viernes, 23 de diciembre de 2022

Bolsotrump

 

El que es WASP desde los Estados Unidos de América pavoneándose hacia todas las latitudes está arreglado de por vida. White (blanco), Anglo Sajón y Protestante son las credenciales que les franquean acceso ilimitado a los dueños del mundo, hacia todos los territorios que les parezca necesario penetrar sin pedir permiso, y que además de haber acumulado obscenos volúmenes de capital y de dominio económico transnacional, ahora salen al ruedo para reafirmar su predestinación étnica, religiosa, de clase y de casta.  Se trata, en buenas cuentas, del modelo Bolsotrump, una suerte de mix genético entre constructor de rascacielos neoyorkino con supremacía fálica -machista, depredador sexual y misógino- y gris ex militar brasileño partícipe de las dictaduras de los 70 con nombre de predestinado: Jair Mesías.

Trump en la meca de la hipócrita democracia de la “unión americana” ha sido el instigador de un intento de golpe de Estado al estilo gorila sudamericano, paramilitares incluidos, averiando la cuidada arquitectura de El Capitolio y Bolsonaro ha dedicado  los cuatro años de su languideciente mandato a sacarse de encima a cuanto negro, maricón, indígena, lesbiana y chica trans que ensuciaba su paisaje,  instalando el odio con método, con vocación de enviado de Dios capaz de generar ovaciones en las iglesias evangélicas de todo el Brasil y que hoy rezan a nuestro señor Jesucristo a fin de que el demonio Lula con su talante de obrero metalurgista pernambucano no llegue a la presidencia por tercera vez, nada menos que para instalar el comunismo y sentar a su siniestra al mismísimo demonio.

El filósofo francés Eric Sadin afirma con lucidez que vivimos tiempos de la tiranía de los hombres dispersos parapetados con anonimato de redes sociales, que nos encaminamos hacia un totalitarismo de la multitud y que estamos en condiciones de presenciar y soportar un fascismo de nuevo tipo con la mercantilización integral de la vida. En este nuevo contexto, determinado por el tecnoliberalismo que nutre sus arremetidas de la mentira-noticia como instrumento manipulatorio y de control social, la democracia es un asunto menor, porque de lo que se trata no es ya de respetar las reglas de juego, reconocer los derechos del otro y jugar al bien común. Los hombres dispersos creen en la palabra de Dios hecha carne y ahí están los Camacho y los Calvo, que ven en el sujeto contestatario histórico popular de la formación social boliviana, el portador del virus que infectará sus jardines exclusivos de vida opulenta, y que ha llegado a este paraíso terrenal, para servirlo, para “muchachearlo”, para tenerlo bajó su bota Dingo si osa levantar la cabeza.

Para que todo esto funcione en Bolivia es necesario el aparato Unitel, Red Uno, El Deber, cadenas de supermercados, exportadores de soya, y constructores que tramitan sus inversiones en las lavanderías del dinero negro. Hay que apellidar Monasterio, Kuljis o Rivero brothers para organizar la mentira y edificar las fachadas debidamente maquilladas para que no se noten los descascaramientos internos, y así tenemos que el paro indefinido producto de una misa de feligreses entre fashions y cunumis, llamada Cabildo, había sido tan selectivo y discriminador como lo son las mentalidades con los que estos émulos del ideal WASP despliegan sus narrativas de la falacia y de la impostura.

Basta mirar los reportes de “último momento” o los servicios informativos de horario estelar de la televisión logiera, para comprobar la forma en que se despliegan relatos con privilegiados del paro cívico que no paran, y en sus fábricas y centros de producción laboral trabajan como si se tratará de trastiendas de universos paralelos. Nada de eso. Que paren los pobres. Que bloqueen las rotondas “nuestros cambas” que son algo así como “nuestros masistas” que por supuesto no son masistas y que tienen devoción por el patrón, por el facho de nuevo siglo porque como bien dijo el borjano beniano Wálter Guiteras, “hombre blanco nunca miente”.  

Una sencilla, pero incisiva investigación periodística, nos llevaría a la comprobación de que el tan mentado modelo cruceño, tal como es concebido por la oligarquía y sus “élites pensantes” es nada más que una bandera detrás de la que se oculta ese acomplejamiento independentista que amenaza con federalismo porque no soporta que la historia de Bolivia se haya construido desde este infumable andinocentrismo por el que han pasado las luchas sociales, los golpes de Estado, los dictadores, los neoliberales con carcasa democrática y toda clase de conservadores. Detrás de ese modelo están los grandes negocios bien tapados por la mentira  y la manipulación mediática,  a costa , siempre, de papá Estado, de las inyecciones de capital provenientes de la corrupción en la institucionalidad cruceña, de la economía ilícita y de una identidad en la que no se admiten, jamás se admitirán, “cruces de llamas con monolitos”. Ahí están. Esos son. Están hechos de un racismo insuperable.



Originalmente publicado en la columna Contragolpe de La Razón el 05 de noviembre

 

 

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