al Oriente fanático, violento, desquiciado y terrorista. El Imperio ha superado el sismo en el que se debatíó durante un año.

1 comentario:

Warikasaya dijo...

¿La llamada ''primavera árabe'' querrá romper con este orden establecido o solamente será parte de los intereses occidentales?

P.D. Buen post.

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