En una edición
de verano de la revista de la Universidad de Harvard para América Latina (2011),
Raúl Peñaranda Undurraga (RPU) intenta explicar las “Razones por las que se
creó un nuevo diario en Bolivia…Bobinas, rotativa y I Pad” a propósito de la
apertura de Página Siete. Con el entusiasmo característico de un principiante,
se manifiesta ilusionado por dotar a sus potenciales lectores de tabletas
digitales (I Pads) como nueva manera de ofrecer contenidos periodísticos. El
plan contemplaba la venta anual de diez mil unidades. A diez años de esta expresión
de deseos, indagamos sobre qué habría
sucedido con este objetivo y llegamos a la conclusión de que la idea quedó en
intención. Es decir, Página Siete, como todos los diarios de la actualidad, pueden
leerse en sus ediciones impresas o en sus ediciones digitales. No encontramos hasta
ahora los I Pads que proyectaba Peñaranda para el diario que con el transcurrir
de los años se convertiría en uno de los más acérrimos opositores a los
gobiernos de Evo Morales.
Lo que sí existe
es información acerca de este que ahora es secretario del Alcalde de La Paz,
Iván Arias, ex ministro de Obras Públicas del gobierno inconstitucional de
Jeanine Áñez, refugio l a través del cual decidió huir para adelante suspendiendo
sus tareas como operador mediático monitoreado por sus auspiciadores del norte
imperial. RPU figura en un “mapa de
poder” (Sputnik, El extremo sur de la Patagonia, y otros sitios web, 4 de
diciembre de 2019) elaborado por los investigadores del Centro Estratégico
Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Silvina Romano, Tamara Lajtman, Arantxa
Tirado y Anibal García que está referido a quién es quién en la estructura que
facilitó la instalación del régimen de facto presidido por Jeanine Áñez.
Publicado en distintos portales, RPU aparece vinculado en la misma infografía a
Carlos Mesa, Óscar Ortíz, Luis Fernando Camacho, Waldo Albarracín, Jhanisse
Vaca (Ríos de pie) y hasta al Gral. Williams Kalimán, a Interamerican Dialogue,
la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), organización de los empresarios de
medios impresos de Bolivia, a la Agencia de Noticias Fides (ANF) y por supuesto
que a Página Siete.
La investigadora
Silvina Romano entrevistada por Sputnik (5 de diciembre de 2019) se refiere a
estas ligazones que caracterizan a los actores entre los que figura RPU: "Este
mapa de poder del golpe en Bolivia muestra la vinculación entre instituciones
locales, regionales, transnacionales y trayectorias personales. Es un trabajo
del tipo sociológico y ayuda en este caso a comprender un mínimo porcentaje,
una partecita de cómo operan estas instituciones vinculadas a las derechas a
nivel local y transnacional cuando no están de acuerdo en la deriva política y
económica de un Gobierno". Romano es especialista en el análisis de este
tipo de golpes, continúa Sputnik. Cabe recordar que el primero en la historia
fue el que derrocó a Jacobo Árbenz de la Presidencia de Guatemala en 1954.
"Cuando hablamos del poder, hablamos de la toma de decisión para convencer
en el plano ideológico y favorecer su reproducción, al financiarla en términos
materiales", afirma. El mapa se construyó siguiendo los esquemas de
financiamiento a partir de dos instancias gubernamentales de Estados Unidos
como la Agencia para el Desarrollo Internacional, que a su vez, financia a la
Fundación Nacional para la Democracia, un órgano vinculado desde su creación en
la década de 1980 a la financiación de contrainsurgencia y que aparece ahora
detrás de organismos claves en la promoción del golpe contra Evo Morales”, según
la investigación.
Este contexto informativo
permite apuntar que este operador mediático ha utilizado durante la última
década una cortina de humo para justificar la existencia de un supuesto
periodismo independiente del que él formaría parte. RPU está vinculado al Grupo
Andino de Libertades Informativas (GALI) –fue su director, luego de renunciar a
la dirección de Página Siete-- del que forma parte la empresarial Asociación
Nacional de la Prensa (ANP) de Bolivia, financiada por la NED (en castellano
Fundación Nacional para la Democracia) y que se caracteriza por promover
acciones enmarcadas en una concepción liberal de la democracia desde los
Estados Unidos y efectúa tareas de inducción e instalación de matrices de
opinión contra gobiernos progresistas a los que considera “autoritarios y
populistas”. Digamos que lo suyo es
injerencia en asuntos internos de países en manos de gobernantes revoltosos y
desobedientes.
Ya tenemos que RPU
usa el membrete de independiente. Y sobre esa falacia ha querido sostenerse
durante estos tiempos de “Proceso de cambio” y la emergencia del Estado
Plurinacional de Bolivia pretendiendo demostrar la existencia de una supuesta
“red de medios paraestatales y un plan para acosar a la prensa independiente”
en un libro titulado “Control remoto” que sería más apropiado renombrar como
“Persecución de un operador mediático”.
A través de “Control remoto” (abril, 2014), RPU
quiere convencer a un público desprevenido y desinformado, acerca de “la
conformación de una red paraestatal”, cuando en realidad su pretendida
investigación está orientada a ejercitar una sañuda persecución contra medios
como el diario La Razón por ejemplo, al que le dedica todo un capítulo tomándose
la libertad de señalar qué es y no es correcto acerca del rol de los medios de
comunicación en la vida pública de las sociedades. Con este propósito, el autor
dice que Evo Morales y Alvaro García Linera serían unos desagradecidos porque
en su momento se habrían valido de los medios para alcanzar notoriedad en su
posicionamiento político. Redacta un capítulo de autoalabanza con respecto de
la existencia del diario Página Siete y termina acusando al gobierno de Morales
de acosar al “diario independiente” que alguna vez soñó con regalarles tabletas
digitales a sus lectores.
Sobre la Red que
supuestamente habría creado el gobierno de Morales tampoco se encuentran
pruebas que permitan comprobar que efectivamente los sindicados por RPU
alcanzaron niveles de coordinación editorial, informativa y de opinión. La
premisa de partida resulta errónea y fácilmente refutable, aunque Morales
hubiera deseado que efectivamente sucediera como afirma RPU, esto es, medios
afines tachados de paraestatales con privilegios para acceder al pedazo más
grande de la apetecida torta publicitaria gubernamental que a Página Siete le
va resultando esquiva desde su fundación, en la medida en que juega un abierto
papel opositor y desestabilizador, con ingredientes de manipulación
informativa, en el entendido de que el gobierno masista amenaza la libertad de
expresión, persigue periodistas y conculca el derecho a informar y a opinar sin
ataduras.
Con sólo
examinar el registro de ataques, insultos, descalificaciones y frases
discriminatorias y racistas, tal como lo demostramos en esta misma serie con
el artículo “Evo Morales y el aparato
mediático antimasista” (27 de julio de 2021), resultará sencillo comprobar que
no ha habido en la historia de nuestro país, presidente más maltratado por
quienes, precisamente, como RPU, reniegan por una supuesta persecución y
acallamiento a periodistas y medios. Todo ello en el marco del uso ilimitado de
la libertad o el libertinaje de opinión, según se vea desde la esquina que
convenga a cada quién.
Seis años más
tarde de su fallida investigación, RPU insiste. Pregunta en uno de sus
artículos firmados en Página Siete “Dónde se fueron las utlilidades de La Razón”
(30 de julio de 2020) y asume de manera abierta e indisimulable el rol de
fiscal anticorrupción o de autoridad financiera porque el 22 de septiembre de
2020, juega su credibilidad firmando que
“Un informe de la Unidad de Investigaciones Financieras del Estado
(UIF), al que tuvo acceso Brújula Digital (dirigido por RPU), establece que el
Gobierno de Venezuela le prestó al Estado boliviano, entre 2008 y 2009, la suma
de 16,1 millones de dólares, a través del programa Evo Cumple de los cuales 4,5
millones de dólares fueron transferidos a las cuentas del grupo Prisa en España
por medio de la empresa Flaba Trading, de propiedad de Marcelo Hurtado, para la
adquisición de La Razón-Extra, según el informe de la UIF/.../Otros 10,02
millones de dólares fueron a parar a las cuentas de Jordán Silva Tugues en
Estados Unidos, asistente del empresario venezolano Carlos Gill, para la
adquisición de la televisora ATB. Para ello, se usaron las cuentas de las
empresas de Hurtado (Flaba Trading y Estrategias Energéticas)/…/Las acciones de
La Razón-Extra terminaron en manos de Carlos Gill, y las de ATB en las de
Marcelo Hurtado; este último fue gerente general de esa empresa durante una
década, hasta que cayó detenido en enero pasado, acusado de legitimación de
ganancias ilícitas y otros delitos. Hurtado, luego, fue también propietario de
PAT, según datos de la Fiscalía, que sigue la investigación, canal que el
Gobierno anterior adquirió mediante extorsión, según denunció su dueño
anterior, Abdallah Daher”.
La transcripción
textual de la nota que firma RPU evidencia dos cosas: La primera es que sus
relaciones con el gobierno de Jeanine Áñez eran óptimas, haciendo notar que
gozaba de un especial afecto para recibir información exclusiva, y que lo
constituye en un auténtico operador mediático paraestatal. El segundo aspecto
es que publicar información de la Unidad de Investigaciones Financieras (UIF)
tal como lo hizo Brújula Digital en este caso, implica una vulneración de la
normativa, ya que ésta se rige por especificaciones de reserva y
confidencialidad. De esta manera la persecución mediática del renunciado
director de Página Siete y en ese momento responsable editor de Brújula
Digital, se fusiona con una persecución financiera sin bases sólidas, tal como
refuta La Razón en su edición del 28 de septiembre de 2020 que publica una
extensa explicación con el título de “Es totalmente falso que La Razón y Extra
se hayan comprado con dinero del programa “Evo cumple” y que termina aplastando las fantasías de este
operador que en el gobierno de transición siente poder ilimitado, creyendo que
por fin está en condiciones de demostrar todo lo que no pudo en su fallido
“Control remoto”. El persecutor no volvió a referirse al tema a partir de
entonces. Su silencio resulta elocuente: El informe que utilizó no tiene
asidero, lo que pone en evidencia que la UIF durante el gobierno de Áñez fue
otro brazo de persecución y criminalización de las administraciones de Evo
Morales y de quienes antojadizamante consideraba sus afines, complementada en
este caso por persecución mediática.
Con todo lo
hasta aquí expuesto, ya no hay dudas acerca de que RPU desmiente con su
conducta la existencia de un periodismo independiente, pero que además tampoco
asume con seriedad sus tareas investigativas, ya que su libro está plagado de
suposiciones, conjeturas y algunos delirios de algo que nunca sucedió: El
establecimiento de un aparato de medios alineado al oficialismo masista. Las
presuntas afinidades entre los medios nombrados jamás se materializaron en
acciones corporativas y empresariales coordinadas. A sus rebatidas afirmaciones
hay que agregar que los artículos de opinión de RPU contienen lecturas sobre el
acontecer político boliviano plagadas de predicciones erroneas. La prueba más
evidente de ello es una nota que lleva el título de “Mesa y Áñez deben pactar
para que el MAS de Evo Morales no vuelva el poder” que todavía puede leerse en
el New York Times (17 de julio de 2020), pero ya no en Página Siete que eliminó
el texto de su archivo. El párrafo principal del artículo dice lo siguiente: “
Después de haber sido pospuestas las elecciones dos veces ya este año debido a
la pandemia, el país avanza hacia una situación similar a la ocurrida en la
campaña electoral de 2019. Arce (candidato presidencial del MAS) marcha
primero, escoltado por el expresidente Carlos Mesa (Añez, afectada por la
crisis sanitaria y escándalos de corrupción, está tercera). Arce podría incluso
ganar en primera vuelta si logra 40 por ciento de apoyo y 10 puntos de
diferencia con el segundo. Si Mesa no logra ocupar un claro segundo lugar, eso
es posible y por ello necesita algún tipo de acuerdo con Añez. Se cree que si
pasa a una segunda vuelta vencería los comicios en esa fase”.
Hay un frondoso
archivo sobre los enfoques periodísticos de RPU. Sobre su apología a una
persona sentenciada por feminicidio por ejemplo (1) o sobre su gelatinosa argumentación
acerca de ese ilusorio periodismo independiente con el que en realidad quiere
esconder operaciones político mediáticas encubiertas. El párrafo arriba
transcrito nos conduce a las siguientes preguntas. ¿Un pacto para que el MAS no
consiga un nuevo triunfo electoral pasaba por unir a la presidenta - candidata
que al final no fue candidata con el que supuestamente se le podía ganar en
segunda vuelta y terminó triturado con un 27 por ciento de diferencia? A estas
alturas, no pueden haber dudas acerca de la sobreestimación de los
investigadores de la CELAG acerca del Mapa de Poder boliviano durante el
gobierno de facto, en el que por supuesto no hay evaluaciones sobre los
desempeños posteriores de sus actores, por lo menos en lo que respecta a RPU. Con lectores de la realidad política y social
de esta catadura, la dilapidación y el fracaso de la transición gubernamental,
funcional a la rearticulación del MAS, estaban garantizados.
Hay que respetar
la libertad de RPU para pensar y tomar
la posición ideológica y profesional que le parezca conveniente. Lo
cuestionable es que quiera pasar por neutral y pretenda hacerle creer a la
gente que lo suyo no tiene color político. A través de este informe
periodístico acabamos de demostrar que ese periodismo “independiente, imparcial
y objetivo” es una patraña surgida del catálogo de la Sociedad Interamericana
de Prensa (SIP) para marear la perdiz. Así como se ha prodigado con tanto
entusiasmo queriendo descubrir oscuras tramas empresariales, tachando de “palo
blanco” a quién se le ocurriera, sin pruebas para demostrarlo, desafío al ahora
Secretario del Alcalde Arias a que investigue las relaciones non sanctas de los Garafulic,
propietarios de Página Siete, en sus vínculos con el poder, a través de los
medios de comunicación que ha detentado, conectados con otros intereses corporativos.
Podría servirle para recordar, en este caso, que ver la paja en ojo ajeno y no
la viga en el propio, conduce casi siempre a dipararse repetidas veces en el
pie derecho.
(1)“No cuadra que William Kushner sea un
feminicida” escribió RPU el 25 de agosto de 2016 en su columna de Página Siete.
Al día siguiente, la madre de la víctima (Andrea Aramayo), la periodista Helen
Alvarez tituló su respuesta “El “periodismo” de Raúl Peñaranda” y en sus cuatro
primeros párrafos dice lo siguiente:
"Muere
un bebé en violento operativo del gobierno de Evo contra indígenas”
(26/9/2011); "Iglesia excomulga a 4 ministros por estar a favor del
aborto” (19/8/2013). Estos son sólo dos ejemplos del "periodismo” que
practica el "connotado periodista” Raúl Peñaranda. Lo que tienen en común
estas noticias es que ambas fueron mentiras/…/La última "noticia” motivó
que Raúl Peñaranda fuera "renunciado” de Página Siete para salvar la
credibilidad del medio. El diario pidió disculpas a los cuatro ministros, a la
Conferencia Episcopal y a sus lectores, pero el daño al prestigio de las y los periodistas
del medio estaba hecho, lo que generó malestar. Él mismo tuvo que anunciar su
alejamiento para salvar la credibilidad del medio/…/Ahora Raúl Peñaranda se
planta como "juez” de un feminicidio, el de mi hija, y se alinea con el
acusado Willam Kushner Dávalos, condenando de manera explícita a la muerta,
quien no tiene la posibilidad de dar su testimonio. No puedo hacer sólo un
análisis periodístico, porque soy la madre de la víctima y porque soy la abuela
de una niña huérfana. Pero también soy periodista /…/Ninguno de mis editores me
hubiera aceptado una nota como la que publicó Raúl Peñaranda el 25 de agosto
del 2016 a través de la Agencia de Noticias Fides (ANF) en la que criminaliza a
la víctima para liberar de responsabilidad a William Kushner Dávalos, quien
conducía el vehículo que la atropelló.”
El 30 de agosto, la periodista Zulema
Alanes, en la misma dirección de análisis de Helen Alvarez, publica en la Agencia de Noticias Fides
(ANF), de la que pocos meses después RPU sería director, “Rául Peñaranda y la
apología de la violencia machista”. Dice en su primer párrafo: “Raúl Peñaranda sentenció que William
Kushner Dávalos “no es un feminicida”.
Decidió constituirse en juez, y emitir un fallo con argumentos que
apuntan a Andrea Aramayo Alvarez como la única responsable de su muerte.”
Originalmente publicado el 15 de agosto en La Razón como parte de la serie Memoria y Archivo
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