El Movimiento al
Socialismo e Instrumento para la Soberanía de los Pueblos ( MAS - IPSP) se
encuentra a puertas de ganar las elecciones presidenciales que se verifican
este 18 de octubre en Bolivia –con acusaciones de fraude en los anulados
comicios de octubre de 2019--, con prescindencia de su caudillo y líder
histórico, Evo Morales, que monitorea el proceso en calidad de jefe de campaña desde
Buenos Aires, conducta que entre sus partidarios ha generado opiniones que se
dividen entre los leales y serviles, y los autocríticos ahora convencidos de
que el proyecto nacional popular boliviano debe reinventarse en la disyuntiva
de devolverle todo el poder a Evo, o resignificar al partido desconcentrando
las decisiones al influjo del candidato a la Vicepresidencia, el aymara, ex
Canciller, David Choquehuanca, muy conectado con las organizaciones indígenas y
campesinas.
El MAS-IPSP ha
hecho una campaña con el estilo que puede imprimirle un economista disciplinado
y riguroso como Luis Arce Catacora, con Maestría en Inglaterra y entrenado por
años en el Banco Central de Bolivia (BCB) y que comandara el ministerio de
Economía y Finanzas durante doce años, convirtiéndose en el profesor en la
materia de Evo Morales, quién impuso su criterio para que fuera él, y no
Choquehuanca, el candidato a la Presidencia. Arce ha escrito un libro que con
el título “ El Modelo Económico Social Comunitario Productivo Boliviano” (2016)
explica cómo la economía alcanzó niveles de estabilidad y crecimiento
sostenido, superando altos índices de pobreza extrema, y de esa manera
desmiente a quienes se empeñan en instalar la narrativa de que los catorce años
de gobierno de Evo fueron nefastos, dado el autoritarismo ejercido y el culto a
la personalidad practicado en favor de su ego.
Arce Catacora se
posesionó desde el inicio de la campaña electoral como primero, sitial que se
fue consolidando conforme el gobierno inconstitucional de Jeanine Añez iba
cometiendo errores alternados entre la ineptitud y la corrupción, con el
agravante de haber decidido ser candidata, postulación de la cuál terminó
bajandosé, según las encuestas evidenciadaban su caída libre de un inicial 14
al 16 por ciento a menos de diez, a partir del momento en que se descubrió la
trama de una oscura compra de respiradores con sobreprecio para combatir el
coronavirus y la población reaccionó indignada ante tamaño despropósito e
indolencia con un país insuficientemente preparado para luchar contra la
pandemia.
El énfasis que el
gobierno de facto de Jeanine Añez le puso a la persecución y criminalización
político judicial de militantes y ex funcionarios del MAS tuvo un efecto
contraproducente, en tanto los dos tercios de las cámaras de Senadores y
Diputados que constituyen la Asamblea Legislativa Plurinacional son controladas por el partido de Evo Morales
que desde su legalidad y legitimidad como poder independiente del Estado,
ejecutó puntillosas tareas de contrapeso a decisiones tomadas por el Ejecutivo,
desde objeciones a la contratación de créditos del FMI hasta la impugnación de
la lista de ascensos de generales de las Fuerzas Armadas.
Ante la gran
posibilidad de que el MAS-IPSP obtenga el triunfo en primera vuelta, la
principal candidatura con opciones de evitarlo, la de Comunidad Ciudadana (CC)
a través de Carlos Mesa, ex vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada del que
luego se desmarcó para asumir la presidencia en la crisis de octubre de 2003,
basa su campaña en una profundización de la grieta boliviana, bastante más compleja
que otras de la región, por su transversalización del racismo y otras formas de
discriminación relacionadas con el origen y la identidad étnica, en un país que
tiene reconocidas treinta y seis naciones y pueblos indígenas en la nueva
constitución que hace de Bolivia un “Estado Unitario Social de Derecho
Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático,
intercultural, descentralizado y con autonomías”. “Soy el único que puede
ganarle al MAS para que no vuelva el fraude, la corrupción y el despilfarro”
repite Mesa hasta el cansancio en sus alocuciones.
Según el voto
válido contabilizado en gran parte de las encuestas, Arce Catacora lleva una
ventaja de ocho a diez puntos sobre Mesa, cuadro de situación que mantiene en
incertidumbre al país, si se tiene en cuenta que según la norma electoral se
necesita alcanzar más del 40 por ciento de la votación con una diferencia de
por lo menos diez puntos sobre el segundo para ganar en primera vuelta, lo que
ha desatado una campaña concertada para que otras candidaturas como la del
neoliberal y pro yanqui, Jorge “Tuto”
Quiroga, y la de la propia presidenta de facto Jeanine Añez dejen de serlo,
ante el “peligro” del retorno del MAS al poder.
Como elementos que
le añaden pinceladas folklóricas a esta elección, figuran con menos del dos por
ciento el coreano boliviano Chi Hyun Chung, médico de profesión y jerarca
fundamentalista rabiosamente conservador de una iglesia evangélica (Frente para
la Victoria), Feliciano Mamani, minero cooperativista del Partido de Acción
Nacional Boliviano (PAN-BOL) y María de la Cruz Baya, la candidata en peculiar
situación al haber quedado sin el respaldo formal del partido que la
promoviera, la Acción Democrática Nacionalista (ADN) fundada por el ex dictador
Hugo Banzer en 1979, hoy a punto de desaparecer y de la que por supuesto en su
momento fuera parte Tuto Quiroga como Vicepresidente y Presidente entre 1997 y
2001.
Las renuncias de
Añez y Quiroga, y la salida forzada de Bayá hacen que de ocho, las candidaturas
se hayan reducido a cinco, de las cuáles, la única que saliendo del escenario,
podría habilitar en posición de victoria a Carlos Mesa, es la del empresario de
Santa Cruz de la Sierra, Luis Fernando Camacho, artífice material, desde su
posición de Presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, del golpe cívico
policial militar que provocó la huída de Evo Morales y de su vicepresidente,
Alvaro García Linera del país hacia México en noviembre del pasado año.
Camacho ha sido el
factor determinante para que la presidenta Añez depusiera su candidatura, al
haberla superado en las encuestas de un inicial dos a tres por ciento a un nada
despreciable 18, fundamentalmente concentrado en su departamento (Santa Cruz),
el más extenso y productivo del país en el que sin dudas obtendrá el primer
lugar (35 a 40 por ciento de la votación), erigiéndosé como nueva figura del
oriente en la política boliviana, con la debilidad de contar con un
insignificante respaldo en los otros ocho departamentos (provincias) del
territorio nacional, de los cuáles, seis tienen como preferido a Arce Catacora
y dos a Mesa.
Arce dice que el
MAS volverá al poder “para recuperar la democracia”, Mesa apela al llamado voto
útil “para que no vuelva el MAS” y Camacho reniega de la vieja política
afirmando que el MAS y Comunidad Ciudadana de Mesa terminarán pactando y de esa
manera quedará garantizado el retorno de Evo al país. Los números indican que
Camacho puede pasar de ser el Macho Alfa para la caída de Evo, al candidato
funcional que con su votación, mermando la de Mesa, daría lugar a que el
partido del “tirano” regrese al gobierno. Las ironías de la política boliviana
merecen estudios académicos que ayuden a desentrañar sus avatares con
apariencia anecdótica.
Publicado en Noticias de América Latina y el Caribe (NODAL) el 15 de octubre
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