lunes, 12 de mayo de 2025

Eunice

 

Entre las Fernandas del cine brasileño hay 26 años de travesía y dos películas que confluyen en la carrera del director Wálter Salles. En 1998, Fernanda Montenegro encabezó el elenco de “Estación Central” que le valió a la actriz una nominación para el Oscar. Seis años después, Salles volvió a la carga con “Diarios de motocicleta” (2004) con la que “Al otro lado del río” del uruguayo Jorge Drexler se alzó con la estatuilla hollywoodense a mejor canción original que en lugar de ofrecer palabras de circunstancia en el momento de recibir el premio, se permitió  la travesura de cantar su composición, luego de que los organizadores decidieran que la interpretación de la misma estaría a cargo de Carlos Santana y Antonio Banderas. Desobediente con la academia de la industria cinematográfica,  Drexler puso en evidencia por qué podía ganar la música de una película referida a los viajes que el Che Guevara había realizado en carreteras sudamericanas en 1952.

Montenegro nominada en 1998, Drexler, oscarizado por su canción en 2004-5 y finalmente,  por su interpretación en “Aún estoy aquí”, la otra Fernanda (Torres) hija de la Montenegro, era también nominada a mejor actriz por su rol protagónico y que le ha significado al cineasta carioca, premios internacionales entre los que resuena por su impacto comercial y mediático, el Oscar a mejor película internacional, que antes se le llamaba oficialmente “película extranjera”.

Walter Salles proviene de una acaudalada familia de empresarios banqueros (Unibanco, Itaú), pero que a contracorriente de la predominante ideología del mundillo de los ricos, sus películas son de una clara e inequívoca orientación progresista. Un comunista. Un zurdo dirían los ex ministros Arturo Murillo Prijic y Branko Marinkovic.  En una declaración hecha al diario El Mundo de España Salles ha dicho que cuando la derecha llega al poder “lo primero que ataca es a la educación pública y a la memoria.”

Precisamente, “Aún estoy aquí” es una película basada en la memoria del activista político Rubens Paiva (Selton Mello), detenido, desaparecido y asesinado por la dictadura brasileña en 1971, memoria escrita (e interpretada en la película) por Marcelo, hijo de Rubens y de Eunice Facciola Paiva (Fernanda Torres) que luego del apresamiento político de su esposo se convirtió en una prominente abogada defensora de los derechos humanos en Brasil.

Hasta aquí, cualquier reaccionario de los que amenazan como moscas por calles y plazas estaría gustoso de pensar que se trata de una película-panfleto, pero cuando uno se interna en la narración de Salles, sabe que está asistiendo a la historia de una familia que festeja la vida cotidiana en una sencilla casa  situada a pocos pasos de la playa de Copacabana. “Aún estoy aquí” es una propuesta con fuerte base de información política e histórica, pero pone el foco en la personalidad de Eunice, que mientras su esposo hace activismo por teléfono desde su escritorio y al mismo tiempo sabe ejercer de padre amoroso y presente, maneja con lucidez maternal las relaciones con sus hijas e hijo que transitan entre la adolescencia y  la juventud, en tiempos compulsivos en que sobrevuela sobre nuestras cabezas el Plan Cóndor.

De la luminosidad diaria, las risotadas a las horas del almuerzo, los tiempos compartidos junto al mar con la elección de una fotografía que nos remite a los viejos álbums de hace por lo menos medio siglo donde quedan registradas imágenes de tiempos felices, la película pasa súbitamente hacia lo sombrío y oscuro determinado por la presencia paramilitar en la casa de los Paiva, primero para llevarse a Rubens y luego para vigilar a Eunice e hijos y así evitar posibilidades de desesperados pedidos de socorro. El tiempo de la angustia y la impotencia cierra con la detención de Eunice a la que se incomunica para masajearla psicológicamente hacia la resignación de que su compañero nunca más retornará, resignación que se convertirá en fortaleza para aceptar la fatalidad con entereza y hacer de la resistencia emocional una forma de vida cotidiana.

Transcurridos los peores momentos de la crisis familiar, cuando un periodista de la revista Placard les pide a Eunice y familia que pongan caras de circunstancia y que “no sonrían” para ilustrar la cobertura sobre el asesinato de Rubens, Eunice-Fernanda Torres les dice a hijas e hijo que hagan lo contrario: ellos no conciben, a pesar del dolor, una vida capturada por los rencores y las amarguras. El recuerdo amable del padre es más poderoso que la impotencia de haberlo perdido por sus convicciones y compromisos con las causas de la democracia y la libertad. Tristeza nao tem fim, felicidade sim cantaron Vinicius de Moraes y Tom Jobim: con “Aún estoy aquí”, Wálter Salles respaldado por las Fernandas, madre e hija, Montenegro y Torres, acaba de desmentirlos.




Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 08 de marzo

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