lunes, 21 de marzo de 2022

La porfía de Página Miente

 

El dizque periodismo que practica el diario Página Miente es una mezcla de caviar con nachos. Confunde la velocidad con el tocino, y cree haber descubierto la fórmula para descomponer la cuadratura del ciclo. Su problema es profundo y ético porque se maneja por referencias morales  --no soporta saberse parte del golpismo de 2019—y en ese transcurrir salta de consigna en consigna para trampear a la hora de pretender exponer los hechos.

Página Miente no admite que le emponchen formar parte de un cartel que distorsiona la materia básica de la que se nutre el periodismo consistente en acontecimientos y hechos verificables en la realidad. Su atrincheramiento pasa por la formidable conclusión de que como Evo Morales renunció, lo del golpe de Estado es una patraña, una posverdad. Ni los trituradores de teclados con los que cuenta se lo creen, pero insiste porque necesita encontrar un detergente lava conciencia que no existe. Lo uno no tiene nada que ver con lo otro. Evo pudo haber renunciado y hasta pensar que una sucesión inconstitucional le serviría para atenuar su salida del gobierno en calidad de víctima,  producto de su forzada candidatura violatoria del resultado de un referéndum, y eso nada tiene que ver con la forma en que se operó la llegada de Jeanine Áñez a la presidencia del Estado.

El periodismo boliviano, lo mismo que los actores políticos con la justicia, debería firmar un gran acuerdo gremial desprovisto de filtros ideológicos y líneas editoriales en defensa radical e incondicional de los derechos humanos en un país tantas veces aplastado por la violencia política y las masacres, pero gran parte de el, enquistado en estructuras empresariales devotas del capital transnacional, del saqueo y la injerencia, prefiere mirar para otro lado y defender lo indefendible: Las resoluciones contrarias a la Constitución para instalar un gobierno, que por si fuera poco, hizo de la transición un enorme campo de juego para la represión policial-militar,  la corrupción, el matonaje y la extorsión judicial.

Página Miente es heredero sentimental del golpismo banzerista de 1971. Tiene en su ser ideológico una visión entre reaccionaria y neoliberal de la política y de la economía, y desde estas matrices puede comprenderse que pretenda subestimar a su puñado de lectores, diciendo que como Evo renunció “voluntariamente” no hay tal golpe. Consideración tan peregrina como esta no es un razonamiento. Es un artefacto barato y deleznable. Para llegar a la silla presidencial, Áñez no pasó por la recomposición previa de la directiva del Senado, en primer lugar, y menos se encontraba en la línea de sucesión en su calidad de segunda vicepresidenta. Al no haberse tratado formalmente las renuncias de Morales, García Linera, Salvatierra y Borda, al no haberse instalado las sesiones de la Cámara Alta primero y de la Asamblea después, los asaltantes del poder –la propia Áñez instrumentada por sus colegas Ortíz y Murillo-- se pasaron por encima la normativa para agarrar al vuelo un comunicado del Tribunal Constitucional aludiendo a la sucesión de 2001  --Jorge Quiroga sucediendo a Banzer-- como antecedente y con la que el Doctor Luis Vásquez Villamor, amigo abogado de Tuto, fabricó el embuste del Ipsofacto con el que se pretendió embaucar a todo el país. La realidad, los hechos, es decir el  periodismo apegado a la verdad histórica, demuestran que no lo logró, que un comunicado no puede ser el sustento  para la elección del presidente de un Estado, con prescindencia de sus instancias y procedimientos institucionales señalados por norma. Tomaduras de pelo como esa, sólo pueden funcionar en una película neocolonialista sobre alguna república bananera de los 60.

Si Página Miente prefiere, no le llamaremos Golpe de Estado. Dejemoslo en sucesión inconstitucional y en consecuencia, en gobierno de facto, que relativizó sus acciones y pretendió  ataviarse de democrático con el alargamiento de mandatos de senadores y diputados hasta que se realizaran nuevas elecciones, luego de anuladas las de 2019. Si las cosas no se tornaron peores fue porque algunas voces sensatas evitaron que funcionara el plan de la proscripción del MAS del ordenamiento electoral boliviano, interceptado por quienes estaban concientes de que semejante intento abría las compuertas de la guerra civil.

La insistencia en un fraude nunca demostrado técnica y juridicamente, y en la defenestración no del candidato Morales, sino del Presidente Morales (su mandato debía concluir en enero de 2020) dió lugar a la interrupción de la democracia plena que sólo es tal con todos los órganos del Estados legal y legítimamente constituídos. Periodistas como el que escribe, tienen documentados los hechos a través de un trabajo de veinticuatro meses. Desafío a Página Miente y a cuantos medios quieran, juntos o por separado, a debatir publicamente las características de la estructuración del gobierno de Áñez.

 ¿Qué parte de sucesión in-cons-ti-tu-cio-nal no quiere entender Página Miente y similares para que se la expliquemos una y mil veces?




Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 26 de febrero.

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