Desdecirse en política es cuando menos una
vulgaridad. Calificar de maestro a un personaje y pocos años después reducirlo
a cajero con el objetivo de desprestigiarlo resulta desleal e incongruente. De
esta manera, Luis Arce Catacora quién fuera calificado en su momento como
profesor de economía, ha sido minimizado a insignificante y mediocre
funcionario de la burocracia estatal. El que fuera conductor del Ministerio de
Economía y Finanzas Públicas durante 14 años es hoy para Evo y los suyos un
discreto contador, encargado nada más que del debe y el haber, del flujo de
dinero que se cobra y se paga, más o menos un oficinista que debe hacer horas
extra sin cobrar para el arqueo del cierre de jornada.
“Parece que el Evo no quiere que ganemos” me
comentó alguien muy comprometido con la campaña electoral de 2020 y el tiempo
le va dando la razón porque hoy el principal enemigo político del presidente
del Estado no es la oposición vende patria, sino el jefe del partido con el que
llegó a triunfar con un aplastante 55.1% de los votos: Para Evo hoy, su
“maestro” Luis Arce es un traidor aliado a la derecha y al imperio, lo que nos
ofrece como resultado un patético guión con un protagonista que en su obsesión
por ser candidato, está llevando adelante tareas autodestructivas de
consecuencias probablemente funestas para la continuidad del llamado Proceso de
Cambio.
La subestimación en política suele convertirse
en arma favorable a la víctima. “El indiecito no va a poder” dijeron de Evo, y
este no solo que pudo, sino que se convirtió en el primer mandatario con más
años consecutivos en el ejercicio del cargo y con números abrumadores en la
administración de la economía a cargo de su “cajero”. Ahora quién era
subestimado, subestima, y en ese sentido el Presidente del Estado ha sabido retrucar
el pretendido agravio con liviandad candorosa diciendo que le pueden llamar
como quieran, pero que para el los resultados son los que cuentan y en ese
sentido, los resultados de las encuestas, las propias, las ajenas y las
neutras, lo posicionan en el primer lugar de las eventuales preferencias
electorales y aquí cabe marcar la diferencia entre el adjetivador y el
adjetivado: Dentro del MAS todavía es posible el reinado de Evo, pero fuera de
el, la aceptación a Arce es notoriamente superior a la del jefe del partido
proclamado en Lauca Ñ, en un congreso impugnado, como candidato único.
En los pasillos de la envidia política se ha
escuchado decir “Lucho es solamente un contador”. En 2016 lo entrevisté por
última vez para la televisión y por cómo explicaba los conceptos sobre el
modelo económico (social, comunitario, productivo) daba la impresión de alguien
que había hecho maestría en universidad europea (Warwick, Reino Unido) y ahora
que presentó en la última feria del libro de La Paz “Un modelo económico justo
y exitoso (La economía boliviana 2006 – 2019)” en 400 páginas, pone en evidencia
que para comenzar fue un funcionario del Banco Central de Bolivia (BCB) que
acumuló una apreciable experiencia de dos décadas y que por algo mantenía
diálogo contínuo con Carlos Villegas (+), su compañero en el primer gabinete de
Evo Morales. En este contexto, algunos de sus excolegas lo tachan de
neoliberal, otros dicen en su favor que en sus años universitarios fue
militante del Partido Socialista Uno (PS-1).
Subestimado y maltrado, Arce Catacora recibe
invitaciones de las organizaciones del Pacto de Unidad para acudir a sus
encuentros, pero fundamentalmente vive sin distraerse enfrascado en una gestión
que si no estuviera azotada por el fuego cruzado masista, podría sacarle
mayores réditos al objetivo de industrialización del país con la explotación del
litio como punta de lanza, elemento central de su programa de gobierno. Al
final del camino gubernamental sabremos cuánto de lo que se proponía pudo hacer
y cuánto quedará pendiente de realización, si en la continuidad del programa a
cargo del MAS – IPSP o con un probable giro a la derecha que podría darse si la
ruptura del partido azul se consuma y no queda vuelta atrás posible.
Está claro que el cajero había sido magister.
Es el único ministro de Economía de Bolivia, por lo menos en los últimos 50 años,
que ha escrito y publicado un par de libros explicando y defendiendo un modelo
económico con resultados objetivos, con determinante participación estatal, y
considerando el lugar que le corresponde a las iniciativas privadas de apertura
de mercados y a las experiencias rurales comunitarias. Dicen que le falta
mirada de economía política. Lo que si no está en duda es que los conceptos y
los resultados del potenciamiento del mercado interno y las políticas de
redistribución le han otorgado a Arce un capital de credibilidad que se resiste
a dilapidar, y con más razón en escenarios donde impera la diatriba, la
acusación sin pruebas y la mera pelea callejera por la obsesión de la
candidatura presidencial.
Originalmente publicado el 07 de octubre en la columna Contragolpe de La Razón
No hay comentarios:
Publicar un comentario