Nuestro país es cada vez más confuso y esto porque quienes están llamados al deber de la dilucidación teórica, de la información precisa y oportuna, de la aclaración contínua y didáctica no hacen o hacen mal su trabajo. El Vicepresidente cree que puede persuadirnos que con un par de alocuciones, palabra y realidad quedan empatadas parar tranquilidad del ciudadano de a pie.
Los políticos, a través de sus distintas plataformas --oficialistas y opositores-- contribuyen al maremagnum en el que las consignas han ocupado el espacio de la explicación y la fundamentación basada en algún diseño estratégico, en miradas que vayan más allá de los períodos gubernamentales.
Aplicados alumnos del mirismo fabricante de eslogans y talentosos para erigir los eufemismos en justificación irrrefutable, los masistas ya han aprendido como se va perfeccionando la maquinaria para el control absoluto del aparato estatal, pero lo que hasta ahora no quieren aprender, o les interesa un rábano saber alguna vez,es manejar por separado y con sentido de responsabilidad social, la gestión de políticas públicas --la gestión gubernamental-- y la avanzada irrrefrenable de copamiento absoluto de la estructura burocrática.
El MAS en lugar de sumar, resta para su rédito político. Tiene fisurado al país y ha logrado que se defina con claridad el campo opositor que ya no tiene más su epicentro en los partidos histórico tradicionales, sino en el Comité Cívico Pro Santa Cruz. Y lo peor de todo es que muchos oficialistas, incluído en algunos temas el propio Presidente de la República, están persuadidos que los procesos político- institucionales se pueden transplantar mecanicamente como creen que puede hacerse con el modelo chavista venezolano.
En Bolivia no se podrá cerrar UNITEL como se hizo con RCTV. No se podrá aprobar una nueva Constitución Política del Estado con la imposición de "lo plurinacional" o la superposición de otras autonomías que no sean las validadas por el referendum, las departamentales, es decir, Santa Cruz de la Sierra jamás será Caracas y Evo imposible que pueda transfigurarse en un autócrata de botas y charreteras.
Si se persiste en ese camino, la opción excluyente será la imposición y para que ella pueda triunfar será necesario el enfrentamiento en las calles, la persecución, el linchamiento, los disparos y finalmente la muerte, rasgo fundamental de nuestra cultura política de los cinco últimos años.
El MAS y la derecha han logrado perfeccionar la confusión. Discuten todo puertas adentro, pero al país no le explican casi nada. Elucubran tácticas para el funcionamiento de comisiones, para manipular las formas de votación, en el Palacio de gobierno tienen a J.R. que hace, pero para muchos des/hace, y así vamos por donde vamos, ajenos a cómo funciona la sociedad del conocimiento y la información.
Somos un Estado en indeterminación, una sociedad errática y hay quienes pretenden que se puede sustituir el mercado mundial por el comunitarismo originario. Con este panorama, como ciudadano y periodista, ejercito la memoria y la inteligencia para explicarles a mis hijos con la mayor claridad posible, porque los bolivianos nos hacemos cada vez más imposibles.
Los políticos, a través de sus distintas plataformas --oficialistas y opositores-- contribuyen al maremagnum en el que las consignas han ocupado el espacio de la explicación y la fundamentación basada en algún diseño estratégico, en miradas que vayan más allá de los períodos gubernamentales.
Aplicados alumnos del mirismo fabricante de eslogans y talentosos para erigir los eufemismos en justificación irrrefutable, los masistas ya han aprendido como se va perfeccionando la maquinaria para el control absoluto del aparato estatal, pero lo que hasta ahora no quieren aprender, o les interesa un rábano saber alguna vez,es manejar por separado y con sentido de responsabilidad social, la gestión de políticas públicas --la gestión gubernamental-- y la avanzada irrrefrenable de copamiento absoluto de la estructura burocrática.
El MAS en lugar de sumar, resta para su rédito político. Tiene fisurado al país y ha logrado que se defina con claridad el campo opositor que ya no tiene más su epicentro en los partidos histórico tradicionales, sino en el Comité Cívico Pro Santa Cruz. Y lo peor de todo es que muchos oficialistas, incluído en algunos temas el propio Presidente de la República, están persuadidos que los procesos político- institucionales se pueden transplantar mecanicamente como creen que puede hacerse con el modelo chavista venezolano.
En Bolivia no se podrá cerrar UNITEL como se hizo con RCTV. No se podrá aprobar una nueva Constitución Política del Estado con la imposición de "lo plurinacional" o la superposición de otras autonomías que no sean las validadas por el referendum, las departamentales, es decir, Santa Cruz de la Sierra jamás será Caracas y Evo imposible que pueda transfigurarse en un autócrata de botas y charreteras.
Si se persiste en ese camino, la opción excluyente será la imposición y para que ella pueda triunfar será necesario el enfrentamiento en las calles, la persecución, el linchamiento, los disparos y finalmente la muerte, rasgo fundamental de nuestra cultura política de los cinco últimos años.
El MAS y la derecha han logrado perfeccionar la confusión. Discuten todo puertas adentro, pero al país no le explican casi nada. Elucubran tácticas para el funcionamiento de comisiones, para manipular las formas de votación, en el Palacio de gobierno tienen a J.R. que hace, pero para muchos des/hace, y así vamos por donde vamos, ajenos a cómo funciona la sociedad del conocimiento y la información.
Somos un Estado en indeterminación, una sociedad errática y hay quienes pretenden que se puede sustituir el mercado mundial por el comunitarismo originario. Con este panorama, como ciudadano y periodista, ejercito la memoria y la inteligencia para explicarles a mis hijos con la mayor claridad posible, porque los bolivianos nos hacemos cada vez más imposibles.
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