1.Bolivia tendrá nueva Constitución Política del Estado a partir de fin de año.
2.La pugna entre el MAS, empeñado en construír hegemonía política, y el Comité Cívico Pro Santa Cruz, en utilizar la Autonomía Departamental para instaurar una republiqueta, está en sus inicios. Será una lucha que le demandará al país por lo menos dos décadas.
3.Con la nueva Carta Magna, Evo Morales accederá a la reelección y gobernará por lo menos diez años contínuos. La duda está en si el proyecto masista comenzará y terminará con la figura y el liderazgo del Presidente, o será capaz de preparar a los posibles relevos que le garanticen la reproducción del poder.
4. Bolivia será un país plurinacional unitario y comunitario. Se diferenciarán con nitidez las categorías de pueblos indígenas y naciones indígenas. En ese marco, los recursos naturales, la tierra y el territorio nunca más serán materias de devastadora negociación mercantil, conforme lo indica el convenio 169 de la OIT y las nuevas disposiciones legales que le confieren a los propietarios ancestrales de nuestros suelos, el derecho a opinar y a beneficiarse por lo que en ellos pueda producirse.
5. Bolivia no será jamás una nación totalitaria porque su diversidad étnico cultural por una parte y sus fuerzas productivas por otra coexistiran en pugna y conflictividad contínua, sin que una aniquile a la otra en tanto eso significaría la pulverización del Estado, el mercado y la sociedad, tres componentes por igual de fundamentales en el funcionamiento de un país inserto en la comunidad internacional.
6. La pervivencia de Bolivia como país, seguirá dependiendo, en gran medida, de la mantención de su sociedad estratégica a largo plazo, en primer lugar con Brasil, luego con Argentina y también con Estados Unidos. Venezuela seguirá siendo una nación benefactora y asistencialista del gobierno del MAS mientras Hugo Chávez siga creyendo que la bolivarianidad del siglo XIX puede construirse en el siglo XXI.
7. Los índices de pobreza, desnutrición, analfabetismo, falta de competitividad empresarial e insuficiencia en la cualificación de los recursos humanos irán disminuyendo muy lentamente, pero para superar uno de los sitiales inferiores en la tabla de posiciones de América Latina, serán necesarios por lo menos cincuenta años y esto rompiendo con la lógica de poner todos los huevos en una sola canasta, sino construyendo las condiciones para generar nuevas canastas que hagan de la nuestra una economía diversificada de materias primas, industrialización nacional y estímulo a las inversiones extranjeras(que el Mutún con la Jindal se conviertan en un punto de inflexión).
8.Así imagino la ruta por la que Bolivia debe enfilar. En realidad hablo del país que tendremos a partir de una expresión de deseos. Otra cosa es que la miopía y el cortoplacismo sigan imponiéndose para que continuemos en una perniciosa mediocridad que debiera romperse con furia y profundo sentido de liberación.
9. Finalmente esto podrá comenzar a verificarse en la realidad el día en que Evo aprenda a conducir la nave del Estado y no sólo a liderizar agitando la complejidad simbólica en que nos desenvolvemos cotidianamente.
martes, 31 de julio de 2007
viernes, 27 de julio de 2007
Los indios ahora salen en la tele
Recuerdo que hace tres décadas, cuando acompañaba al mercado Rodríguez de La Paz a mi madre, los indios eran los cargadores de nuestras compras, las cholas, las vendedoras de las verduras,las frutas, las carnes y los enlatados y las otras cholas nuestras cocineras y nuestras niñeras.
Para lo demás, cuando no recordábamos con un mínimo de agradecimiento los servicios de nuestras "sirvientas", los indios eran los malolientes de los micros, los moterosos que hablaban mal el castellano, los resentidos que siempre nos envidiaron porque nosotros eramos blancos, perfumados, pero sobre todo decentes.
Hasta que llegó el día en que Felipe Quispe, "El Mallku" nos refregara en nuestras caras pálidas que el luchaba "para que mi hija no sea tu empleada" a lo que ya agregué en un artículo publicado en "El juguete rabioso" para que no sigan durmiendo en esos cuartitos que parecen ratoneras y que diseñan los arquitectos bien formados en Europa, Estados Unidos y las universidades nacionales, esos arquitectos de la propiedad horizontal que hacen un dormitorio "en suite" de 25 metros cuadrados y otro de 2 por 2 para las cholas que se levantan con las primeras luces del día a comprarnos la marraqueta y el diario, y terminan la jornada después de dejar la cocina brillando hasta la última cucharilla.
Todo este recuerdo me lleva la sangre a la cabeza, peor cuando tachamos de "resentidos" a estos hombres y a estas mujeres que hace algunos años ya son visibles en la televisión, en la radio, y en general en el espectro público "moderno", comenzando por las trabajadoras del hogar --no les llamamos más "sirvientas"-- que han podido conquistar derechos en la legislación laboral.
Esa visibilización, dicho sea con énfasis, ha dejado de circunscribirse, por otra parte, a la mirada exótica o folklórica ensayada a través de las lentes de camarógrafos y fotógrafos conmovidos con estos seres oscos, herméticos, impenetrables (tierras altas), o risueños y lánguidos (tierras bajas).
Hoy en el Coliseo Jorge Revilla de Sucre pude ver a cinco mil indígenas y campesinos, hombres y mujeres, reunidos durante ocho horas luego de marchar por las calles céntricas de la capital de la República, para reafirmar sus demandas históricas en la Asamblea Constituyente.
Estado Plurinacional Unitario y Comunitario y Autonomías Indígenas piden estos indias e indios que siguen trabajando en nuestras casas, pero que ahora, muchos de ellos, salen a comer con nosotros a cualquier restaurant y se sientan en nuestra mesa o miran las noticias también con nosotros en nuestras cómodas habitaciones. El racismo persiste, pero hemos avanzado muchísimo, hemos avanzado tanto que ya no es un problema darle un beso en la mejilla a una originaria del Norte de Potosí a la hora del saludo o llamarla por celular para pedirle una entrevista. Muchos, genuinanemte, han sabido superar el asco y aceptar que estos descendientes precolombinos tienen la misma cantidad de huesos que el resto de los seres humanos.
Estos últimos datos indican que la lucha va a ser larga todavìa, difícil, sacrificada, tediosa, pero tendrá que ser indetenible hasta el día en que hayan escuelas, colegios y universidades para los ciudadanos de los pueblos indígenas que nos permitan la multiplicación de profesionales que ya no necesiten el apoyo de los técnicos y los especialistas de occidente, que nos sigan teniendo como aliados, pero que dejemos de ser indispensables.
He aprendido muchísimo en estos últimos seis meses, trabajando un número sobre Bolivia de la revista "Asuntos Indígenas" y editando para nuestro país el informe "El mundo indígena 2007", y para ello, repito, no necesito ser fundamentalista o indigenista, basta con que tenga la voluntad y la lucidez para trabajar con la gente que necesita de nuestro cariño, solidaridad y capacidad, sin asquerosos paternalismos (lease Carlos Mesa) y sin falsas poses de humanitarismo incondicional (lease, otra vez, Carlos Mesa).
Para lo demás, cuando no recordábamos con un mínimo de agradecimiento los servicios de nuestras "sirvientas", los indios eran los malolientes de los micros, los moterosos que hablaban mal el castellano, los resentidos que siempre nos envidiaron porque nosotros eramos blancos, perfumados, pero sobre todo decentes.
Hasta que llegó el día en que Felipe Quispe, "El Mallku" nos refregara en nuestras caras pálidas que el luchaba "para que mi hija no sea tu empleada" a lo que ya agregué en un artículo publicado en "El juguete rabioso" para que no sigan durmiendo en esos cuartitos que parecen ratoneras y que diseñan los arquitectos bien formados en Europa, Estados Unidos y las universidades nacionales, esos arquitectos de la propiedad horizontal que hacen un dormitorio "en suite" de 25 metros cuadrados y otro de 2 por 2 para las cholas que se levantan con las primeras luces del día a comprarnos la marraqueta y el diario, y terminan la jornada después de dejar la cocina brillando hasta la última cucharilla.
Todo este recuerdo me lleva la sangre a la cabeza, peor cuando tachamos de "resentidos" a estos hombres y a estas mujeres que hace algunos años ya son visibles en la televisión, en la radio, y en general en el espectro público "moderno", comenzando por las trabajadoras del hogar --no les llamamos más "sirvientas"-- que han podido conquistar derechos en la legislación laboral.
Esa visibilización, dicho sea con énfasis, ha dejado de circunscribirse, por otra parte, a la mirada exótica o folklórica ensayada a través de las lentes de camarógrafos y fotógrafos conmovidos con estos seres oscos, herméticos, impenetrables (tierras altas), o risueños y lánguidos (tierras bajas).
Hoy en el Coliseo Jorge Revilla de Sucre pude ver a cinco mil indígenas y campesinos, hombres y mujeres, reunidos durante ocho horas luego de marchar por las calles céntricas de la capital de la República, para reafirmar sus demandas históricas en la Asamblea Constituyente.
Estado Plurinacional Unitario y Comunitario y Autonomías Indígenas piden estos indias e indios que siguen trabajando en nuestras casas, pero que ahora, muchos de ellos, salen a comer con nosotros a cualquier restaurant y se sientan en nuestra mesa o miran las noticias también con nosotros en nuestras cómodas habitaciones. El racismo persiste, pero hemos avanzado muchísimo, hemos avanzado tanto que ya no es un problema darle un beso en la mejilla a una originaria del Norte de Potosí a la hora del saludo o llamarla por celular para pedirle una entrevista. Muchos, genuinanemte, han sabido superar el asco y aceptar que estos descendientes precolombinos tienen la misma cantidad de huesos que el resto de los seres humanos.
Estos últimos datos indican que la lucha va a ser larga todavìa, difícil, sacrificada, tediosa, pero tendrá que ser indetenible hasta el día en que hayan escuelas, colegios y universidades para los ciudadanos de los pueblos indígenas que nos permitan la multiplicación de profesionales que ya no necesiten el apoyo de los técnicos y los especialistas de occidente, que nos sigan teniendo como aliados, pero que dejemos de ser indispensables.
He aprendido muchísimo en estos últimos seis meses, trabajando un número sobre Bolivia de la revista "Asuntos Indígenas" y editando para nuestro país el informe "El mundo indígena 2007", y para ello, repito, no necesito ser fundamentalista o indigenista, basta con que tenga la voluntad y la lucidez para trabajar con la gente que necesita de nuestro cariño, solidaridad y capacidad, sin asquerosos paternalismos (lease Carlos Mesa) y sin falsas poses de humanitarismo incondicional (lease, otra vez, Carlos Mesa).
lunes, 23 de julio de 2007
En el extremo de lo simplón
La ingenuidad chuquisaqueña y el vigor combativo del indigenismo paceño han puesto en evidencia quiénes son las marionetas y quiénes mueven los hilos.
Se trata de la vieja pugna entre el poder económico esencialmente concentrado en Santa Cruz y representado por el civismo del Comité y el poder político en construcción del MAS que camina hacia la proyección y consolidación definitivas de su líder Evo Morales.
Los sucrenses se han convertido en las marionetas del autonomismo departamental y los dos millones de paceños instalados en las avenidas Juan Pablo II, 6 de Marzo y la Autopista han reafirmado que en la sede de gobierno hay tradición política, hay experiencia de lucha y finalmente, necesidad de afirmación regional. Si Santa Cruz hace cabildos por la patria chica, nosotros los duplicamos, piensan ahora los chucutas.
El cabildo no era del MAS, pero indirectamente podría serlo, si pensamos en cuáles son los porcentajes que la sede de gobierno, El Alto y las veinte provincias que le permitieron a Evo el triunfo contundente del 18 de diciembre de 2005 con el 53.7 por ciento del electorado. De esos probables dos millones de ciudadanos se podría hacer un cálculo de cuántos votaron por la propuesta del ahora partido gobernante.
A Santa Cruz le interesa un cacahuate si la sede está en La Paz o Sucre. Con su respaldo a la capital histórica cree que erosionará la preeminencia masista en todas las esferas políticas formales, sin advertir que podría estar cabando su tumba en caso de que la Asamblea naufrague porque tal cosa significaría, también, tirar por la borda la decisión del referendum por autonomías departamentales, lo que le daría al MAS la opción de agudizar las contradicciones, ajustando las tuercas en favor de un centralismo peor del que hasta hoy tenemos.
El cabildeo y la política en las calles no tienen soporte legal e institucional, pero si un efecto rotundo en el inconciente colectivo. Una cosa es la gente acudiendo a votar ordenadamente un domingo de elecciones generales, y otra contar con esa gente haciendo masa compacta, construyendo muchedumbre, profiriendo consignas fuertes como "la sede no se mueve", "la sede sí se mueve", "señores de la media luna no nos provoquen, van a despertar al león", o "autonomía carajo".
Hay un remezón en el intestino grueso de la democracia. La gente habla, conversa, discute, debate y camina kilómetros para opinar con bandera o pancarta en mano.
Lo que la gente todavía no lee es que de estas expresiones nace la instrumentalización política y que tanto Sucre como La Paz están siendo digitadas por dos visiones de país y del mundo, la una conservadora, profundamente reaccionaria; y la otra con la imposibilidad de convertirse, por lo menos por ahora, en un proyecto liberado de las prácticas sindicales, de la torpeza para hacer gestión pública y de la desigualdad de intereses y motivaciones en el mismo seno del MAS, ese ente poliforme que tiene una gran cabeza, pero cada vez más, muchas pequeñas cabezas.
Se trata de la vieja pugna entre el poder económico esencialmente concentrado en Santa Cruz y representado por el civismo del Comité y el poder político en construcción del MAS que camina hacia la proyección y consolidación definitivas de su líder Evo Morales.
Los sucrenses se han convertido en las marionetas del autonomismo departamental y los dos millones de paceños instalados en las avenidas Juan Pablo II, 6 de Marzo y la Autopista han reafirmado que en la sede de gobierno hay tradición política, hay experiencia de lucha y finalmente, necesidad de afirmación regional. Si Santa Cruz hace cabildos por la patria chica, nosotros los duplicamos, piensan ahora los chucutas.
El cabildo no era del MAS, pero indirectamente podría serlo, si pensamos en cuáles son los porcentajes que la sede de gobierno, El Alto y las veinte provincias que le permitieron a Evo el triunfo contundente del 18 de diciembre de 2005 con el 53.7 por ciento del electorado. De esos probables dos millones de ciudadanos se podría hacer un cálculo de cuántos votaron por la propuesta del ahora partido gobernante.
A Santa Cruz le interesa un cacahuate si la sede está en La Paz o Sucre. Con su respaldo a la capital histórica cree que erosionará la preeminencia masista en todas las esferas políticas formales, sin advertir que podría estar cabando su tumba en caso de que la Asamblea naufrague porque tal cosa significaría, también, tirar por la borda la decisión del referendum por autonomías departamentales, lo que le daría al MAS la opción de agudizar las contradicciones, ajustando las tuercas en favor de un centralismo peor del que hasta hoy tenemos.
El cabildeo y la política en las calles no tienen soporte legal e institucional, pero si un efecto rotundo en el inconciente colectivo. Una cosa es la gente acudiendo a votar ordenadamente un domingo de elecciones generales, y otra contar con esa gente haciendo masa compacta, construyendo muchedumbre, profiriendo consignas fuertes como "la sede no se mueve", "la sede sí se mueve", "señores de la media luna no nos provoquen, van a despertar al león", o "autonomía carajo".
Hay un remezón en el intestino grueso de la democracia. La gente habla, conversa, discute, debate y camina kilómetros para opinar con bandera o pancarta en mano.
Lo que la gente todavía no lee es que de estas expresiones nace la instrumentalización política y que tanto Sucre como La Paz están siendo digitadas por dos visiones de país y del mundo, la una conservadora, profundamente reaccionaria; y la otra con la imposibilidad de convertirse, por lo menos por ahora, en un proyecto liberado de las prácticas sindicales, de la torpeza para hacer gestión pública y de la desigualdad de intereses y motivaciones en el mismo seno del MAS, ese ente poliforme que tiene una gran cabeza, pero cada vez más, muchas pequeñas cabezas.
martes, 17 de julio de 2007
¿Indigenista yo?
Hace algunas semanas llamé por teléfono a mi amigo Fernando Mayorga con el malvado afán de "celebrarle" el nuevo trofeo de Boquita para sus vitrinas. Fernando que es un gashina (hincha de River) convencido, pasó a otro tema como era de esperarse diciéndome que "me había vuelto más indigenista que García Linera."
Bromas aparte, esto me produjo una reflexión que en alguna medida fue completada con los criterios expresados por Javier Sanjinés al diario La Razón de La Paz en la edición de hoy 17 de julio. A propósito de su libro sobre el mestizaje, el intelectual afirma que la izquierda ya no lideriza las transformaciones, y que los intelectuales se han ubicado en el rol de acompañar a los auténticos actores de los movimientos sociales.
Este muy claro reconocimiento de cuál debe ser el rol de intelectuales orgánicos, inorgánicos y otras hierbas me sirve para salir al paso afirmando que ningún cartel que quieran colgarme para ponerme una etiqueta militante servirá luego de haber toreado en tantas plazas. No me interesa salir en foto alguna, me interesa que se registren fotografías de esos que poco a poco comienzan a ser bolivianos en las entrañas de Moxos, la Chiquitanía o Guarayos.
Me dijeron maclinista, adenista, banzerista, movimientista, chulupista y tantas cosas más. Es verdad que trabajé con cuatro ministros de Estado, uno perteneciente al gobierno de Jaime Paz Zamora (Ronald MacLean) y tres del primer gobierno de Sánchez de Lozada (Sánchez Berzaín, Canelas y Anaya). En los dos casos fuí director general, funcionario público del gobierno y sumadas ambas experiencias trabajé en el ámbito gubernamental dos años: 1992 a 1993 y 1996 a 1997. Todo esto sin jamás ligarme partidariamente a ninguna de las tiendas oficialistas de entonces.
Como ahora hay una ola etnicista que le produce desvaríos a García Linera cada vez que se emponcha de rojo, vale la oportunidad para intentar clasificaciones a quienes desde distintas esquinas especializadas trabajamos en la divulgación de las distintas temáticas relacionadas con las naciones y pueblos indígenas de Bolivia, cosa que en mi caso, se inició en 2002 con el programa televisivo "El Pentágono".
No soy indigenista Fernando. Menos katarista y ramas afines. Soy una mescolanza croata, franchuta y española. Lo que sí soy es un convencido de reconocer sin militancia fanática la necesidad de ayudar a difundir la palabra de quienes están ejerciendola plenamente hoy, y sobre todo, de aquellos vulnerables a las agresiones forajidas del fascismo santacruceño.
No soy indigenista y además tu lo sabes perfectamente, porque máximo, aparte de bostero, soy estronguista, hincha futbolero igual de sufridor que tú, seguramente apesadumbrado por la mala hora que vive tu querido Aurora.
Bromas aparte, esto me produjo una reflexión que en alguna medida fue completada con los criterios expresados por Javier Sanjinés al diario La Razón de La Paz en la edición de hoy 17 de julio. A propósito de su libro sobre el mestizaje, el intelectual afirma que la izquierda ya no lideriza las transformaciones, y que los intelectuales se han ubicado en el rol de acompañar a los auténticos actores de los movimientos sociales.
Este muy claro reconocimiento de cuál debe ser el rol de intelectuales orgánicos, inorgánicos y otras hierbas me sirve para salir al paso afirmando que ningún cartel que quieran colgarme para ponerme una etiqueta militante servirá luego de haber toreado en tantas plazas. No me interesa salir en foto alguna, me interesa que se registren fotografías de esos que poco a poco comienzan a ser bolivianos en las entrañas de Moxos, la Chiquitanía o Guarayos.
Me dijeron maclinista, adenista, banzerista, movimientista, chulupista y tantas cosas más. Es verdad que trabajé con cuatro ministros de Estado, uno perteneciente al gobierno de Jaime Paz Zamora (Ronald MacLean) y tres del primer gobierno de Sánchez de Lozada (Sánchez Berzaín, Canelas y Anaya). En los dos casos fuí director general, funcionario público del gobierno y sumadas ambas experiencias trabajé en el ámbito gubernamental dos años: 1992 a 1993 y 1996 a 1997. Todo esto sin jamás ligarme partidariamente a ninguna de las tiendas oficialistas de entonces.
Como ahora hay una ola etnicista que le produce desvaríos a García Linera cada vez que se emponcha de rojo, vale la oportunidad para intentar clasificaciones a quienes desde distintas esquinas especializadas trabajamos en la divulgación de las distintas temáticas relacionadas con las naciones y pueblos indígenas de Bolivia, cosa que en mi caso, se inició en 2002 con el programa televisivo "El Pentágono".
No soy indigenista Fernando. Menos katarista y ramas afines. Soy una mescolanza croata, franchuta y española. Lo que sí soy es un convencido de reconocer sin militancia fanática la necesidad de ayudar a difundir la palabra de quienes están ejerciendola plenamente hoy, y sobre todo, de aquellos vulnerables a las agresiones forajidas del fascismo santacruceño.
No soy indigenista y además tu lo sabes perfectamente, porque máximo, aparte de bostero, soy estronguista, hincha futbolero igual de sufridor que tú, seguramente apesadumbrado por la mala hora que vive tu querido Aurora.
domingo, 15 de julio de 2007
¿Quiénes son los arcaicos?
Con el objeto de impugnar el retorno de los territorios a sus ocupantes originarios, a los pueblos indígenas bolivianos se los califica desde alguna tribuna de élite, como arcaicos, primitivos, nostálgicos de un pasado al cual es imposible retornar.
Estas observaciones se dirigen especialmente a cuestionar la cosmovisión aymara que tiene como eje la percepción de que el futuro está en el pasado, que construír lo que venga pasa necesariamente por recuperar unas prácticas de hace siglos y que se han transmitido a través de la oralidad y a la fuerte defensa de usos y permanente reinvención de costumbres.
Si uno se interna en las heladas y altas tierras altiplánicas, si uno observa un ritual en Omasuyos o en Pacajes, podría pensar que esto es cierto, que los indígenas del occidente del país son unos retrogrados, ombliguistas, incapaces y renuentes a integrarse al mundo total, marcado por las coordenadas globales de los centros de poder cultural y mercantil.
Ese tema se debate constantemente en distintas esferas y con distintos grados de intensidad, pero a propósito de retrogrados y afines, ¿podríamos también, con esta lógica, calificar de arcaicos a los empresarios cruceños que persiguen autonomía departamental para mantener intactos sus circuitos de influencia y de dominio? ¿No será nada más que una operación marketera hacernos creer que los agroindustriales, ganaderos y afines son unos señores muy modernos que quieren edificar una burguesía fuerte con alto sentido nacional?
Si los aymaras, y en general los indígenas mayoritarios del altiplano son unos regresionistas, creo que los abanderados del corporativismo presidido por Branko Marinkovic tienen una mentalidad peor de retrograda con ese discurso medieval a través del que no hay duda que en el inconciente colectivo de estos dueños, está alojado un sentido atroz de la propiedad: la tierra, sus recursos naturales, sus hombres, mujeres y niños. Es decir, la explotación de la riqueza a cargo de los peones de siempre.
¿Qué es peor entonces, el profundo y ancestral apego al comunitarismo de la Pachamama o este despiadado juego cotidiano de estos terratenientes que manejan 4 por 4, toman wisky, se meten alguna que otra línea de cocaína y alguna vez levantaron un travesti en las oscuras calles aledañas a la plaza 24 de septiembre resguardados por sus ventanillas polarizadas?
No hay duda: Estos que fueron a universidades estadounidenses, que vacacionan en Miami, que van de putas cuando sus mujeres viajan a los spas de los centros mundiales, estos son los verdaderos arcaicos de espíritu, tipos sin educación sentimental, sin nutrientes culturales que vayan más allá de la joda de viernes, y por lo tanto incapaces de leer las fuentes que explican y justifican los discursos reivindicadores de Moxos, Chiquitos, Guarayos o el Chaco.
Así se explica que Branko haya alambrado la Laguna Corazón que es originalmente una propiedad colectiva y ahora se ha convertido en el lugar de remanso de una familia que seguramente se viene dando el lujo de contemplar los atardeceres bien resguardada por paramilitares y mastines que impiden que los guarayos se acerquen con las malvadas pretensiones de avasallar tan bonito y bien decorado lugar. Qué modernidad: Una reserva natural apropiada por una familia de inmigrantes europeos.
Si Marinkovic lo hubiera considerado necesario, en lugar de alambres, hubiera puesto una muralla y esta es en buenas cuentas la atroz realidad de Bolivia, la de unos gamonales estacionados subconcientemente en el siglo XV o XVI y que por supuesto, cuando salen de Bolivia van a los tiendas por departamentos o a los supermercados, y muy dificilmente a los museos de historia.
Y esta es la realidad atroz que hay que cambiar en los próximos cien años. Con paciencia, madurez, claridad política y sin usar las mismas armas empuñadas por los fascinerosos grupos de choque de la Unión Juvenil Cruceñista, brazo tonto y útil de los ricachos incultos y ordinarios del Comité Cívico Pro Santa Cruz. Con las armas del pensamiento, la creatividad, el trabajo y las convicciones jamás sepultadas por ninguna arremetida colonial.
Estas observaciones se dirigen especialmente a cuestionar la cosmovisión aymara que tiene como eje la percepción de que el futuro está en el pasado, que construír lo que venga pasa necesariamente por recuperar unas prácticas de hace siglos y que se han transmitido a través de la oralidad y a la fuerte defensa de usos y permanente reinvención de costumbres.
Si uno se interna en las heladas y altas tierras altiplánicas, si uno observa un ritual en Omasuyos o en Pacajes, podría pensar que esto es cierto, que los indígenas del occidente del país son unos retrogrados, ombliguistas, incapaces y renuentes a integrarse al mundo total, marcado por las coordenadas globales de los centros de poder cultural y mercantil.
Ese tema se debate constantemente en distintas esferas y con distintos grados de intensidad, pero a propósito de retrogrados y afines, ¿podríamos también, con esta lógica, calificar de arcaicos a los empresarios cruceños que persiguen autonomía departamental para mantener intactos sus circuitos de influencia y de dominio? ¿No será nada más que una operación marketera hacernos creer que los agroindustriales, ganaderos y afines son unos señores muy modernos que quieren edificar una burguesía fuerte con alto sentido nacional?
Si los aymaras, y en general los indígenas mayoritarios del altiplano son unos regresionistas, creo que los abanderados del corporativismo presidido por Branko Marinkovic tienen una mentalidad peor de retrograda con ese discurso medieval a través del que no hay duda que en el inconciente colectivo de estos dueños, está alojado un sentido atroz de la propiedad: la tierra, sus recursos naturales, sus hombres, mujeres y niños. Es decir, la explotación de la riqueza a cargo de los peones de siempre.
¿Qué es peor entonces, el profundo y ancestral apego al comunitarismo de la Pachamama o este despiadado juego cotidiano de estos terratenientes que manejan 4 por 4, toman wisky, se meten alguna que otra línea de cocaína y alguna vez levantaron un travesti en las oscuras calles aledañas a la plaza 24 de septiembre resguardados por sus ventanillas polarizadas?
No hay duda: Estos que fueron a universidades estadounidenses, que vacacionan en Miami, que van de putas cuando sus mujeres viajan a los spas de los centros mundiales, estos son los verdaderos arcaicos de espíritu, tipos sin educación sentimental, sin nutrientes culturales que vayan más allá de la joda de viernes, y por lo tanto incapaces de leer las fuentes que explican y justifican los discursos reivindicadores de Moxos, Chiquitos, Guarayos o el Chaco.
Así se explica que Branko haya alambrado la Laguna Corazón que es originalmente una propiedad colectiva y ahora se ha convertido en el lugar de remanso de una familia que seguramente se viene dando el lujo de contemplar los atardeceres bien resguardada por paramilitares y mastines que impiden que los guarayos se acerquen con las malvadas pretensiones de avasallar tan bonito y bien decorado lugar. Qué modernidad: Una reserva natural apropiada por una familia de inmigrantes europeos.
Si Marinkovic lo hubiera considerado necesario, en lugar de alambres, hubiera puesto una muralla y esta es en buenas cuentas la atroz realidad de Bolivia, la de unos gamonales estacionados subconcientemente en el siglo XV o XVI y que por supuesto, cuando salen de Bolivia van a los tiendas por departamentos o a los supermercados, y muy dificilmente a los museos de historia.
Y esta es la realidad atroz que hay que cambiar en los próximos cien años. Con paciencia, madurez, claridad política y sin usar las mismas armas empuñadas por los fascinerosos grupos de choque de la Unión Juvenil Cruceñista, brazo tonto y útil de los ricachos incultos y ordinarios del Comité Cívico Pro Santa Cruz. Con las armas del pensamiento, la creatividad, el trabajo y las convicciones jamás sepultadas por ninguna arremetida colonial.
domingo, 1 de julio de 2007
Santiago querido
Santiago cumple hoy 13 años. Es un obsesivo del sonido, de la música. Ama las artes y la fantasía. Desde muy chico gustaba del cine en pantalla grande como en los tiempos de nuestros abuelos, padres y hasta nosotros mismos. Tiene la colección casi completa de ese talentoso llamado Tim Burton, casi todo Les luthiers, cosa que me sorprende y admira en épocas de humor facilón, nada sutil y casi siempre manoseador del sexo barato para hacer reír.
Santiago es un tipo algo jodido que a veces piensa que el mundo debe girar a su alrededor, pero está aprendiendo lo contrario, que uno tiene que subirse al mundo con esfuerzo, dedicación, responsabilidad y a veces con orden si se quiere sobrevivir
en esta selva de civilizados maniáticos del dinero.
Santiago es la influencia para que a mi programa de radio lo haya bautizado con "Cable a tierra", la desgarradora canción de Fito Páez que dice "si estas entre volver y no volver/si ya metiste demasiado en tu nariz/tirate un cable a tierra". Paseo con mi entrañable hijo por las calles del Sur de La Paz, y también por el Norte, por la Santa Cruz, la Illampu y la Sagarnaga. Es un compañero con el que uno camina feliz con esa su cabellera a lo Jim Morrison y esas gafas tan parecidas a las que utilizaba Charly García cuando todavía no estaba tan loco.
Gracias a él conozco a "Green day", System of a down", "Linkin park", "Good Charlot" que son bandas para gente muy joven como él. Compartimos algunas buenas canciones de "Red hot chili peppers", es decir nos encontramos en el camino intermedio y cuando ls pregunto por los Stones, los Beatles y otros fundadores de la religión rockera no se entusiasma mucho.
En el sitio que sí nos encontramos y que es territorio común es en nuestro gusto por el Barock (el Buenos Aires Rock) en el que confluyen el enorme flaco Spinetta, Charly, Fito y en algunas cosas esa gran voz que es la de Gustavo Cerati y que tiene una canción que me emociona y se titula "Otra piel."
Con Santiago cultivo todos los días el cariño. Es probablemente el hijo más mimado de todos los que tengo (a todos los amo con la misma intensidad, por si acaso), pero este Santi es mucho Santi porque con él se renueva cotidianamente el valor de la carcajada.
Santiago es un tipo algo jodido que a veces piensa que el mundo debe girar a su alrededor, pero está aprendiendo lo contrario, que uno tiene que subirse al mundo con esfuerzo, dedicación, responsabilidad y a veces con orden si se quiere sobrevivir
en esta selva de civilizados maniáticos del dinero.
Santiago es la influencia para que a mi programa de radio lo haya bautizado con "Cable a tierra", la desgarradora canción de Fito Páez que dice "si estas entre volver y no volver/si ya metiste demasiado en tu nariz/tirate un cable a tierra". Paseo con mi entrañable hijo por las calles del Sur de La Paz, y también por el Norte, por la Santa Cruz, la Illampu y la Sagarnaga. Es un compañero con el que uno camina feliz con esa su cabellera a lo Jim Morrison y esas gafas tan parecidas a las que utilizaba Charly García cuando todavía no estaba tan loco.
Gracias a él conozco a "Green day", System of a down", "Linkin park", "Good Charlot" que son bandas para gente muy joven como él. Compartimos algunas buenas canciones de "Red hot chili peppers", es decir nos encontramos en el camino intermedio y cuando ls pregunto por los Stones, los Beatles y otros fundadores de la religión rockera no se entusiasma mucho.
En el sitio que sí nos encontramos y que es territorio común es en nuestro gusto por el Barock (el Buenos Aires Rock) en el que confluyen el enorme flaco Spinetta, Charly, Fito y en algunas cosas esa gran voz que es la de Gustavo Cerati y que tiene una canción que me emociona y se titula "Otra piel."
Con Santiago cultivo todos los días el cariño. Es probablemente el hijo más mimado de todos los que tengo (a todos los amo con la misma intensidad, por si acaso), pero este Santi es mucho Santi porque con él se renueva cotidianamente el valor de la carcajada.
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