La muerte como producción espectacular del capitalismo

Michael Jackson tuvo una vida excesiva, repleta de lujos, vinculada a los monumentalismos de las culturas antiguas, cosa que se advierte en varios de sus clips. Guantes que brillan, gafas de sol, cabellos alaciados, limosinas, esposas como receptáculos de espermas para producir unos cuantos hijos, un parque de diversiones completo como jardín de casa, niños, niñas, animales, Liz Taylor, Brooke Shields, sus hermanos...No creo que haya compendio visual de opulencias más significativo en los últimos veinte años que el trayecto de Jackson como conjunto de significantes acerca de que el capitalismo cruel todo lo puede como pudo hoy arrojar desde sus entrañas nada menos que un funeral, demostrándose una vez más que todo --no "casi" todo-- todo es posible desde la incansable maquinaria procreadora de necesidades artificiales: lease, capitalismo activador de esta sociedad globalizada, consumista y desquiciada.
"We are the world" marcó el climax del show producido en Los Angeles con esa insoportable vocación universalista tan estadounidense y ombligomaniaca, en la que se vió envuelta la multitud que en plan muy edulcorado, se puso a escuchar testimonios y canciones, discursos de homenaje y a mirar fotografías gigantes desde los tiempos de "Jackson five" hasta cuando Michael producía coreografías masturbatorias en las que el falo, el suyo, ocupaba el momentum de cada puesta en escena.
Uno repasa la carrera músico-visual de este emblema del pop y llega a la sencilla conclusión que con sus evoluciones que desafiaron con éxito indiscutible las leyes de la gravedad, no hacía otra cosa que follarse al mundo y follarnos a todos, dados sus ímpetus y su indisimulable insatisfacción existencial. Y para ponerle punto final a sus rasgos de inequívoca ansiedad eyaculatoria, su imagen, su cuerpo inerte que hace una semana es una evocación, volvió a echarse un polvo con toda la humanidad bajo los auspicios de su propia familia, un polvo que por supuesto ha bañado los corazones de todos quienes optan por el personaje en tanto les interesa un corno intentar saber quién es la persona que hay detrás de tanta utilería, tantos brillos y efectos especiales.
El requiem para Michael fue de esos espectáculos de gran industria y puso en evidencia que el amor por el dinero es parte del culto. Un billete de cien dólares es en sí mismo, el sentido de la vida, el objeto de adoración más preciado, ese por el que se fabrica tamiflu contra la gripe AH1N1, o misiles para matar en Iraq, o políticos, abogados y militares corruptos para desatar golpes de estado como el de Honduras. Se trata del mismo dinero...solo que hoy fue para cantar y mecer el cuerpo de manera enternecedora mientras Jackson comenzaba a ascender a los cielos en los que seguramente ya está gestionando un par de nuevos negocios.