La diferencia es que el presidente Correa se mantiene en Quito y que los aventureros que lo secuestraron tienen las horas contadas. Van a tener que ir presos si no llegan a escapar por su gigantesca irresponsabilidad, en un contexto sudamericano que a diferencia de otros tiempos actúa hoy en bloque y tiene absolutamente claro el despreciable papel ambiguo que juega, nuevamente, la administración del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Siempre detrás de estos intentos desestabilizadores está la mano invisible del imperialismo norteamericano a través de sus agencias operativas. La democracia en nuestro continente, es la única manera de combatir las cada vez más infructuosas intentonas yanquis de recuperar espacio para una injerencia que hasta hace unos años, era parte de la institucionalidad de nuestros países, gracias al entreguismo de los gobiernos cipayos que así lo decidieron.
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