Hace algunas semanas llamé por teléfono a mi amigo Fernando Mayorga con el malvado afán de "celebrarle" el nuevo trofeo de Boquita para sus vitrinas. Fernando que es un gashina (hincha de River) convencido, pasó a otro tema como era de esperarse diciéndome que "me había vuelto más indigenista que García Linera."
Bromas aparte, esto me produjo una reflexión que en alguna medida fue completada con los criterios expresados por Javier Sanjinés al diario La Razón de La Paz en la edición de hoy 17 de julio. A propósito de su libro sobre el mestizaje, el intelectual afirma que la izquierda ya no lideriza las transformaciones, y que los intelectuales se han ubicado en el rol de acompañar a los auténticos actores de los movimientos sociales.
Este muy claro reconocimiento de cuál debe ser el rol de intelectuales orgánicos, inorgánicos y otras hierbas me sirve para salir al paso afirmando que ningún cartel que quieran colgarme para ponerme una etiqueta militante servirá luego de haber toreado en tantas plazas. No me interesa salir en foto alguna, me interesa que se registren fotografías de esos que poco a poco comienzan a ser bolivianos en las entrañas de Moxos, la Chiquitanía o Guarayos.
Me dijeron maclinista, adenista, banzerista, movimientista, chulupista y tantas cosas más. Es verdad que trabajé con cuatro ministros de Estado, uno perteneciente al gobierno de Jaime Paz Zamora (Ronald MacLean) y tres del primer gobierno de Sánchez de Lozada (Sánchez Berzaín, Canelas y Anaya). En los dos casos fuí director general, funcionario público del gobierno y sumadas ambas experiencias trabajé en el ámbito gubernamental dos años: 1992 a 1993 y 1996 a 1997. Todo esto sin jamás ligarme partidariamente a ninguna de las tiendas oficialistas de entonces.
Como ahora hay una ola etnicista que le produce desvaríos a García Linera cada vez que se emponcha de rojo, vale la oportunidad para intentar clasificaciones a quienes desde distintas esquinas especializadas trabajamos en la divulgación de las distintas temáticas relacionadas con las naciones y pueblos indígenas de Bolivia, cosa que en mi caso, se inició en 2002 con el programa televisivo "El Pentágono".
No soy indigenista Fernando. Menos katarista y ramas afines. Soy una mescolanza croata, franchuta y española. Lo que sí soy es un convencido de reconocer sin militancia fanática la necesidad de ayudar a difundir la palabra de quienes están ejerciendola plenamente hoy, y sobre todo, de aquellos vulnerables a las agresiones forajidas del fascismo santacruceño.
No soy indigenista y además tu lo sabes perfectamente, porque máximo, aparte de bostero, soy estronguista, hincha futbolero igual de sufridor que tú, seguramente apesadumbrado por la mala hora que vive tu querido Aurora.
Bromas aparte, esto me produjo una reflexión que en alguna medida fue completada con los criterios expresados por Javier Sanjinés al diario La Razón de La Paz en la edición de hoy 17 de julio. A propósito de su libro sobre el mestizaje, el intelectual afirma que la izquierda ya no lideriza las transformaciones, y que los intelectuales se han ubicado en el rol de acompañar a los auténticos actores de los movimientos sociales.
Este muy claro reconocimiento de cuál debe ser el rol de intelectuales orgánicos, inorgánicos y otras hierbas me sirve para salir al paso afirmando que ningún cartel que quieran colgarme para ponerme una etiqueta militante servirá luego de haber toreado en tantas plazas. No me interesa salir en foto alguna, me interesa que se registren fotografías de esos que poco a poco comienzan a ser bolivianos en las entrañas de Moxos, la Chiquitanía o Guarayos.
Me dijeron maclinista, adenista, banzerista, movimientista, chulupista y tantas cosas más. Es verdad que trabajé con cuatro ministros de Estado, uno perteneciente al gobierno de Jaime Paz Zamora (Ronald MacLean) y tres del primer gobierno de Sánchez de Lozada (Sánchez Berzaín, Canelas y Anaya). En los dos casos fuí director general, funcionario público del gobierno y sumadas ambas experiencias trabajé en el ámbito gubernamental dos años: 1992 a 1993 y 1996 a 1997. Todo esto sin jamás ligarme partidariamente a ninguna de las tiendas oficialistas de entonces.
Como ahora hay una ola etnicista que le produce desvaríos a García Linera cada vez que se emponcha de rojo, vale la oportunidad para intentar clasificaciones a quienes desde distintas esquinas especializadas trabajamos en la divulgación de las distintas temáticas relacionadas con las naciones y pueblos indígenas de Bolivia, cosa que en mi caso, se inició en 2002 con el programa televisivo "El Pentágono".
No soy indigenista Fernando. Menos katarista y ramas afines. Soy una mescolanza croata, franchuta y española. Lo que sí soy es un convencido de reconocer sin militancia fanática la necesidad de ayudar a difundir la palabra de quienes están ejerciendola plenamente hoy, y sobre todo, de aquellos vulnerables a las agresiones forajidas del fascismo santacruceño.
No soy indigenista y además tu lo sabes perfectamente, porque máximo, aparte de bostero, soy estronguista, hincha futbolero igual de sufridor que tú, seguramente apesadumbrado por la mala hora que vive tu querido Aurora.
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