miércoles, 16 de julio de 2008

La Paz desde Trinidad

Soy un intercultural a toda prueba. He construído mi vida en los doce últimos años, entre La Paz y Trinidad. En La Paz aprendí a caminar las calles, a descubrir el mundo y sus recodos, y en Trinidad aprendí con intensa cotidianidad a saber de los otros, los distintos a mí, los que crecieron entre el calor y el monte y que me enseñaron a saber con incuestionable claridad que Bolivia es amazónica, tropical, valluna y andina, geograficamente en ese orden según mi experiencia.
Anoche, mientras conversaba en uno de esos hermosos patios de casa antigua del centro de la ciudad, escuchaba el sonido "de Julio el gran día". Los paceños estaban desfilando y preparándose para recibir los 199 años del grito libertario de Murillo. Por un buen rato, no pensé en la media luna, o en la media luna ampliada, en el cuarto creciente o en el cuarto menguante. Simplemente sentí que no hay cosa mas gratificante que caminar por el mundo sin miedo a las fronteras y a las trancas de peaje.
Anoche nadie les gritó a los paceños que marchaban por el centro de la capital beniana, "collas de mierda". Todo fluía en paz como si supiéramos que al fin de cuentas, con nuestras marcas identitarias diversas y nuestros sellos distintivos podemos aspirar a ciudadanos del mundo, construyendo a partir del contraste y no destruyendo o matando según los colores de nuestras pieles.
Son las diez de la mañana y mi mujer ya se ha marchado para Rurrenabaque y Reyes. Está en campaña política, y soy primer militante (de mi mujer, no del gobierno) para lograr la mayor adhesión posible por la ratificación de Evo Morales el próximo 10 de agosto.
Dije en mi programa de radio hace unos días, yo que soy un antinacionalista furibundo, que a los paceños nos tachan de centralistas, que no sé si seremos los más bolivianos de todos cuantos hay en los nueve departamentos, pero lo que sí sé, sin lugar a dubitar, es que los paceños son (somos) quienes tenemos el más grande sentido de bolivianidad de entre todos los bolivianos. Para nosotros La Paz es Bolivia, porque en La Paz residen sin persecuciones los ciudadanos y ciudadanas de todos los sitios del país. En ese sentido es que me siento muy de La Paz y en ese mismo sentido también me siento muy trinitario y muy feliz de recordar mis conversaciones de atardecer en la Laguna Suárez.
La Paz, por si fuera poco, es en si misma, andina, subtropical y amazónica. Me gusta el frío ventoso de Pucarani, la humedad de Los Yungas y el calor abrazador de Apolo. Soy paceño-trinitario, soy boliviano de La Paz y aymara cuando viene Lucas desde Tiawanaku a expulsar a los malos espíritus que se andan colando cada cierto tiempo en mi casa y soy boliviano de Moxos cuando vuelvo a visitar la tierra de mi mujer que me ha entregado pasaje a la felicidad de tener un hijo que sonríe todos los días reconociéndose camba-colla.

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