sábado, 30 de diciembre de 2017

El comunicador para el "desarrollo"

Insulta, calumnia, injuria, difama, increpa, adjetiva, expectora. Podría tratarse del conjunto de contenidos de cualquier cuenta twitter cuyo titular es algún político que ejecuta textos breves a la manera en que lo hace cualquier francotirador funcional a los intereses de la derecha criolla contra el gobierno boliviano que ha traducido su obsesión por extirpar al “indio” de la presidencia, en tema excluyente como si se tratara de un tumor maligno que ha generado un desmadre mental como nunca se había visto en el espectro de la opinología conservadora y mediática.
Se trata en este caso de un antiguo toca puertas de oeneges y organismos internacionales que luego de vivir durante casi cuatro décadas fuera del país traficando con el discutible concepto de “comunicación para el desarrollo”, instalado en confortables oficinas de consultorías bien pagadas en el tercer y cuarto mundo, y de las que casi nada sabemos en materia de resultados concretos que validan tales emprendimientos con los que se viaja, come, duerme, pasea y contempla el atardecer con auspicios de agencias y de fundaciones gringas como la Rockefeller.
Ese personaje ha retornado a la tierra en que nació para chapalear caracteres por twitter y ejecutar unas columnas periodísticas insufribles en las que no puede dejar de referirse a él mismo desnudando una debilidad autorreferencial notable si se considera que en todo lo que publica, Alfonso Gumucio Dragón, él se sitúa en primer lugar.
Los textos que Gumucio comete a diario pasan por acusaciones que caben en el nuevo código del sistema penal de cualquier indignado con sus viliosos ataques, y esto porque agravia, tantas veces calumniando, injuriando y difamando, contra la dignidad ajena sin pruebas a la mano (suficiente con revisar su cuenta twitter para verificar esta afirmación), sin argumentos fundamentados,  todo porque odia a Evo y a quienes supone que forman parte de su tropa de serviles y obsecuentes encaramados en alguna plataforma de poder.
Opaco pseudoizquierdista de los 70 de chalina y jean raído, hoy Gumucio es un engranaje del discurso “antipopulista” de la peor derecha latinoamericana y por eso no le hace ascos al retuiteo de publicaciones como las de Lilian Tintori, la venezolana esposa del fascinerorso Leopoldo López, encarcelado por delitos contra el Estado y la propiedad pública  producto de sus afanes conspirativos y golpistas y tampoco se complica para publicar con sabatina y quincenal puntualidad en el diario cuyos propietarios son directos herederos de la dictadura de Banzer, aquella a la que supuestamente este señorito combatía desde el semanario Aquí, fundado por Luis Espinal Camps, tenebrosamente asesinado por combatir ese que de verdad era totalitarismo y donde la corrupción no podía ser investigada porque quien osara intentarlo, quedaba expuesto a terminar sus días en un matadero a manos de los torturadores de turno.
Escribo esto porque Gumucio me ha calumniado en esa su cuenta twitter sin sospechar en lo más mínimo que el 12 de diciembre de 2006 escapé de un conato de linchamiento a cargo de la Unión Juvenil Cruceñista de la mismísima plaza 24 de septiembre de Santa Cruz de la Sierra y que el 17 de octubre de 2009 fui emboscado por un par de profesionales -esos sí que mercenarios- que me rompieron la clavícula y el pómulo izquierdo, dos días después de haber entrevistado a la abogada Mary Carrasco acerca de la masacre de El Porvenir, mientras en ese momento el individuo en cuestión es casi una fija que se tomaba una caipiriña en alguna playa africana.


martes, 24 de octubre de 2017

El conventillo plurinacional

Mi primera infancia la viví hasta mis doce años en una casona cercana a la plaza Alonso de Mendoza y la iglesia de San Sebastián al Norte de La Paz o mejor Chuquiago Marka, situada a dos cuadras del lugar fundacional de la capital política de Bolivia . No era un conventillo en estricto sentido ya que sólo habían tres viviendas, la mía, es decir, la del propietario de la casa, mi padre, mas dos pequeños apartamentos situados en un entrepiso entre la planta baja y el que venía a ser el tercero, el nuestro.
Hace muy poco tiempo, recapitulando recuerdos acerca de quienes fueron vecinos e inquilinos caí en cuenta que crecí en el microcosmos plurinacional que me estaba enseñando, sin que yo lo sospechara, de qué estaba hecha Bolivia y cómo era de colorido y contrastado su entramado socio cultural. 
Así comienza el proyecto que ya despliego para contar y recontar las más de tres décadas que desembocaron en febrero de 2009 cuando se fundaba el Estado Plurinacional de Bolivia, sin quitarle su cualidad de República, pero relegandola a un plan menor, considerando el concepto de nación de naciones para explicarnos, visibilizarnos y empezar a actuar. 
Dejo registrado el inicio de esta andadura por textos nuevos, reeditados y otros retazos que me permiten entender y explicar el mapa de mis movimientos y el de mis certezas, sueños, y también miedos e incertidumbres.
Ya contaré cómo avanzamos en esta aventura y exploración de territorios y entrañas.



lunes, 11 de septiembre de 2017

Todos estos años de gente (*)

El huracán facebook, el tornado twitter, el fisgón whatsapp, el sonido instantáneo y multiforme youtube, las ficciones a la carta Netflix, la música Spotyfy, el exhibicionsimo Instagram están aplastando a los mass media, a la tele abierta y privada-pagada, a la radio que pasa del sintonizador a la aplicación internet, al diario en el que el papel ya no aguanta todo porque su éxito se hace digital, suscinto, esquemático de noticias y cada vez más vaciado de historias, relatos, narraciones, crónicas, cuentos, ensayos y otras yerbas extensas que ahora se miden como inacabables dada la brevedad, la concisión y la muerte de la gramática y la ortografía.
Para mi satisfacción, celular en mano a diario por las calles, la gente debe seguir caminando en dos pies, subirse al transporte público y asistir a ciertos sitios a los que no puede llegar on-line. Así hemos podido asistir en esta última década a las apariciones de rostros que parecían irremediablemente condenados al guetto, apariciones que se han producido gracias a los descolgamientos que permiten los teleféricos, y a los escalamientos que posibilitan los mismos. O sea, nos cruzamos, nos miramos, conversamos en las cabinas cuando jugamos a comunicativos y aprendemos que habíamos sido más de los que nos pensábamos y bastante distintos en colores y olores de lo que nos había contado la historia oficial de los mesas, los magos manos de tijera, los siles, los crespos (hechos y desechos), los cajías, los urriolagoitias, los fernández de cordobas, los uriostes, los paz, los estenssoros, los albortas, los gutiérrez guerras y los gutiérrez paces, los echalares, los prudencios imprudentes e impostores, los montes desmontados, los moreno que de tales solo tienen a Gabriel René, pálidos de racismo desde el escritorio ilustrado mirando en lontananza.
Más. Habíamos sido más. Rodeados de indios, de indígenas, de originarios, de personas, mujeres y varones a los que la Revolución cincuentona del siglo XX había instrumentado como masas y a las que había inventado un destino forzado y manipulado con la rimbombante y mentirosa etiqueta de Alianza de Clases, para que las camionadas de aymaras y qechuas embutidos como sea llegaran a vivar al Movimiento, a Villarroel, a Paz Estenssoro, el más grande populista de la historia de Bolivia, al que los mesas, los magos, y todos sus amigos de las reuniones de Chocolate terminaron venerando como Doctor Paz, porque para qué acordarse de campos de concentración, de masacres, de persecución de falangistas, a cargo de fortunes, sanromanes y gayanes, si con el 21060 evitó que Bolivia se nos muriera. 
Y pensar que nos subimos al carro de esa democracia que era la única democracia posible entonces. Y pensar que a veinte años del decreto mágico llegó a la presidencia un cocalero sindicalista bloqueador y  poco letrado...y pensar que la democracia había tenidos sus variantes y como diría el gran Flaco aprendimos a que "en un tinglado inconcluso moran dos bolitas ilegales pero limpios."
"Todos estos años de gente" como dice el título de esa gran canción el maestro Luis Alberto Spinetta nos han servido para saber que habíamos sido tan endiabladamente diversos que todavía no nos cabe en la cabeza que este cambio de paradigma democrático nos tenga obligados a no retornar al pasado de historias, pero sobre todo de historietas oficiales, porque esa etapa debe quedar superada y sepultada por el imperativo histórico que nos obliga a vivir con el descomunal grado de dificultad al que nos obliga nuestra condición plurinacional, tan inesperada y despreciada por los bien pensantes e ilustrados de apellido compuesto que ya terminan de pasar de largo, transitando los últimos metros de lo que les queda de territorio, mascullando sus frustraciones, luego de que decadas atrás fueran izquierdistas de salón o de cafetín y hoy han quedado reducidos a tuiteros de trasnoche, funcionalizados por el sistema al que alguna vez condenaban boca para afuera con jeanes raídos y chalinas de alpaca, tejidas por esas mujeres y esos varones que deberán tener la lucidez para celebrar y cantar a los cuatro vientos que ya nadie les quita lo bailado. 

El anverso del horror

  Ha sucedido en distintas latitudes que varios creadores audiovisuales fueron advertidos a través de preguntas formuladas por la crítica es...