martes, 26 de septiembre de 2023

Del Castillo - Andrónico 2030

 Invariablemente lacónico y sobrio en sus maneras, Andrónico Rodríguez salió a desmentir

discretamente a Evo Morales acerca de una supuesta candidatura vicepresidencial para las

elecciones de 2030. El jefe del MAS hizo esta afirmación en la última edición de su programa

dominical que emite en radio Kawsachun Coca desde el subtrópico cochabambino en el que

ubicaba a Andrónico como segundo de un binomio que encabezaría el actual ministro de

Gobierno, Eduardo del Castillo, para los subsiguientes comicios presidenciales, debido a que en

2025, la fórmula Arce-Choquehuanca estaría prevista, nada menos que para dar fin con la carrera

política de quien gobernara Bolivia casi durante quince años consecutivos. Evo cree que el camino

elegido por quién gobierna hoy es eliminarlo de las opciones políticas para las elecciones a

realizarse en algo más de dos años.

Rodríguez dijo que esto no era cierto y su versión queda ahí, con todas las audiencias que hasta

hoy no han podido escuchar de parte del actual presidente del Senado, ningún planteamiento

relacionado con la agenda nacional y ninguna idea novedosa que pueda ayudarlo a posicionarse

en situación de liderazgo como señal inequívoca de una carrera pública que se encuentra en sus

primeros años de existencia. Andrónico ha resultado parco, soso y notablemente inexpresivo.

Mientras Andrónico andaba en la formalidad de una conferencia de prensa ofrecida desde el

recinto insitucional de la cámara alta, Eduardo del Castillo ni se mosqueó con la nueva declaración

del jefe de su partido, por el que saliera a trenzarse a puñetes y patadas con pititas, policías y

militares en noviembre de 2019, cuando trabajaba junto a Adriana Salvatierra en la Asamblea

Legislativa Plurinacional y formaban parte de Columna Sur, facción masista de juventudes de Santa

Cruz. El gobierno de Evo se desmoronaba, pero Del Castillo y muchos más de su generación,

estaban ahí defendiendo la legitimidad presidencial y la idea de que concluyera su mandato en

enero de 2020.

No tenemos certeza si con vocación anticipatoria o en plan víctima, Evo Morales subió a Del

Castillo-Rodríguez a un podio al que muy probablemente no tenían idea acceder estos dos jóvenes

masistas y menos de manera tan temprana. Si Evo pensó que el futuro del MAS y de su proyecto

político deberá estar en manos de quienes hoy tienen entre 35 y 50 años, significaría que no está

dispuesto a repetir la historia en clave de farsa, incurriendo en los mismos errores táctico

estratégicos que supo cometer el MNR entre los años 60 y 90. Si por lo contrario, Evo puso en

evidencia a los dos binomios, según el fabricados desde la Casa Grande del Pueblo, para decir que

está en marcha un plan para impedir su candidatura, significa que Evo se autodefine como el

principio y el fin del MAS.

En una abierta arremetida a cargo de portavoces evistas, entre parlamentarios, ex ministros y

tirasacos profesionales, ha sido precisamente el supuesto candidato a presidente para 2030 el que

más ataques ha recibido con un repertorio que va desde su derechización hasta su abierta

complicidad con el narcotráfico. El único que obró con hidalguía acerca de este personaje y su

agenda, fue el ex vicepresidente Alvaro García Linera que llegó a elogiar al Ministro de Gobierno

por “hacer bien su trabajo” capturando a personajes protagónicos del golpe de 2019 como Jeanine

Áñez y Luis Fernando Camacho. Semejante sinceridad le costó al otrora hombre de confianza de


Evo, una lluvia de insultos y acusaciones que no lo pasaban de traidor y de “estar trabajando con el

gobierno de Lucho”.

Eduardo del Castillo instruyó investigar a fondo la corruptela instalada por su antecesor Arturo

Murillo, que en tiempos de Jeanine era quién cortaba el bacalao. Este mismo “niño Ministro”, así

apodado por el hijo de un fascista de la dictadura de Banzer, que se cargó a Jeanine, Camacho, y

Pumari, intervino decisivamente en el apresamiento de un individuo llamado Misael Nallar a quién

se lo vincula con el clan Lima Lobo y se lo acusa de legitimación de ganancias ilícitas. Pero la

historia no acaba ahí, porque este al que el ex ministro Carlos Romero amenazaba con “mostrar

pruebas de su vinculación con el narco”, continuó su camino airoso porque las denuncias del ex

ministro de Gobierno de Evo Morales nunca pasaron de la amenaza y el exhibicionismo mediático,

mientras Del Castillo comenzaba a desmontar con la Policía Boliviana el aparato exportador de

cocaína instalado por un tal Sebastian Marcet, ciudadano uruguayo a quién facilitaron

identificaciones falsas algunas autoridades bolivianas en el año 2018. Con este panorama, si

finalmente el “niño Ministro” llegara a capturar a Marcet, podría finalmente, sin proponérselo,

darle la razón a Evo para convertirse en algún momento en candidato a la presidencia del Estado

Plurinacional de Bolivia.




Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 09 de septiembre

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