Si Evo hubiera decidido ser un indígena abanderado de las causas indoamericanas, si se hubiera reunido con Rigoberta Menchú expresándole su solidaridad por la candidatura a la presidencia de Guatemala, si hubiera edificado un gran encuentro de los indígenas de tierras bajas de Bolivia con los andinos, para reconocer que los verdaderos luchadores por las reivindicaciones de los originarios bolivianos nacieron en la Chiquitanía, en Moxos o en el Chaco desde hace diez años, seguramente tendríamos a un presidente auténticamente comprometido en la cotidianidad con sus hermanos de tiempo y espacios.
No ha sido así, porque a dieciséis meses de gobierno del MAS, ha preferido optar por el perfil dominante de caudillo republicano con referentes delirantes como el de Hugo Chávez. Evo debería estar preguntando por José Ignacio Muiba y por tantos más que fueron para el oriente de Bolivia tan importantes como para el occidente lo fueron Tupac Katari y Bartolina Sisa.
Si Evo hubiera optado por una militancia indígena y no por el perfil de un guerrillero por las luchas independentistas del Siglo XIX podría en este momento llevar su voz a los aproximadamente 350 millones de indígenas que habitan los cinco continentes del planeta. Ha preferido ser un presidente con exacerbado índice de presidencialismo, con un entorno idéntico a todos los malditos entornos que rodean presidentes y les cierran el gran angular para ver el paisaje y todos los territorios posibles.
Evo es presidente de Bolivia. De un país de aproximadamente doce millones de habitantes, incluyendo en ese conteo a los que viven en Buenos Aires, Washington y varias ciudades españolas. Pudo haber sido el líder de los indígenas de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Ecuador, Perú, Colombia, México, otra vez: Guatemala. Pero no, prefiere ser aliado de Cuba y del chavismo, para remar en trío contra las muy fuertes y consolidadas corrientes mundiales.
Hubiera querido que el indio alzado siguiera en el plan de indio y en cuanto fuera necesario, también alzado. El sabrá por qué prefiere ser un político criollo que se deja absorver por las coyunturas, cosa contradictoria para un proyecto político que pretende llevar adelante a perpetuidad.
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1 comentario:
Es obvio que a Morales le faltan años luz para llegar a ser lo que fue Nelson Mandela. Te imaginas sacar a una clase social de millones de habitantes de la marginalidad? Es casi una utopía lograr convivir con la humanidad con equidad y justicia, como hubieran querido muchos franceses y griegos. ¿Se puede?
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