domingo, 23 de febrero de 2025

Cuidado con hacer de Andrónico otro caudillo

 

El caudillismo le ha costado a Bolivia la instalación de dictaduras militares durante 18 años a partir de 1964 cuando el Gral. René Barrientos Ortuño derrocó a su presidente Victor Paz Estenssoro, líder de la revolución del 52 que quería seguir y seguir en el poder, pero con una notable debilidad por los militares que le pagaron mal. Primero fue Barrientos, su vicepresidente, que le dió una primera patada en el traste, luego le tocó al Gral. Banzer que le dió una segunda patada en 1974, expulsando al MNR junto con la Falange de la estructura gubernamental dictatorial. A su vez, Banzer fue un caudillo uniformado (siete años de dictadura, tres de gobierno democrático) que lejos de haberlo divisado, se convirtió en el referente histórico ideológico para perpetrar el golpe de Estado de 2019. El último caudillo es Evo Morales, otro con vocación prorroguista y recibió, también un patada por la retaguardia por el Alto Mando a la cabeza de los generales Kalimán y Terceros, a los que había mimado y privilegiado durante casi catorce años.

En plan autodestructivo –creía que eso le facilitaba un retorno express al poder-- Morales ha logrado debilitar in extremis al gobierno de su propio candidato de 2020, Luis Arce Catacora, hasta el punto casi terminal de la destrucción del MAS-IPSP que en marzo enfrentará el mayor desafío de su devenir partidario consistente en recoger del suelo los destrozos para intentar convertirlos en piezas de un nuevo puzzle, y así  generar una recomposición partidaria institucional que viabilice un binomio para las elecciones de 2019.

Luis Fernando Camacho, el principal paramilitar del golpe que llevó a Jeanine Áñéz a la presidencia, dice continuamente desde Chonchocoro que el MAS está acabado, que ya no tiene nada que ofrecerle al país, que ha destrozado la economía del país. Si fuera como dice el individuo que perpetró un golpe de Estado con la ayuda de su papá, no habría  la mínima necesidad de pensar en una candidatura de unidad y tampoco en encuestas convertidas en primarias para decidir quién puede enfrentar al partido de gobierno que con la interrupción de 2019-2020, lleva gobernando Bolivia, durante dos décadas. Todos contra el MAS es la consigna y si así se tiene definido es porque cada uno por su cuenta, solita su alma, considera que no tiene con qué enfrentar al partido azul, independientemente de quienes vayan a ser sus candidatos.

El valiente del nuevo escenario parecía ser Manfred Reyes Villa que decidió llevar adelante su candidatura con su propio partido  y sus propios candidatos a senadores y diputados, sin tratar de buscar alianzas forzadas que suelen servir para después, no para antes de las elecciones. Resulta que en los últimas horas, el alcalde cochabambino ha anunciado que para hacer campaña no renunciará a su cargo, que sólo pedirá licencia. ¿Ya le llegó también a el, el temor al monstruo masista?

En medio de este precipitado desmadre proselitista, en el que incluidos Branko Marinkovic y Chi Hyung Chu, saben que sus techos en las preferencias están por llegar a su límite, emerge la figura de un campesino cocalero de nueva generación, algo así como un quechua-fashion que tiene la cabellera recortada y rapada a los lados cual si fuera futbolista de la Premier inglesa y que ha aparecido en vallas publicitarias con fotografía de vocalista cantamañanas, el  hashtag “unidad ante todo” con un mensaje principal que dice “Andrónico bicentenario” al que alguna mano invisible con conocimientos de estrategias de campaña está posicionando como el candidato no candidato. En esa ambigüedad, en esa indeterminación, si se quiere en la tibieza de sus maneras se está intentando instalar al presidente del Senado como la figura-bisagra para reunificar al MAS-IPSP y de esa manera agarrar vuelo hacia el 17 de agosto.

El diablo no sabe para quién trabaja. El caudillo Evo engendró a Andrónico al nombrarlo tercer hombre al comenzar la marcha del MAS el  pasado año. Quería forzarlo a la arremetida para acortarle el mandato al presidente Arce y en ese momento el joven cocalero demostró que podía enojarse abandonando la travesía para no volver y afirmar categóricamente que no es ningún golpista. A partir de ese momento, el evismo se partió. Empezaron a surgir las voces de proclamación con “Andrónico presidente”, quién por ahora solo muestra astucia y les viene pegando por igual a Evo, del que no termina de destetarse al reafirmarse como orgánico, y al presidente Arce, para significar que el nada tiene que ver con el achacado fracaso gubernamental presente.

Si finalmente Andrónico Rodríguez termina convirtiéndose en opción electoral, optando el MAS por el mismo método de encumbramiento con el que se endiosó a Evo Morales, no nos quejemos: En la próxima década podríamos tener un nuevo caudillo que otra vez podría meternos en graves problemas de viabilidad política como en su momento lo hicieron Paz Estenssoro, Banzer y Evo Morales.



Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el 08 de febrero de 2025

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