lunes, 23 de agosto de 2021

La caraqueña

 

Nilo Soruco es el autor del himno boliviano de los exiliados y perseguidos políticos. “La exiliada” es su título original, pero como fue compuesta en la capital venezolana por el cantautor tarijeño, forzado a salir del país por la dictadura de Banzer, se la conoce popularmente como “La caraqueña”, que se convirtió en el testimonio del extrañamiento a la patria, obligados por el anticomunismo de los 70. Dirigentes políticos de izquierda, sindicales, universitarios, artistas progresistas, tuvieron que dejar el territorio nacional,  huyendo de los regímenes represivos de Barrientos, Banzer y García Meza en los que el Terrorismo de Estado se convirtió en práctica cotidiana.

Las nuevas generaciones que no conocen de guitarreadas y cánticos contra los milicos autoritarios y fascistoides de los 70-80, no saben que en el 196 aniversario de la independencia boliviana, el presidente Luis Arce Catacora cantó “La caraqueña” junto a Savia Andina cambiando el “ya la pagarán no llores prenda pronto volveré” por el “ya la pagarán fachos de mierda…” tal como se acostumbraba a entonarla en tiempos universitarios. Se trata en realidad de la versión combativa contra el autoritarismo, que supimos cantar a voz en cuello en esos tiempos. Era algo así como una catarsis frente a la conculcación del estado de derecho y a las violaciones a los derechos humanos de la época. La liberación nacional tuvo mucho que ver entonces con la creatividad y los textos de nuestros músicos y poetas.

La persecución, la tortura, la desaparición forzada y el asesinato político caracterizaron las actuaciones de esos militares y paramilitares, fachos de mierda, como bien dice la gran canción de Nilo y para desgracia de nuestra hoy plurinacional Bolivia, las botas y las charreteras se apoderaron nuevamente de calles, plazas y carreteras durante el oprobioso 2019-2020 de un gobierno que debió ser exclusivamente de transición hacia nuevas elecciones y se distorsionó por obra y gracia de quienes lo concibieron, pero fundamentalmente de los que lo mal gestionaron, convirtiendoló en una combinación de acciones propias de policía política y de asaltos de diversas magnitudes a las arcas del Estado.

Debiera provocarles algo de vergüenza, pero para ellos es más importante el autoconvencimiento de que no  hubo golpe, de que no son golpistas. Que lo único que sucedió fue un fraude electoral y que a continuación se abrieron las compuertas hacia la liberación de la tiranía encabezada por Evo Morales. Son impresionantes por el cuero duro con el que declaran a diario. Nada más observando los hechos con un mínimo de acuciosidad se comprueba que el supuesto fraude no fue jamás debidamente investigado por quienes debieran haber sido los primeros interesados en demostrarlo. Una vez más se durmieron en sus laureles subestimando a las masas bolivianas, despreciando su capacidad de movilización y de protesta. Creyeron que la mesa estaba servida para quienes en ese momento se llenaban los bolsillos con negociados de distintos calibres y  para los que canturreaban con soberbia su próxima llegada al gobierno poniendo fin a la era del MAS-IPSP.

“La caraqueña” de Nilo Soruco ya lleva casi medio siglo de existencia y el Presidente Arce Catacora cometió un gran acierto en volverla a cantar como se debe, minutos después de que recordara en su discurso pronunciado en el nuevo hemiciclo de la Asamblea Legislativa Plurinacional, que fue gracias al bloqueo nacional de caminos y a la huelga general movilizada e indefinida determinada por el Pacto de Unidad y  la Central Obrera Boliviana (COB) en agosto de 2020, que finalmente llegáramos a las elecciones presidenciales del 18 de octubre que acabaron con esa nefasta transición promovida por candidatos perdedores, senadores, curas católicos, embajadores y asesores tirasacos, expertos en alabanzas diarias a sueldo.

La creatividad artística resulta tantas veces premonitoria en la historia de los pueblos. “La caraqueña” de Nilo Soruco es una rotunda prueba de ello. Quienes tuvieron que salir de Bolivia entre noviembre-diciembre, escapando de la persecución emprendida por el gobierno de Jeanine Áñez, seguramente podrán hacer suya esta letra que forma parte de nuestra historia política y de luchas sociales: Nadie le pondrá murallas a nuestra verdad/ Nunca el mal duró cien años ni hubo pueblo que resista/Ya la pagarán, no llores prenda  (fachos de mierda), pronto volveré. 

Los medios de comunicación que publicaron el “cambio de letra” de “La caraqueña” a cargo del Presidente Arce, demuestran no conocer la historia contemporánea de Bolivia. No saben que el primer orgulloso de cantarla con el “no llores prenda” o el “fachos de mierda” es ese inolvidable y querido maestro chapaco, Nilo Soruco, autor de esta y muchas otras inolvidables cuecas que fornan parte de nuestro acervo musical.



Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el 14 de agosto

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