El que es WASP desde los Estados
Unidos de América pavoneándose hacia todas las latitudes está arreglado de por
vida. White (blanco), Anglo Sajón y Protestante son las credenciales que les franquean
acceso ilimitado a los dueños del mundo, hacia todos los territorios que les
parezca necesario penetrar sin pedir permiso, y que además de haber acumulado
obscenos volúmenes de capital y de dominio económico transnacional, ahora salen
al ruedo para reafirmar su predestinación étnica, religiosa, de clase y de
casta. Se trata, en buenas cuentas, del
modelo Bolsotrump, una suerte de mix genético entre constructor de rascacielos neoyorkino
con supremacía fálica -machista, depredador sexual y misógino- y gris ex
militar brasileño partícipe de las dictaduras de los 70 con nombre de
predestinado: Jair Mesías.
Trump en la meca de la hipócrita
democracia de la “unión americana” ha sido el instigador de un intento de golpe
de Estado al estilo gorila sudamericano, paramilitares incluidos, averiando la
cuidada arquitectura de El Capitolio y Bolsonaro ha dedicado los cuatro años de su languideciente mandato
a sacarse de encima a cuanto negro, maricón, indígena, lesbiana y chica trans
que ensuciaba su paisaje, instalando el
odio con método, con vocación de enviado de Dios capaz de generar ovaciones en
las iglesias evangélicas de todo el Brasil y que hoy rezan a nuestro señor
Jesucristo a fin de que el demonio Lula con su talante de obrero metalurgista
pernambucano no llegue a la presidencia por tercera vez, nada menos que para
instalar el comunismo y sentar a su siniestra al mismísimo demonio.
El filósofo francés Eric Sadin
afirma con lucidez que vivimos tiempos de la tiranía de los hombres dispersos
parapetados con anonimato de redes sociales, que nos encaminamos hacia un
totalitarismo de la multitud y que estamos en condiciones de presenciar y
soportar un fascismo de nuevo tipo con la mercantilización integral de la vida.
En este nuevo contexto, determinado por el tecnoliberalismo que nutre sus
arremetidas de la mentira-noticia como instrumento manipulatorio y de control
social, la democracia es un asunto menor, porque de lo que se trata no es ya de
respetar las reglas de juego, reconocer los derechos del otro y jugar al bien
común. Los hombres dispersos creen en la palabra de Dios hecha carne y ahí
están los Camacho y los Calvo, que ven en el sujeto contestatario histórico
popular de la formación social boliviana, el portador del virus que infectará
sus jardines exclusivos de vida opulenta, y que ha llegado a este paraíso
terrenal, para servirlo, para “muchachearlo”, para tenerlo bajó su bota Dingo
si osa levantar la cabeza.
Para que todo esto funcione en
Bolivia es necesario el aparato Unitel, Red Uno, El Deber, cadenas de
supermercados, exportadores de soya, y constructores que tramitan sus
inversiones en las lavanderías del dinero negro. Hay que apellidar Monasterio,
Kuljis o Rivero brothers para
organizar la mentira y edificar las fachadas debidamente maquilladas para que
no se noten los descascaramientos internos, y así tenemos que el paro
indefinido producto de una misa de feligreses entre fashions y cunumis, llamada
Cabildo, había sido tan selectivo y discriminador como lo son las mentalidades
con los que estos émulos del ideal WASP despliegan sus narrativas de la falacia
y de la impostura.
Basta mirar los reportes de “último
momento” o los servicios informativos de horario estelar de la televisión
logiera, para comprobar la forma en que se despliegan relatos con privilegiados
del paro cívico que no paran, y en sus fábricas y centros de producción laboral
trabajan como si se tratará de trastiendas de universos paralelos. Nada de eso.
Que paren los pobres. Que bloqueen las rotondas “nuestros cambas” que son algo
así como “nuestros masistas” que por supuesto no son masistas y que tienen
devoción por el patrón, por el facho de nuevo siglo porque como bien dijo el
borjano beniano Wálter Guiteras, “hombre blanco nunca miente”.
Una sencilla, pero incisiva
investigación periodística, nos llevaría a la comprobación de que el tan
mentado modelo cruceño, tal como es concebido por la oligarquía y sus “élites
pensantes” es nada más que una bandera detrás de la que se oculta ese
acomplejamiento independentista que amenaza con federalismo porque no soporta
que la historia de Bolivia se haya construido desde este infumable
andinocentrismo por el que han pasado las luchas sociales, los golpes de
Estado, los dictadores, los neoliberales con carcasa democrática y toda clase
de conservadores. Detrás de ese modelo están los grandes negocios bien tapados
por la mentira y la manipulación mediática, a costa , siempre, de papá Estado, de las
inyecciones de capital provenientes de la corrupción en la institucionalidad
cruceña, de la economía ilícita y de una identidad en la que no se admiten,
jamás se admitirán, “cruces de llamas con monolitos”. Ahí están. Esos son. Están
hechos de un racismo insuperable.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 05 de noviembre
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