En lugar de endilgarles la culpa a los que
menos culpa tienen, los operadores del evismo, del androniquismo y del
evismo-androniquismo podrían comenzar por hacer un mea culpa acerca del
desastre nacional al que nos ha conducido el caudillo de Isallavi-Orinoca,
dejando por un minuto en la antesala del psicoanalista los atuendos de sacerdotes
y sacerdotisas de esa iglesia fundamentalista instalada en los dominios
chapareños y desde la que se vienen urdiendo marchas, bloqueos, amenazas,
ultimátums y noticias falsas de todos los tamaños.
Los caminos por los que ha decidido transitar
Evo Morales desde que decidiera quebrar la bancada masista en la Asamblea
Legislativa Plurinacional (septiembre, 2022), nos llevan por rutas y estados de
ánimo de diversa sintomatología, todas ellas de consecuencias nefastas. En
primer lugar, a quienes creímos en el y votamos desde 2002 para que fuera
presidente, nos produce lástima y decepción desde que apostó por la enajenación
de convertirse en presidente vitalicio. A continuación nos provoca indignación
porque entre las cosas que dice a diario desde su guarida de Kawsachun Coca y
las que verificamos en la realidad, hay un basural de diagnósticos delirantes,
burdas mentiras y acusaciones en forma de calumnias e injurias. Finalmente, las últimas acciones decididas por
su maltrecha figura que va desde la debilidad por las menores de edad hasta la
demagogia más grosera, nos generan impotencia: Jovencitas abusadas y
silenciadas con la maquinaria del poder y policías asesinados en Llallagua que
fueron enviados para reestablecer el orden y la calma en plan de superar el
bandidaje a sueldo promovido para generar el caos suficiente que precipite la
renuncia del presidente Arce y del vicepresidente Choquehuanca.
Esta horrible película en formas de pesadillas
varias pudo haber sido otra si Evo hubiera aceptado las reglas y estilo de
juego que pretendía Luis Arce para su presidencia. Si en lugar de boicotearlo
desde el primer día de campaña electoral y desde el primer día de su gobierno,
hubiera aceptado su rol de conductor del MAS-IPSP superando las obsesiones a
las que lleva creerse lo que uno ya no es ni puede ser: Evo se hizo presidente
imaginario desde el 8 de noviembre de 2020 y así comenzó la caída libre.
Quitado Choquehuanca del camino –un indio por otro indio suponía el acabose
político de Evo-- , si a Arce le iba medianamente bien como le fue en el
combate al Covid-19, Evo hubiera tenido que olvidarse de pensar en el retorno a
la silla y como tal cosa era inconcebible, puso a funcionar a su puñado de
tirasacos para que lo ayudaran a sabotear al gobierno que el mismo había
gestado, hasta que quedara hecho astillas.
Evo hizo de Andrónico un obediente operador que
desde la presidencia del Senado cumplió con las instrucciones de sabotear al
Ejecutivo y hoy día, como buen aprendiz de demagogo culpa al gobierno por la
crisis económica, se estrella contra el presidente Arce cada que lo considera
necesario achacándole todos los males que padece el país, cuando el inicio del
desmoronamiento de la estructura política nacional popular fue decidido por su
jefe eterno para a continuación culpar al presidente saliente por la crisis
multifactorial de carestía de combustibles, encarecimento del costo de vida y
desaparición del dólar de los mercados nacionales.
La película deseada para la fase 2020-2025
pasaba por facilitarle la vida a Arce para que pudiera encarar sin obstáculos y
con fortaleza política la mano pesada que se nos venía encima. Solamente con
abstenerse de pretender meterle mano al gabinete ministerial y de no dar
directrices invasivas para el funcionamiento del Ejecutivo, Evo se habría
situado en posición de liderazgo acompañante y de solidaridad ante la cruda
realidad de la duplicación de los precios de la canasta de alimentos y la
subida del dólar de 6.96 a 15, 17 y hasta 20 bolivianos. Si así se hubiera
procedido, el MAS-IPSP seguiría siendo uno solo y batallando en unidad y
fortaleza contra la crisis y evitando el acrecentamiento de expectativas de
retorno de cualquiera de los candidatos de la derecha de los que hasta ahora no
se conoce una aggiornada visión de país que ha cambiado con la incorporación de
las clases subalternas y los pueblos originarios a la vida ciudadana de
Bolivia.
Evo no quiso esa película. Se deshizo de Eva
Copa y esta le contestó con un triunfo de sesenta y pico por ciento de votos
para ganar la Alcaldía de El Alto. Atacó a Del Castillo con esa misma mala onda
y sin fundamentos, y este hizo tabla rasa para acabar con las mini unidades de
negocios narcotraficantes en el Chapare logrando records que superan largamente
los números obtenidos por sus antecesores. Y en lugar de dejarlo volar sólo,
sujetó a Andrónico de los cojones para que nunca pudiera ser el mismo y no más
muñeco de ventrílocuo. De esta manera, Evo trituró el instrumento político que
con tanto sacrificio se construyó en casi tres décadas. Eso sí, a todos lo que
creímos en el nos amenazan por las calles y plazas del conservadurismo
llamandonos masistas de mierda.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 14 de junio