Invariablemente lacónico y sobrio en sus maneras, Andrónico Rodríguez salió a desmentir
discretamente a Evo Morales acerca de una supuesta candidatura vicepresidencial para las
elecciones de 2030. El jefe del MAS hizo esta afirmación en la última edición de su programa
dominical que emite en radio Kawsachun Coca desde el subtrópico cochabambino en el que
ubicaba a Andrónico como segundo de un binomio que encabezaría el actual ministro de
Gobierno, Eduardo del Castillo, para los subsiguientes comicios presidenciales, debido a que en
2025, la fórmula Arce-Choquehuanca estaría prevista, nada menos que para dar fin con la carrera
política de quien gobernara Bolivia casi durante quince años consecutivos. Evo cree que el camino
elegido por quién gobierna hoy es eliminarlo de las opciones políticas para las elecciones a
realizarse en algo más de dos años.
Rodríguez dijo que esto no era cierto y su versión queda ahí, con todas las audiencias que hasta
hoy no han podido escuchar de parte del actual presidente del Senado, ningún planteamiento
relacionado con la agenda nacional y ninguna idea novedosa que pueda ayudarlo a posicionarse
en situación de liderazgo como señal inequívoca de una carrera pública que se encuentra en sus
primeros años de existencia. Andrónico ha resultado parco, soso y notablemente inexpresivo.
Mientras Andrónico andaba en la formalidad de una conferencia de prensa ofrecida desde el
recinto insitucional de la cámara alta, Eduardo del Castillo ni se mosqueó con la nueva declaración
del jefe de su partido, por el que saliera a trenzarse a puñetes y patadas con pititas, policías y
militares en noviembre de 2019, cuando trabajaba junto a Adriana Salvatierra en la Asamblea
Legislativa Plurinacional y formaban parte de Columna Sur, facción masista de juventudes de Santa
Cruz. El gobierno de Evo se desmoronaba, pero Del Castillo y muchos más de su generación,
estaban ahí defendiendo la legitimidad presidencial y la idea de que concluyera su mandato en
enero de 2020.
No tenemos certeza si con vocación anticipatoria o en plan víctima, Evo Morales subió a Del
Castillo-Rodríguez a un podio al que muy probablemente no tenían idea acceder estos dos jóvenes
masistas y menos de manera tan temprana. Si Evo pensó que el futuro del MAS y de su proyecto
político deberá estar en manos de quienes hoy tienen entre 35 y 50 años, significaría que no está
dispuesto a repetir la historia en clave de farsa, incurriendo en los mismos errores táctico
estratégicos que supo cometer el MNR entre los años 60 y 90. Si por lo contrario, Evo puso en
evidencia a los dos binomios, según el fabricados desde la Casa Grande del Pueblo, para decir que
está en marcha un plan para impedir su candidatura, significa que Evo se autodefine como el
principio y el fin del MAS.
En una abierta arremetida a cargo de portavoces evistas, entre parlamentarios, ex ministros y
tirasacos profesionales, ha sido precisamente el supuesto candidato a presidente para 2030 el que
más ataques ha recibido con un repertorio que va desde su derechización hasta su abierta
complicidad con el narcotráfico. El único que obró con hidalguía acerca de este personaje y su
agenda, fue el ex vicepresidente Alvaro García Linera que llegó a elogiar al Ministro de Gobierno
por “hacer bien su trabajo” capturando a personajes protagónicos del golpe de 2019 como Jeanine
Áñez y Luis Fernando Camacho. Semejante sinceridad le costó al otrora hombre de confianza de
Evo, una lluvia de insultos y acusaciones que no lo pasaban de traidor y de “estar trabajando con el
gobierno de Lucho”.
Eduardo del Castillo instruyó investigar a fondo la corruptela instalada por su antecesor Arturo
Murillo, que en tiempos de Jeanine era quién cortaba el bacalao. Este mismo “niño Ministro”, así
apodado por el hijo de un fascista de la dictadura de Banzer, que se cargó a Jeanine, Camacho, y
Pumari, intervino decisivamente en el apresamiento de un individuo llamado Misael Nallar a quién
se lo vincula con el clan Lima Lobo y se lo acusa de legitimación de ganancias ilícitas. Pero la
historia no acaba ahí, porque este al que el ex ministro Carlos Romero amenazaba con “mostrar
pruebas de su vinculación con el narco”, continuó su camino airoso porque las denuncias del ex
ministro de Gobierno de Evo Morales nunca pasaron de la amenaza y el exhibicionismo mediático,
mientras Del Castillo comenzaba a desmontar con la Policía Boliviana el aparato exportador de
cocaína instalado por un tal Sebastian Marcet, ciudadano uruguayo a quién facilitaron
identificaciones falsas algunas autoridades bolivianas en el año 2018. Con este panorama, si
finalmente el “niño Ministro” llegara a capturar a Marcet, podría finalmente, sin proponérselo,
darle la razón a Evo para convertirse en algún momento en candidato a la presidencia del Estado
Plurinacional de Bolivia.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 09 de septiembre
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