Cuando una tarde de sabado pasé
por la heladería de la plaza de Concepción (Chiquitania, Provincia Ñuflo de
Chávez, Santa Cruz), jamás hubiera imaginado que quien esperaba unos conos de
chocolate y frutilla, Oscar Ortíz Antelo, hubiera formado parte en sus jóvenes años de iniciación de la
agrupación de laicos católicos, conocida
en Bolivia como Cristiandad, con jóvenes que salían a las calles con rectangulares
estandartes color escarlata y un león dorado tatuado con una cruz roja erguido
en dos patas, preparado para la cacería, a advertirnos sobre los peligros que
se cernían sobre nuestras cabezas si nos dejábamos tentar por el diablo.
En realidad, la organización
católica fundada en 1960 no se llama Cristiandad. Lleva el nombre de Tradición,
Familia y Propiedad y que según su fundador,
el brasileño Plinio Correia de Oliveira, “no es un lema cualquiera. Es el lema
anticomunista por excelencia, que atrae las simpatias de todos aquellos que
aman la civilización cristiana, y provoca aversión, cuando no odio, en todos
aquellos que se han dejado infectar por el virus del comunismo”.
No habrá sido casualidad, sino algo así
con un alineamiento simbólico, el haber encontrado a Ortíz comprando helados
(año 2010), mientras su familia esperaba en una 4 por 4, exactamente a una cuadra del museo histórico
que originalmente fue la casa de Hugo Banzer Suárez, concepcioneño de orígen
alemán que gravitaría en la política boliviana durante tres décadas (1971 –
2001), de cuyo gobierno democrático este administrador de empresas graduado en
la UPSA formó parte como asesor de comercio exterior e inversiones, y de
vivienda y servicios básicos entre 1997 y 1999.
De Ortíz dicen varios que lo conocen,
los que le tienen aprecio y los otros, que era lo que se conoce desde el
estereotipo, un nerd, es decir un
estudiante aplicado, obsesivo en el propósito de alcanzar metas, y algo retraído
socialmente, lo que en alguna medida resulta contradictorio para alguien que
decide hacerse anticomunista y salir a gritar su filiación católico
conservadora a la Plaza 24 de Septiembre, y años más tarde convertirse en un
seguidor del banzerismo/adenismo/tutismo, lo que nos confirma que este operador
de la cruceñidad (*) era anticomunista por fe religiosa y más tarde, por adscripción
ideológico partidaria, es decir anticomunista aquí en la tierra como en el
cielo.
Si Ortíz parecía un nerd, seguramente esa pinta era lo que menos le importaba a este
hijo de médico prestigioso y respetable familia tradicional, y que entre 2008 y
2009 fue presidente del Senado durante el primer mandato de Evo Morales, cuando
el masismo afirmaba que había alcanzado el gobierno, pero que todavía no había
conquistado plenamente el poder. En ese momento representaba a Poder
Democrático y Social (PODEMOS) al que fue invitado por Jorge “Tuto” Quiroga,
que en 2005 había perdido las elecciones frente al MAS, y que llegaba de una
larga relación partidaria con Banzer en Acción Democrática Nacionalista (ADN)
formando binomio presidencial y a quién sucedió por muerte, producto de un
cáncer que acabó con el General.
El haber llegado a gerente de la Cámara
de Industria y Comercio (CAINCO) posicionó a Ortíz como a un nítido
representante de los Caballeros del Oriente, logia caracterizada por el
pragmatismo en sus acciones, que además controlaba la Cámara Agropecuaria del
Oriente (CAO), varios colegios profesionales,
y la Cooperativa de Telecomunicaciones de Santa Cruz (COTAS), envuelta
en escándalos de corrupción en el último lustro. Era la época en la que el gerente de CAINCO recibía un plus, --refuerzo
salarial le llamaríamos en castellano-- de todas las instituciones y empresas
afiliadas, lo que le permitía un ingreso anual de banquero transnacional.
Hasta aquí estaba claro que visto desde
una estrategia de marketing, Oscar Ortíz era un producto programado para un trayecto
reglamentario de ascenso religioso, económico y político, que supo diagramar
una agenda propia con el respaldo del gobernador Rubén Costas, quién lo convirtió
en hombre de confianza como asesor de asuntos institucionales, aunque se
hubiera equivocado desde la lógica del Consejo Nacional Democrático (CONALDE)
articulado por los gobernadores de la llamada Media Luna conformada por Santa
Cruz, Tarija, Beni y Pando, primero con el alargamiento de la Asamblea
Constituyente (2006-2008) y luego con la puesta en vigencia de la ley de
Revocatoria de Mandato que lo convirtió en “enemigo de Santa Cruz” según quienes
consideran que esa decisión generaría un impacto negativo en la agenda paralela
de poder que se había iniciado con el referéndum autonómico cruceño el 4 de
mayo de 2008, realizado por fuera del ordenamineto electoral boliviano.
Dicho y hecho, la ley del referéndum
revocatorio se materializó en una aplastante ratificación plebiscitaria el 10
de agosto de ese mismo 2008 que le valió al binomio Morales-García Linera el
67.43% de los votos, mientras que los gobernadores de La Paz, José Luis
Paredes, y de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, tuvieron que dejar sus cargos
producto de derrotas que oscilaron entre el 16 y el 29%.
Eran tiempos de polarización entre el
MAS que seguía camino hacia la concreción de una hegemonía política y de la
Media Luna sindicada de separatista-independentista que dió lugar a los
bullados casos de Terrorismo I y II, sostenidos por más de una década durante
la administración de Morales y que finalmente fueron cerrados durante el
régimen de facto presidido por Jeanine Añez, gobierno del que Ortíz sería
gestor y protagonista indiscutido.
Un
personaje sobrevaluado
A pesar de sus significativos traspiés, Rubén
Costas veía en Oscar Ortíz al operador ideal que representa intereses económico
empresariales, considerando sus habilidades como organizador de campañas y
administrador de agendas de medios en óptimas relaciones con televisoras como
Unitel. Costas no dubitó en romper acuerdos con Germán Antelo que representaba
a Nuevo Poder Ciudadano y era respetado miembro de la otra logia cruceña,
Toborochis. Al ex gobernador se lo conoce en los círculos influyentes cruceños
como a alguien que ha estado muchas veces dispuesto a no cumplir con su
palabra.
Ortíz ya nada tenía que ver con Tuto
Quiroga en 2009, y comenzó a trabajar con Samuel Doria Medina, mientras Costas
estructuraba a los “Verdes” que se convertirían en el Movimiento Demócrata
Social (MDS). A partir de ese momento, Ortíz dejaría un pie en occidente a
través de su relación con Unidad Nacional (UN) y pondría el otro en la
gobernación de Santa Cruz. Era el momento en que el vampirismo político del
gobernador invisibilizaría al mismísimo Germán Antelo y a otra figura del
movimiento cívico cruceño, Carlos Dabdoud, que alguna vez pensó y propuso una “Nación
Camba”.
El apabullante triunfo de Evo Morales en
las elecciones de 2009 (62%) daría lugar a la desaparición de la Media Luna, al
repliegue de actores como Oscar Ortíz a su cuartel regional para relanzarse en
2014 con la supuesta conformación de un frente amplio promovido por Doria
Medina, cosa que en los hechos nunca sucedió, articulándose otro artefacto que
con el nombre de Unidad Demócrata (UD) cobijó a los Verdes del MDS, UN y hasta
a facciones marginales del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR).
Rubén Costas es considerado “el epítome
de la sobrevivencia política” como gobernador de Santa Cruz. Sus principales
detractores hacen la siguiente comparación: Desde 1957 (conquista del 11% por
regalías), el departamento más extenso y económicamente más pujante del país
dispuso de 750 millones de dólares, esto es, durante casi cuatro décadas. Entre
2006 y 2021, es decir solamente en quince años, Costas dispuso de 2.600
millones de dólares, contexto en el que se lo acusa de haber transado una
agenda con el gobierno del MAS por debajo la mesa, mientras Oscar Ortíz se
erige, como se dice en clave de modismo , en “el mandado de la cruceñidad”.
El declive de la gestión de Costas
comenzaría a producirse cuando éste dejó de apoyar a los distintos gremios en
un escenario en el que continuó funcionando a fuerza de agrupaciones ciudadanas
sin características de estructuras partidarias orgánicas. En ese marco, Oscar
Ortíz es el último gran operador en un ámbito considerado por los más críticos
analistas cruceños, de promiscuidad política en la que no hay actores formales ni
reglas nítidas. Con la expiración de lo que algunos llaman “Rubenato”, se sabe
hoy que Santa Cruz ya no es más el departamento en el que todo se decide desde un
comité cívico, dos logias y tres cooperativas.
El departamento más grande del Estado
Plurinacional de Bolivia tiene hoy aproximadamente tres millones y medio de
habitantes con un alto grado de movilidad social y étnica, en el que personajes
que desde muy jóvenes creyeron en “Cristiandad”, ya no encajan en su lógica, ni
están a la altura de los nuevos desafíos. El
cabildo del 4 de octubre de 2019 señalaba el inicio de la carrera en las
preferencias de la clase media cruceña de Luis Fernando Camacho, hoy
gobernador, con el que generacionalmente, Ortíz no tienen mucho que ver. En ese
cabildo, la CAINCO y la CAO ya no tuvieron prácticamente incidencia alguna.
En todo ese recorrido de la mano de Tuto
primero, de la de Samuel más adelante, pero sobre todo del brazo derecho de
Rubén Costas, Oscar Ortíz desplegó una andadura en la que se las arregló para
acceder a la presidencia de la Unión de Partidos Latinoamericanos (UPLA), a la
Vicepresidencia de la Unión Democrática Internacional (IDU) y a convertirse en
miembro del Patronato de la Fundación Internacional para la Libertad, además de
haber promovido la creación de la Fundación Nueva Democracia. Ortíz mantiene
nexos con sectores conservadores de los Estados Unidos y con reductos
formativos españoles vinculados al Opus Dei
que “ayuda a encontrar a Cristo
en el trabajo, la vida familiar y el resto de actividades ordinarias”. Mejor
conectado que en estas condiciones, muy difícil.
Un
uso desenfrenado del poder
Wikipedia define al reaccionario como a
quien “es partidario de mantener los valores políticos, sociales y morales
tradicionales y se opone a reformas o cambios que representan progreso en la
sociedad.” La aplicación de esta
definición diría que Oscar Ortíz se ha distinguido por defender una
visión-acción excluyentes, en la que el conglomerado plurinacional boliviano no
figura como sujeto de sus desvelos y es en ese cuadrilátero electoral que
finalmente alcanzó la candidatura presidencial para las elecciones de 2019,
representando al Movimiento Demócrata Social (MDS) por el que Rubén Costas
sacaba pecho en tanto lo exhibía como un partido serio y orgánico “con
proyección nacional”.
A partir del momento en que Ortíz se
hizo presidenciable, apartando de en medio a Samuel Doria Medina, el más
perdedor de todos los candidatos perdedores frente al MAS, había que
replantearse la vida entera, por lo que sus asesores de imagen le aconsejaron
que archivara la cabellera postiza para sustituirla por un implante capilar que
le otorgaría un aire remozado con raíces de cuero cabelludo rejuvenecido. A
esas alturas, Ortíz lucía mejor y conforme iba avanzando su campaña, se animaba
a si mismo diciendo que subía y subía en las encuestas. El resultado obtenido
el 20 de octubre de 2019 fue lapidario: Alcanzó apenas el 4.24% de los votos a
nivel nacional, catástrofe porcentual amortiguada por la anulación de dichos
comicios por presunto fraude y que tuvo como consecuencia la caída del
presidente Evo Morales.
Había llegado la hora de ejecutar ágiles
movimientos para gestar una transición gubernamental a la medida de sus
expectativas y ambiciones, y es en ese escenario que Ortíz cometió la proeza,
junto a su colega senador Arturo Murillo, de fabricar en medio de la violencia
y el desconcierto nacional, la presidencia del Estado para su colega del Beni,
Jeanine Áñez. Si se considera que Áñez ya se había autoproclamado por
televisión el mismo 10 de noviembre y se ponía en ejecución el Plan B referido
por Doria Medina entre el 11 y 12 en reuniones en la Universidad Católica, la
verdad material dice que Oscar, Arturo y Jeanine armaron el triángulo perfecto
para violar el ordenamiento de la sucesión constitucional: Los demócratas se
habían hecho del poder en 48 horas a sabiendas de las consecuencias jurídico
legales por las que hoy debe responder, en primer lugar, la autoproclamada e
inconstitucional presidenta/candidata de la transición.
Ortíz continuó como Senador durante casi
la mitad del gobierno de facto, pero apenas iniciado éste, se perfiló como
pieza clave de la nueva maquinaria de poder, aunque se sabe que siempre apocado
por el temperamento arrasador de Murillo de quién se había hecho compinche
desde que fueran electos en 2014. Era el amigo sumiso del capo de la cuadra.
Orgulloso de sus tareas fiscalizadoras
contra hechos de corrupción del gobierno del MAS, alguno de ellos comprobado, Ortíz había investigado el manejo del Fondo
Indígena, CAMC y Gabriela Zapata, barcazas chinas, taladros en YPFB, y las
habituales prácticas de contratación directa. El 8 de mayo asumió el ministerio
de Desarrollo Productivo y exactamente dos meses después llegó al de Economía y
Finanzas Públicas. Desde allí continuaría enganchado en plan cacería junto a
sus colegas Murillo y Yerko Nuñez, Ministro de la Presidencia para acusar, por
ejemplo, al presidente del directorio de la empresa de seguros Pro Vida, Marcelo
Hurtado, de haber sacado del país 15 millones de dólares sin el conocimiento de
la autoridad en el rubro, sin que dicha acusación pudiera probarse en lo más
mínimo.
“He presentado una denuncia frente al
Ministerio de Economía, en la cual pido que se realice una investigación sobre
la transferencia que ha hecho la empresa Provida, de 15 millones de dólares, a
un banco en Estados Unidos; 15 millones de dólares que corresponden a los
seguros previsionales que forman parte del seguro” afirmó Ortíz el 15 de enero
de 2019 cuando todavía era Senador.
Según responde el acusado Hurtado, se trata de
una falsedad que lo ha decidido a procesar penalmente a Ortíz . En buenas
cuentas, a Hurtado, que además forma
parte de la estructura propietaria de las televisoras ATB y PAT, le montaron un
caso que lo despachó durante nueve meses al Penal de San Pedro por el que en
primera instancia le pidieron 3 millones de dólares para dejarlo en paz y luego
le rebajaron el monto a la mitad. No cedió ante las presiones. Este fue el modus operandi con el que el gobierno
que fabricó Ortíz junto a Murillo se dedicó a perseguir, criminalizar,
encarcelar y extorsionar.
¿Winner
o loser?
“La virtud de Oscar es la moderacíón”
dice alguien que lo percibe desde la buena fe. ¿Sabrá el ex senador, ex
ministro, despedido del gabinete de Áñez el día de su cumpleaños (28 de
septiembre de 2020) si su contabilidad diaria lo da como ganador o perdedor? En
la actualidad, luego de haber renunciado
como militante de los Demócratas, conduce el streaming “Oscar Ortíz de frente”.
En su última emisión se refirió al “Estado corrosivo”.
Quienes conocen muy bien a Ortíz, dicen
que no le interesan las audiencias nacionales. Lo que busca es sostener su
prestigio más allá de nuestras fronteras, donde no se conoce su carrera hacia
el poder. Donde no saben que por ahora ha dejado la política, luego del
estruendoso fracaso del transitorio gobierno de facto, obra de su creación.
(*)La Asamblea de la Cruceñidad es la instancia suprema de decisión conformada por el Comité Cívico Pro Santa Cruz, el Comité Cívico Femenino y la Unión Juvenil Cruceñista. También participan directores y delegados de cada sector institucional, así como los presidentes de las instituciones provinciales y sub-comités.
MEMORIA Y ARCHIVO
La Razón inicia hoy la publicación de una serie de artículos relacionados con el poder y los medios de comunicación en Bolivia. El periodista Julio Peñaloza Bretel investiga trayectorias de la esfera política con peso específico, así como las relaciones complejas y conflictivas entre personalidades públicas y la estructura mediática urbana dominante en el país. La base de esta propuesta está inspirada en la necesidad de acudir a la memoria para combatir el olvido y el desconocimiento.
Publicado en La Razón el 06 de junio
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