Nilo Soruco es
el autor del himno boliviano de los exiliados y perseguidos políticos. “La
exiliada” es su título original, pero como fue compuesta en la capital
venezolana por el cantautor tarijeño, forzado a salir del país por la dictadura
de Banzer, se la conoce popularmente como “La caraqueña”, que se convirtió en
el testimonio del extrañamiento a la patria, obligados por el anticomunismo de
los 70. Dirigentes políticos de izquierda, sindicales, universitarios, artistas
progresistas, tuvieron que dejar el territorio nacional, huyendo de los regímenes represivos de Barrientos,
Banzer y García Meza en los que el Terrorismo de Estado se convirtió en
práctica cotidiana.
Las nuevas
generaciones que no conocen de guitarreadas y cánticos contra los milicos
autoritarios y fascistoides de los 70-80, no saben que en el 196 aniversario de
la independencia boliviana, el presidente Luis Arce Catacora cantó “La
caraqueña” junto a Savia Andina cambiando el “ya la pagarán no llores prenda
pronto volveré” por el “ya la pagarán fachos de mierda…” tal como se
acostumbraba a entonarla en tiempos universitarios. Se trata en realidad de la
versión combativa contra el autoritarismo, que supimos cantar a voz en cuello
en esos tiempos. Era algo así como una catarsis frente a la conculcación del
estado de derecho y a las violaciones a los derechos humanos de la época. La
liberación nacional tuvo mucho que ver entonces con la creatividad y los textos
de nuestros músicos y poetas.
La persecución,
la tortura, la desaparición forzada y el asesinato político caracterizaron las
actuaciones de esos militares y paramilitares, fachos de mierda, como bien dice
la gran canción de Nilo y para desgracia de nuestra hoy plurinacional Bolivia,
las botas y las charreteras se apoderaron nuevamente de calles, plazas y carreteras
durante el oprobioso 2019-2020 de un gobierno que debió ser exclusivamente de
transición hacia nuevas elecciones y se distorsionó por obra y gracia de
quienes lo concibieron, pero fundamentalmente de los que lo mal gestionaron,
convirtiendoló en una combinación de acciones propias de policía política y de
asaltos de diversas magnitudes a las arcas del Estado.
Debiera provocarles
algo de vergüenza, pero para ellos es más importante el autoconvencimiento de
que no hubo golpe, de que no son
golpistas. Que lo único que sucedió fue un fraude electoral y que a
continuación se abrieron las compuertas hacia la liberación de la tiranía
encabezada por Evo Morales. Son impresionantes por el cuero duro con el que
declaran a diario. Nada más observando los hechos con un mínimo de acuciosidad
se comprueba que el supuesto fraude no fue jamás debidamente investigado por
quienes debieran haber sido los primeros interesados en demostrarlo. Una vez
más se durmieron en sus laureles subestimando a las masas bolivianas,
despreciando su capacidad de movilización y de protesta. Creyeron que la mesa
estaba servida para quienes en ese momento se llenaban los bolsillos con
negociados de distintos calibres y para
los que canturreaban con soberbia su próxima llegada al gobierno poniendo fin a
la era del MAS-IPSP.
“La caraqueña”
de Nilo Soruco ya lleva casi medio siglo de existencia y el Presidente Arce
Catacora cometió un gran acierto en volverla a cantar como se debe, minutos
después de que recordara en su discurso pronunciado en el nuevo hemiciclo de la
Asamblea Legislativa Plurinacional, que fue gracias al bloqueo nacional de
caminos y a la huelga general movilizada e indefinida determinada por el Pacto
de Unidad y la Central Obrera Boliviana
(COB) en agosto de 2020, que finalmente llegáramos a las elecciones
presidenciales del 18 de octubre que acabaron con esa nefasta transición
promovida por candidatos perdedores, senadores, curas católicos, embajadores y
asesores tirasacos, expertos en alabanzas diarias a sueldo.
La creatividad
artística resulta tantas veces premonitoria en la historia de los pueblos. “La
caraqueña” de Nilo Soruco es una rotunda prueba de ello. Quienes tuvieron que
salir de Bolivia entre noviembre-diciembre, escapando de la persecución
emprendida por el gobierno de Jeanine Áñez, seguramente podrán hacer suya esta
letra que forma parte de nuestra historia política y de luchas sociales: Nadie le pondrá murallas a nuestra verdad/
Nunca el mal duró cien años ni hubo pueblo que resista/Ya la pagarán, no llores
prenda (fachos de mierda), pronto
volveré.
Los medios de
comunicación que publicaron el “cambio de letra” de “La caraqueña” a cargo del
Presidente Arce, demuestran no conocer la historia contemporánea de Bolivia. No
saben que el primer orgulloso de cantarla con el “no llores prenda” o el
“fachos de mierda” es ese inolvidable y querido maestro chapaco, Nilo Soruco,
autor de esta y muchas otras inolvidables cuecas que fornan parte de nuestro
acervo musical.
Originalmente publicado en la columna Contragolpe del diario La Razón el 14 de agosto
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