Entre las
Fernandas del cine brasileño hay 26 años de travesía y dos películas que
confluyen en la carrera del director Wálter Salles. En 1998, Fernanda
Montenegro encabezó el elenco de “Estación Central” que le valió a la actriz
una nominación para el Oscar. Seis años después, Salles volvió a la carga con
“Diarios de motocicleta” (2004) con la que “Al otro lado del río” del uruguayo
Jorge Drexler se alzó con la estatuilla hollywoodense a mejor canción original
que en lugar de ofrecer palabras de circunstancia en el momento de recibir el
premio, se permitió la travesura de
cantar su composición, luego de que los organizadores decidieran que la
interpretación de la misma estaría a cargo de Carlos Santana y Antonio
Banderas. Desobediente con la academia de la industria cinematográfica, Drexler puso en evidencia por qué podía ganar
la música de una película referida a los viajes que el Che Guevara había
realizado en carreteras sudamericanas en 1952.
Montenegro
nominada en 1998, Drexler, oscarizado por su canción en 2004-5 y finalmente, por su interpretación en “Aún estoy aquí”, la
otra Fernanda (Torres) hija de la Montenegro, era también nominada a mejor
actriz por su rol protagónico y que le ha significado al cineasta carioca,
premios internacionales entre los que resuena por su impacto comercial y
mediático, el Oscar a mejor película internacional, que antes se le llamaba
oficialmente “película extranjera”.
Walter Salles
proviene de una acaudalada familia de empresarios banqueros (Unibanco, Itaú),
pero que a contracorriente de la predominante ideología del mundillo de los
ricos, sus películas son de una clara e inequívoca orientación progresista. Un
comunista. Un zurdo dirían los ex ministros Arturo Murillo Prijic y Branko
Marinkovic. En una declaración hecha al
diario El Mundo de España Salles ha dicho que cuando la derecha llega al poder
“lo primero que ataca es a la educación pública y a la memoria.”
Precisamente,
“Aún estoy aquí” es una película basada en la memoria del activista político
Rubens Paiva (Selton Mello), detenido, desaparecido y asesinado por la
dictadura brasileña en 1971, memoria escrita (e interpretada en la película) por
Marcelo, hijo de Rubens y de Eunice Facciola Paiva (Fernanda Torres) que luego
del apresamiento político de su esposo se convirtió en una prominente abogada
defensora de los derechos humanos en Brasil.
Hasta aquí,
cualquier reaccionario de los que amenazan como moscas por calles y plazas
estaría gustoso de pensar que se trata de una película-panfleto, pero cuando
uno se interna en la narración de Salles, sabe que está asistiendo a la
historia de una familia que festeja la vida cotidiana en una sencilla casa situada a pocos pasos de la playa de
Copacabana. “Aún estoy aquí” es una propuesta con fuerte base de información
política e histórica, pero pone el foco en la personalidad de Eunice, que
mientras su esposo hace activismo por teléfono desde su escritorio y al mismo
tiempo sabe ejercer de padre amoroso y presente, maneja con lucidez maternal
las relaciones con sus hijas e hijo que transitan entre la adolescencia y la juventud, en tiempos compulsivos en que
sobrevuela sobre nuestras cabezas el Plan Cóndor.
De la
luminosidad diaria, las risotadas a las horas del almuerzo, los tiempos
compartidos junto al mar con la elección de una fotografía que nos remite a los
viejos álbums de hace por lo menos medio siglo donde quedan registradas
imágenes de tiempos felices, la película pasa súbitamente hacia lo sombrío y
oscuro determinado por la presencia paramilitar en la casa de los Paiva,
primero para llevarse a Rubens y luego para vigilar a Eunice e hijos y así
evitar posibilidades de desesperados pedidos de socorro. El tiempo de la
angustia y la impotencia cierra con la detención de Eunice a la que se
incomunica para masajearla psicológicamente hacia la resignación de que su
compañero nunca más retornará, resignación que se convertirá en fortaleza para
aceptar la fatalidad con entereza y hacer de la resistencia emocional una forma
de vida cotidiana.
Transcurridos
los peores momentos de la crisis familiar, cuando un periodista de la revista
Placard les pide a Eunice y familia que pongan caras de circunstancia y que “no
sonrían” para ilustrar la cobertura sobre el asesinato de Rubens,
Eunice-Fernanda Torres les dice a hijas e hijo que hagan lo contrario: ellos no
conciben, a pesar del dolor, una vida capturada por los rencores y las
amarguras. El recuerdo amable del padre es más poderoso que la impotencia de
haberlo perdido por sus convicciones y compromisos con las causas de la
democracia y la libertad. Tristeza nao
tem fim, felicidade sim cantaron Vinicius de Moraes y Tom Jobim: con “Aún
estoy aquí”, Wálter Salles respaldado por las Fernandas, madre e hija,
Montenegro y Torres, acaba de desmentirlos.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 08 de marzo
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