Mientras la
corporación periodística de la derecha no deja de mirarse el ombligo, esta vez porque
alguien osó “desprestigiar” a una de sus agremiadas por una consultoría
resumida en un informe de 18 páginas, examino la lista de los muertos,
consecuencia de la “pacificación” emprendida por Jeanine y Murillo. Mientras la
presidenta de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos defiende a capa y bastón
a los policías y militares que decidieron traicionar el orden constitucional en
noviembre de 2019, observo que gran parte de los muertos son cocaleros de las
seis federaciones del Chapare y jóvenes estudiantes de El Alto. El promedio de
edad de los masacrados oscila entre los 25 y los 30 años.
Mientras el
Consejo Nacional de la Democracia (CONADE) fundado contra la dictadura de
García Meza, sale profiriendo alaridos por la detención preventiva de la
autoproclamada Añez, leo en los reportes del Centro de Documentación e
Información Bolivia (CEDIB) que los caídos en el puente de Huayllani (Sacaba)
se fueron de este mundo por traumas toráxicos y encefalocraneanos, hemorragias
internas, laceraciones cardiacas y disparos de armas de fuego.
Mientras la
corporación de opinadores del conservadurismo gruñe, ansiosa, desesperada por
querer demostrar que no hubo golpe de Estado, compruebo, otra vez, que
efectivos militares pretenden justificarse diciendo que se detectaron
“elementos extranjeros” entre los movilizados, que se encontró una munición
7.65 que no tienen las fuerzas armadas bolivianas, o que “se dispararon entre
ellos”. Releo las informaciones y ya no me quedan dudas de la naturaleza
fascistoide del gobierno de facto que para blindar a los blindados, les regala
el decreto 4078 con el que los exime de responsabilidades penales en su misión
de restablecimiento de la ley y el orden, dicho de manera brutal, les confiere
licencia para matar.
Los familiares
de los Nadies no compran diarios. Y menos se les ocurriría publicar avisos
necrológicos de sus muertos. Los Nadies apellidan Jamachi, Paniagua, Posto,
Mamani, Ticona, Quisbert, Tenorio, Patty, Zenteno, Huanaco, Vásquez, Carballo,
López, Calle, Colque, Sipe, Sánchez, Sejas, Vargas, NN, Larico, Callizaya,
Callisaya, Taco, Ledezma, Jarata, Condori, Conde, Soria, Guzmán, Rojas y
Salinas. En medio de esta nueva tragedia nacional en forma de masacre política
es justo no dejar de mencionar a Mario Salvatierra y Marcelo Terrazas que en
fuego cruzado murieron en Montero, Santa Cruz, el uno como parte de un grupo irregular y el otro como
militante del Movimiento al Socialismo (MAS).
Hay también un sargento de policía, Juan José Alcón Parra, que pereció en
los disturbios callejeros producidos en El Alto y el Comandante de la Unidad
Táctica de Operaciones Policiales (UTOP), Cnl. Heyberth Antelo que falleció
producto de un accidente automovilístico, dicen que en el intento de evitar un
cachorro de dinamita.
Suficiente con
recontar los muertos y verificar sus procedencias. La mayoría es aymara y
quechua. Muchos de ellos, militantes de organizaciones sociales vinculadas al
MAS, pero no todos, porque ya se sabe que entre los muertos, los 31 heridos de
Senkata y los 115 de Sacaba-Huayllani, no faltan los de siempre, “los que
pasaban por ahí” y a quienes les llegó una bala perdida o que sin saber leer ni
escribir fueron pateados en el suelo por efectivos de uniforme verde olivo.
Esta es la
pacificación que le ha regalado Jeanine Añez y sus secuaces a Bolivia en
noviembre de 2019. Este es el marco en el que se propone “borrón y cuenta
nueva”. Fácil, como no son “sus” muertos…a olvidar el “fraude”, el golpe de
Estado y a construir un país para todos. Qué tipos geniales. Tuvieron casi un
año completo para generar una proposición acusatoria debidamente documentada con
el objetivo de demostrar que hubo un cambio “sospechoso” en la tendencia del conteo preliminar no vinculante
de las elecciones del 20 de octubre. ¿Qué hicieron? Perseguir masistas y afines.
Criminalizarlos. Cazarlos como lo confesó sin tapujos Murillo, el ministro de
la muerte. Y aquí debemos añadir: Extorsionarlos vía fiscales, ofrecerles pegas
a cambio de testificaciones inventadas contra sus jefes, pedirles astronómicas
sumas de dinero a cambio de libertad. Eso hicieron. A eso se dedicaron, y
también al armado de torpes negociados, entre otros, con el corona virus.
La corporación
periodística, la corporación de opinadores, la Asamblea de la “derecha humana”y
el torcido CONADE, callan sobre los
muertos de Sacaba, Senkata-Huayllani, El Pedregal y Betanzos, quienes otra vez
ofrendaron sus vidas convencidos de un profundo sentido de nación. Gracias
infinitas a todos ellos y a sus familias. Aunque no alcance. Que a la jerarquía
eclesiástica y a algunos embajadores les quede siempre claro que el dolor
humano es intransferible.
(*)
“Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata” (Eduardo Galeano,
1940)
Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el 10 de abril