Se abre un nuevo
capítulo de la política y la gestión pública con unas elecciones subnacionales
en las que al Movimiento al Socialismo (MAS) no le ha ido bien, primero por el
traumático antievismo manifestado en las urnas que padece la Bolivia
conservadora-neoliberal, segundo, por la caótica e inorgánica manera en que el
único partido con alcance nacional definió candidaturas, varias de ellas
equivocadas vistos los resultados, y tercero por inexistentes estrategias de
campaña de varios de sus principales actores, muchos de ellos casi seguros de
obtener triunfos antes de salir a pelear en la cancha.
En ese contexto,
esos histéricos opinadores autoproclamados demócratas, así, a secas, tienen que
estar contentos porque sus referentes golpistas (noviembre, 2019), han
obtenidos triunfos significativos que buscarán blindajes desde el poder ante
procesos judiciales por haber tentado y convencido a oficiales militares y
policías de perforar el orden constitucional entre motines e indebidos pedidos
de renuncia al Presidente del Estado, acusado entonces de montar un fraude
hasta ahora no demostrado, ni siquiera con la ventaja de controlar el país los
once meses que tuvo el principal persecutor del masismo, Arturo Murillo, para
alentar una investigación por anverso y reverso, y de esa manera encontrar las
pruebas que justificaran procesos penales contra los presuntos delincuentes
electorales.
De persecutor
político, Arturo Murillo pasó al oficio de escapista que consiste en crear
problemas y a continuación huír de ellos, en este caso, antes de que la
exasperante lentitud de nuestro sistema judicial encontrara los cargos para
acusarlo por los desmanes cometidos y auspiciados en su autoritario ejercicio
como Ministro de Gobierno. Seguramente para uno de esos opinadores, digamos que
el más histérico por su vocación para el agravio y por el padecimiento de alucinaciones
con el presidente Arce, Murillo, creación
política de Doria Medina, debe ser otro “demócrata” como él, lo mismo que otros
persecutores mediáticos, también auspiciados por Samuel, el gran perdedor de la
historia electoral del país forever in
the life.
En el mismo club
de escapismo hay que contemplar al Gral. Sergio Orellana, ese que en su calidad
de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas flanqueado por varios de sus
camaradas, se dirigió en traje de combate a la Asamblea Legislativa
Plurinacional para arrancarle a Eva Copa la aprobación de ascensos. Eran
momentos en que se podían encontrar tanquetas circulando por las calles de
nuestras ciudades, para garantizarnos que no nos enfermaríamos de coronavirus,
si se considera cuan efectiva puede ser una metralleta en el combate contra una pandemia. No le fue bien a
Orellana que tuvo que volver sobre sus pasos y con el rabo entre las piernas.
Alguien ya ha debido informarle que lo único que quedaba de institucionalidad
democrática en ese breve tiempo de botas y charreteras, eran las Cámaras de
Senadores y Diputados, escenario del que rebotó olímpicamente hasta llegar,
dicen que a Colombia, luego de imitar el escapismo de Murillo, seguramente agobiado
por sus responsabilidades.
Es probable que Orellana sufra pesadillas con
Senkata, Sacaba y El Pedregal, pero sobre todo sueñe con el Decreto Supremo
4078 firmado por la presidenta de facto, Jeanine Añez y sus ministros que en su
artículo 3 dice: “El personal de las
FF.AA., que participe en los operativos para el restablecimiento del orden
interno y estabilidad pública estará exento de responsabilidad penal cuando en
cumplimiento de sus funciones constitucionales, actúen en legítima defensa o
estado de necesidad, en observancia de los principios de legalidad, absoluta
necesidad y proporcionalidad, de conformidad con el Art. 11 y 12 del Cód.
Penal. Ley 1760 y el Código de Procedimiento Penal.”
El que no juega
al escapismo y es capaz de ganar una elección con más del 50% de los votos es
el candidato de Creemos a la gobernación de Santa Cruz, que lo de macho lo
lleva hasta en el apellido, el cual honra sin un ápice de remordimientos,
cuando junto con su papá acudieron a gestionar el golpe con policías y
militares, tal como lo cuenta hinchado
de orgullo en un video hiperviralizado en las redes, convencido de ser la
reencarnación del Cristo Redentor de la Monseñor.
En esta apertura
de un nuevo episodio en nuestra literaria vida política, algunos legisladores
del MAS, sin orientación sobre competencias, piden las renuncias los ministros
de Gobierno y de Justicia por haber permitido la huída del ex Comandante
Orellana, como si a estos dignatarios de Estado les correspondiera actuar en
esta materia y para que más temprano que tarde vuelva a acusarse al partido de
gobierno de persecución política como en los peores momentos del último
gobierno de Evo Morales, mientras el Ministerio Público duerme el sueño de los
justos.
Originalmente publicada en la columna Contragolpe del diario La Razón de La Paz el 13 de marzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario